jueves, 15 de marzo de 2007

Editorial: 'Inocentes como Aleixandre', por José Mª Amigo Zamorano



Editorial:
‘Inocentes como Aleixandre’,
por José Mª Amigo Zamorano


Vicente Aleixandre comenzó su andadura poética en Las Navas del Marqués (Ávila), allá por el verano de 1917, de la mano de su amigo Dámaso Alonso. Con esto no descubrimos nada nuevo. Dámaso lo contó varias veces, y en el homenaje que la Real Academia de la Lengua hizo al Premio Nóbel con motivo de su muerte, leyó unos versos, ya famosos, que varios escritores que colaboran con ‘Caminar Conociendo’ los citan:

‘Año mil novecientos diez y siete;
Vicente y yo, qué gozo este verano;
En Navas del Marqués. Pronto, ¡qué amigos!
Primera vez en aquel día juntos;
Después, toda la vida para siempre.’


De manera que si aparece el nombre de nuestro pueblo, una página si y otra también, es porque el nombre de Las Navas está unido, para siempre (como Dámaso Alonso a Vicente Aleixandre), a la historia de la literatura española y no por localismo.
Una revista localista puede ser interesante. Como lo puede ser una literatura localista y provinciana; la historia de la literatura española nos da varios ejemplos; incluso la literatura yanqui, paradójico en un país tan enorme, refleja ese provincianismo o localismo en algunas muestras; Sinclair Lewis, como muestra, hizo obras de ese tipo al decir de los críticos.
Con este número, ‘Caminar Conociendo’, no quiere unirse a esa corriente, aunque lo parezca, por muy interesante que sea ese elogio al terruño. En estos tiempos, no tiene sentido.
Pero ya José Martí (gran poeta cubano que en este año de 1995 se cumplen 100 años de su muerte) decía en el siglo XIX que lo que en América contuviera de aldea debería morir. Quería decir con ello, que el espíritu estrecho no lleva más que a mezquindades; por lo que había que abrirse al mundo, al universo, para ver con altura de miras; y así de esa manera, el árbol no impediría ver el bosque o los bosques.
Dicho lo cual, para que no se nos tilde de lo que no somos, contaremos el por qué de este número, casi monográfico, dedicado a Vicente Aleixandre; veamos: para sacar el anterior número de ‘Caminar Conociendo’ nos dirigimos a algunos escritores que nos son afines, al objeto de recabar, gratuitamente, su colaboración (no tenemos otra arma); pues bien, a uno de los que acudimos fue al gran poeta Leopoldo de Luis quien, generosamente, nos envió un artículo titulado ‘Vicente Aleixandre: un doble aniversario’ (que publicamos y reproducimos en este numero en la página 6) (*); en el artículo Leopoldo de Luis recordaba que en 1994 se cumplían 50 años de la publicación del libro de poemas ‘Sombra del Paraíso’ (en mayo) y 10 años de la muerte del altísimo poeta (en diciembre), animando a no dejar pasar ese año sin un obligado recordatorio.
Nosotros, espoleados por tan entusiasta soflama, nos propusimos hacer un homenaje a Vicente Aleixandre, coincidiendo con esos 50 años de ‘Sombra del Paraíso’, aquí en Las Navas, ya que desde aquí se lanzó a la poesía (y lo hicimos); nos atrevimos a más todavía: hicimos un llamamiento público para que se sumaran todos los colegios, institutos y centros universitarios de Ávila al acto…
¡Inocentes! Inocentes, si, por generosos (como dice Aleixandre en un verso de ‘Sombra del Paraíso’: “Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia”) al no querer apropiarnos la idea... salvo la prensa y la radio y el Colegio Público ‘Vicente Aleixandre de Las Navas del Marqués, que sepamos, nadie nos hizo el menor caso.
Y siguiendo con nuestra inocencia, nos propusimos, además, hacer un libro de homenaje al Premio Nóbel: escribimos a poetas y profesores de renombre que, según nuestro entender, eran conocedores de la vida y la obra del poeta fallecido; unos nos contestaron y otros no; recibimos numerosos trabajos de muy diversa factura. Decir a estas alturas que los trabajadores de la cultura respondieron, es constatar un hecho.
Ya teníamos el material: podíamos publicar el libro. Ahora, a buscar el dinero. Con tales firmas, las autoridades políticas o financieras, geográficamente afines al poeta o a nosotros, patrocinarían un libro así; por cosas de menor entidad, se editaban libros; además, ¿quién iba a negarse a homenajear a uno de los españoles que han llevado el nombre de España, tan honestamente, por el mundo?...
¡Inocentes! ¡“Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia”!: algunas instituciones nos contestaron negándose, claro; otras, ni siquiera ‘el varazo de tente al que molesta’.
Pero, aquí está el libro-revista de homenaje a VICENTE ALEIXANDRE y estos son los que han respondido al fuego del olvido, con el fuego del recuerdo, hacia aquel que moró en la casa de Velintonia, habitada hoy (por entonces), para mayor vergüenza de los que dirigen la cultura, por un ‘Okupa’ y que recientemente fue presa de las llamas, todavía para mayor INRI.

