A la llama de la Inteligencia
nunca le soplé
encima.
El entusiasmo, dios
ardiente de los pechos,
nunca lo enfrié.
Y la belleza
que es la verdad de las formas,
nunca la ofendí.
Yo soy puro, yo soy puro.
(De 'El Libro de los Muertos')
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