José Mª Amigo Zamorano es el director de la revista
(*) En este blog aparece bastante más adelante el artículo de Leopoldo de Luis

EN LA PÁGINA 3 DEL NUMERO 4 DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’ DE MAYO DE 1995

'Para quién escribo': oyendo la voz de Vicente Aleixandre



Para quién escribo

I

¿Para quién escribo?, me preguntaba el cronista, el periodista o simplemente el curioso.

No escribo para el señor de la estirada chaqueta, ni para su bigote enfadado, ni siquiera para su alzado índice admonitorio entre las tristes ondas de música.

Tampoco para el carruaje, ni para su ocultada señora (entre vidrios, como un rayo frío, el brillo de los impertinentes).

Escribo acaso para los que no me leen. Esa mujer que corre por la calle como si fuera a abrir las puertas a la aurora.

O ese viejo que se aduerme en el banco de esa plaza chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma, le rodea y le deslíe suavemente en sus luces.

Para todos los que no me leen, los que no se cuidan de mí, pero de mí se cuidan (aunque lo ignoren).

Esa niña que al pasar me mira, compañera de mi aventura, viviendo en el mundo.

Y esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida, paridora de muchas vidas y manos cansadas.

Escribo para el enamorado; para el que pasó con su angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que al pasar no miró; para el que finalmente cayó cuando preguntó y no le oyeron.

Para todos escribo. Para los que no me leen sobre todo escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin oírme,


está mi palabra.

Para quién escribo

II



Pero escribo también para el asesino. Para el que con los ojos cerrados se arrojó sobre un pecho y comió muerte y se alimentó, y se levantó enloquecido.


Para el que se irguió como torre de indignación, y se desplomó sobre el mundo.

Y para las mujeres muertas y para los niños muertos, y para los hombres agonizantes.

Y para el que sigilosamente abrió las llaves del gas y la ciudad entera pereció, y amaneció un montón de cadáveres.

Y para la muchacha inocente, con su sonrisa, su corazón, su tierna medalla, y por allí pasó un ejército de depredadores.

Y para el ejército de depredadores, que en una galopada final fue a hundirse en las aguas.

Y para esas aguas, para el mar infinito.

Oh, no para el infinito. Para el finito mar, con su limitación casi humana, como un pecho vivido.

(Un niño ahora entra, un niño se baña, y el mar, el corazón del mar, está en ese pulso.)

Y para la mirada final, para la limitadísima Mirada Final, en cuyo seno alguien duerme.

Todos duermen. El asesino y el injusticiado, el regulador y el naciente, el finado y el húmedo, el seco de voluntad y el híspido como torre.

Para el amenazador y el amenazado, para el bueno y el triste, para la voz sin materia
y para toda la material del mundo.

Para ti, hombre sin deificación que, sin quererlas mirar, estás leyendo estas letras.

Para ti y todo lo que en ti vive,

yo estoy escribiendo.





Vicente Aleixandre (Del libro En un vasto dominio, 1962)
Se escuchó antes de comenzar el homenaje este poema en la voz de Aleixandre

PÁGINAS 4 y 5 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' DEL NÚMERO 4 DE MAYO DE 1995

Concha Zardoya: 'El poeta canta por todos'

Concha Zardoya: ‘El poeta canta por todos’

En su ‘Historia del corazón’ (1954) –obra extensa y compleja en la que se trasluce el trabajo de varios años-, Vicente Aleixandre abandona el tema cósmico que dominaba en sus libros anteriores y refleja su vivir y, a través suyo, el vivir de todos los hombres. Abarca los ciclos de la vida humana en poemas que recogen recuerdos o vivencias de la infancia, de la juventud (la experiencia amorosa, esencialmente), de la madurez y de la edad última. No es un vivir elementalmente jubiloso, sino conscient5emente resignado a su finitud, transitorio vivir del hombre, transcurrir del hombre en el mundo. El cosmos se asoma solo en este libro como fondo o trasfondo del existir humano, de las edades del hombre. Y cada poema se halla transido de esa conciencia de la fugacidad del tiempo y de la vida. Pero ese transcurrir supone también revivir a través del recuerdo. El poeta en esta ‘Historia’ traza la línea ascendente del vivir que no declina, sino que, por el contrario, llega a culminar en la ancianidad: ancianidad no decadente ni caduca, senectud sabia y plena de conocimiento, de aceptación y no de renuncia. El mundo real no se contrapone al mundo poético ni lo destruye; antes bien lo condiciona. Vicente Aleixandre aprueba ahora lo que es y tal como es. No escapa como los místicos, sino que se reconoce en el mundo y en la multitud. Si no optimismo, su aceptación del mundo, de la vida, del amor, de los hombres y de la muerte, tales como son, trasciende estoica serenidad. Y sólo ellos son para el poeta, prueba existencial, seguro puerto, casi alegre reposo, clara conformidad de ser y haber sido. No huye de ellos, sino a ellos. La visión poética se convierte en realidad y no sustituye a ésta. No hay paraísos ni infiernos al otro lado de la muerte. Y el poeta –el hombre- no renuncia a este mundo: lo acepta como es. Y no trasciende su ser a los demás -¿cómo podría?-, sino que se reconoce parte de ellos: parte de un gran todo. No se trata de una penetración en la multitud: es una compenetración ontológica. Es una comunión integral de la parte con el todo, una coexistencia del hombre –el poeta- con la humanidad toda, una participación en el indivisible vivir. Vicente Aleixandre acepta lo que aparece y tal como aparece. ¿No es esta aceptación una última y sabia forma de vida, una última y sabia forma de arte?
Quisiera destacar ahora un único poema, situado en la ‘Mirada extendida’, segunda parte de los cinco que componen el libro: ‘El poeta canta por todos’. Desde su dolorosa soledad, ve pasar la gran ola de los hombres. Apenas vacila, apenas duda y se lanza al oleaje para dejarse llevar. Se sume, al fin. En la masa, ‘único ser’, y se siente acunado por aquellas olas humanas que, al derivar, le arrastran. Pero él no es algo diverso a esa masa: una misma sangre fluye y refluye de corazón a corazón.
Son miles de corazones que hacen un único corazón que te lleva.
Y dentro de ese corazón ya no existe aquel dolor de los días solitarios: voluntariamente, el poeta ha abdicado de él. Ya no sufre. Ahora canta. Y entona el canto de todos, que es también el suyo:
Un único corazón que te lleva.
Abdica de tu propio dolor. Distiende tu propio corazón contraído.
Un único corazón te recorre, un único latido sube a tus ojos, poderosamente invade tu cuerpo, levanta tu pecho, te hace
agitar las manos cuando ahora avanzas.
Y si te yergues un instante, si un instante levantas la voz,
yo sé bien lo que cantas.
Eso que desde todos los oscuros cuerpos casi infinitos se
ha unido y relampagueado,
que a través de cuerpos y almas se liberta de pronto en tu grito,
es la voz de los que te llevan, la voz verdadera y alzada
donde tú puedes escucharte, donde tú, con asombro, te reconoces.
La voz que por tu garganta, desde todos los corazones esparcidos,
se alza limpiamente en el aire.
Si, su voz es la tuya y la de todos. Y, a través de ella, todos se escuchan interiormente y, a la vez, oyen la voz del poeta: masa misma del canto, se mueven como una onda.
Y la voz se brinda a las plantas de todos, como un camino, y en ella se gravan pisadas y pisadas. Y, luego, sube, asciende, corona la montaña. Y allí, en la cima, resuena clamorosa, grandiosa y majestuosamente. Y todos cantan en ella y por ella, en la altura. Y el poeta siente el júbilo de ser tal voz bajo los cielos claros: Y es tu voz la que les expresa. Tu voz colectiva y alzada.
El canto unánime le conforta y le salva en su soledad y en la derrota del amor, en el desamor. Y deviene el nuevo amor, el nuevo objeto de su existencia: ser ‘el eco entero del hombre’.
Aún resuena hoy, al cumplirse los cincuenta años de la publicación de ‘Sombra del Paraíso’, obra maestra en el patetismo humano se funde con el patetismo de la Creación, envolviéndose en luminosas irradiaciones: mundo en que el poeta se sentía vivir ‘cual ángel desterrado de su celeste origen’.

Concha Zardoya


(En la página 7 de la revista ‘Caminar Conociendo’, número 4 de mayo de 1995)

José Mª Amigo Zamorano: León Felipe presenta a José Hierro


LEON FELIPE PRESENTA A JOSE HIERRO


(Yo, José María Amigo Zamorano, director de la revista 'Caminar Conociendo' presenté con este título a José Hierro en el Homenaje a Vicente Aleixandre en el Castilla Palacio de Magalia en el año de 1994)


Creo que para presentar a un gran poeta debe hacerlo otro gran poeta. Allá por el año 1942 y cuando era aún reciente su exilio republicano en México, decía el gran poeta León Felipe, en un inolvidable poema:

"Hay dos Españas: la del soldado y la del poeta. La de la espada fratricida y la de la canción vagabunda. Hay dos Españas y una sola canción. Y ésta es la canción del poeta vagabundo:

Franco, tuya es la hacienda,

la casa, el caballoy la pistola.

Mía es la voz antigua de la tierra.

Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo...

Mas yo te dejo mudo...

¡mudo!

y ¿cómo vas a recoger el trigo

y a alimentar el fuego

si yo me llevo la canción?"

Y continuaba diciendo que la España que se llevó la canción se llevó el salmo también... Que eso que va aullando en la ráfaga negra del Viento por todos los caminos de la Tierra... es el salmo; y que él se lo lleva en la garganta que es la garganta rota y desesperada del Hombre... No lo roba. Se lo lleva... ¡lo rescata! El salmo es suyo... ¡del poeta!.
Años después, y en carta a Cela, León Felipe se desdecía (y aquí lamento no poder leer las palabras tal y como las decía León Felipe, desgraciadamente el libro me ha desaparecido) pero más o menos venía a decir: amigo Cela, quiero desdecirme de cosas que uno ha dicho, de palabras que uno ha escrito; yo fui aquel que se autoproclamaba como el pájaro que había ido a cantar a otro lugar. También afirmé que me había llevado el salmo y la canción.
León Felipe terminaba diciendo:

mas ahora oigo voces que salen de la tierra. Esa voz... esas voces: Celaya, Hierro, Crémer, Angela Figueroa Aymerich, Nora, De Luis, para vosotros, los que os quedasteis en la casa paterna, en el huerto florido, será el salmo y la canción. Porque tal vez lo que no me podía llevar nunca era la canción que nace de la tierra....
Pues bien, una de esas voces que saludaba León Felipe y que surgía potente de entre las ruinas de la guerra del 36/39, una de esas voces que heredaba "el salmo y la canción", es José Hierro, premio Adonais, Nacional de Literatura, Príncipe de Asturias y a mí me cabe el honor de presentarlo a ustedes esta tarde.


José Mª Amigo Zamorano


(Pág. 8 del nº. 4 de la revista 'Caminar Conociendo' de mayo de 1995)

José Hierro, palabras de homenaje a Vicente Aleixandre


VICENTE ALEIXANDRE,
POETA VIGENTE
INTERVENCION DE JOSE HIERRO EN EL RECORDATORIO-HOMENAJE AL DECIMO ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE VICENTE ALEIXANDRE Y A LOS 50 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE SU LIBRO DE POESÍAS 'Sombra del Paraíso'

Las palabras de aquel gran poeta, León Felipe, que recuerda ahora D. José María Amigo Zamorano, las corrobora también Max Aub en un libro en el que abunda esa idea nostálgica que tiene el español: cuando él se va de un lugar ha acabado el mundo; sigue viviendo en su recuerdo, pero lo que queda está paralizado, muerto.
Sostenía él que la poesía, después de la muerte de Lorca y la terminación de la guerra civil, no existía. Un día, de acuerdo con la idea que tenía de la poesía, que no solamente tenía que ser buena, naturalmente, sino crítica, escribió, rectificando en otro libro, que la poesía que se hacía al día, sin nostalgias lorquianas (excelente poeta por otra parte) era la poesía que se hacía en España y dentro de España. Pese al franquismo, la censura, etc., se hacía poesía, esa poesía que estaba al día y sin alimentos nostálgicos.
Tiene mucho que ver lo anterior con el homenaje que celebramos hoy. En Las Navas del Marqués tuvo lugar el encuentro de Vicente Aleixandre con la poesía. Dámaso Alonso le puso sobre la órbita poética de los años veinte: la importante de aquel momento: la de Juan Ramón y, para Vicente Aleixandre, fundamentalmente, la de Rubén Darío.
Recordaba al llegar aquí, con una mezcla de pedantería y de evocación histórica, otro momento también histórico: el encuentro, en Granada, de Boscán con Navaggiero (1), que le enseñó la métrica italiana. Gracias a él tenemos a Boscán y, sobre todo, a Garcilaso.
Sin Las Navas, sin Vicente Aleixandre junto con Dámaso Alonso, no tendríamos al Vicente Aleixandre que hoy conocemos.
Yo era un jovenzuelo cuando conocí a Aleixandre.
El era la generosidad, la apertura, ante todo lo que llegaba, ante todo lo que podía ser estimulado. Un hombre realmente desprendido, generoso, cordial. Un hombre, además, que sabía dar la cara; me explico: por aquellos años de dictadura franquista, se celebraba semanalmente una tertulia en el Ateneo de Madrid; un día acudió un agente; pensaba que aquella tertulia podía tener algún peligro para el régimen franquista porque había habido una serie de denuncias y... total que fuimos echados de allí; hicimos entonces una especie de tertulia paralela en una librería de Madrid, la de Carmina Abril; nos reuníamos un grupo de poetas con un policía que apuntaba lo que se decía entre las gentes; y se lo mandaba a los políticos; un policía que iba oficialmente, no el chivato clandestino; nunca he podido averiguar quién pudo ser el policía; el hombre iba a ver si aquello que se había presentado a la autoridad, para ser leído, era lo mismo que se leía; era tan estúpido como ver a un ser leyendo lo que estaba escuchando por si se pasaba; incluso la estupidez llegó al extremo de que, en una ocasión, dábamos una lectura, alguien leía una breve antología de un poeta judío, Premio Nobel, no recuerdo quién era; lo cierto es que iba a leerlo Pepito Pérez; se presenta la solicitud del permiso: sellos, etc., todos los requisitos en la Dirección General de Seguridad; mas como, a la hora de la verdad, esas mismas poesías las iba a leer Juanito Gómez, el acto se suspendió.
Pues bien, Vicente Aleixandre con absoluto y total desprendimiento, él, que raramente salía de casa, excepto para ir a la Real Academia, cuando se inauguró aquella tertulia contraoficial, fue el primero que inauguró aquello con unas sillas bajitas que alquilábamos semanalmente. Estuvo allí dando la cara y demostrando con quién estaba: con los jóvenes, con la verdad y con la libertad.
¿Qué es lo que significaba Vicente Aleixandre para nosotros? Para contestar a esta pregunta habría que decir que estábamos al final ya de la guerra y que, como pensaban León Felipe y Max Aub, no había nada. ¿Qué había ocurrido? De los poetas de la generación del 27, en la que nos habíamos educado... : Guillén está en el exilio, Salinas está en el exilio, Alberti está en el exilio, Lorca ha sido asesinado, Emilio Prados está en el exilio, Luis Cernuda en el exilio... ; queda luego lo que se llamó “el exilio interior”; había un poeta, entonces no era gran poeta, era un crítico, un filólogo; había escrito un librillo, poemas puros, poemillas de ciudad... me refiero a Dámaso Alonso; y estaba, sí, estaba Vicente Aleixandre; pero mudo. ¿Cómo escribiría él después de la guerra, de lo que había ocurrido: las cárceles, los racionamientos, el millón de muertos?... ¿Cómo escribiría él?...Teníamos, los jóvenes poetas, la necesidad de un ejemplo para asirnos; lo mismo que todo niño necesita que le den la mano para andar.
Aquel ejemplo vino cuando apareció aquel libro fabuloso “Sombra del Paraíso” y por el que hoy celebramos el cincuentenario de su publicación. De pronto la poesía española va a influir en todos nosotros. Como “Hijos de la Ira” de Dámaso Alonso. Y de pronto la poesía va a renacer de sus cenizas. Los jóvenes ya tienen quien les lleve de la mano.
Luego cada uno iría por su parte.
Vicente Aleixandre tiene, en toda su obra, una enorme coherencia. He dicho alguna vez que los poetas contemporáneos son autores de obras completas; es decir: cada uno de sus libros, de sus poemas aislados, no es mas que el fotograma de una película que, relacionado con el fotograma anterior y el posterior, adquiere movimiento: la poesía no está en un poema, sino en el conjunto de todos los poemas.
Si del siglo XVII queda “Las Meninas”: todos vemos el cuadro, la España de entonces, el espíritu de la época. Si leemos “Las coplas a la muerte de su padre”, de Jorge Manrique, ¡basta! ¡es suficiente!. Pero si tenemos que elegir... ¿cuál es el cuadro de Picasso, más picassianamente característico?... Pues no hay un solo cuadro en la suma de todos ellos... ¿el precubista?, ¿el de la serie negra, azul o rosa?, ¿el cubismo ya?, ¿el de las deformaciones?... Picasso es la suma de todos ellos.
Vicente Aleixandre es, en este aspecto, un poeta contemporáneo. Cuando el superrealismo aparece en España lo hace por una necesidad: ha habido un neopopularismo que es la poesía breve, la cosita de poca extensión, el chispazo; el poeta juega; la poesía, decía Gerardo Diego, es crear lo que no veremos; se ha alejado de la vida, por lo menos de una manera directa. Entonces, Vicente Aleixandre advierte que el superrealismo es una última forma de romanticismo, es hablar, de una manera como sonámbula, onírica e irracionalmente, de aquello que tiene, dentro de nosotros, su ego. No lo racionaliza, lo expresa como a bocanadas. De ahí surge algún libro de los suyos (prescindiendo de “Ámbito” que es una primera toma de contacto con la nueva poesía): “Pasión por la Tierra” es el ser humano, hombre o mujer, que está sumido en lo más hosco, duro, negativo, feo, de la vida. Inmediatamente después, una segunda forma de entender la poesía es “La destrucción o el amor”; ¿qué es “La destrucción o el amor”: el paraíso inventado donde todo es puro, elemental; amor y muerte es lo mismo; está lleno de criaturas desnudas, de animales salvajes, de plantas silvestres; es un mundo bellísimo, un mundo lleno de fuerza y ya sin ninguna desolación.
Cuando viene la guerra, cuando acaba la misma y comienza otra vez su carrera poética, ¿qué es lo que ocurre?: aquel paraíso que habíamos visto en la “Destrucción o el amor” va a ser “Sombra del Paraíso”; un poco como en Milton “El Paraíso Perdido”; ¿qué es el poeta que se nos revela en aquel libro fundamental?: primero, un poeta orquestado, rico en palabras, en invenciones metafóricas; segundo, el ser que tiene la nostalgia de aquel anterior paraíso de “La destrucción o el amor” donde todo era elemental, puro, fuerte, dramático.
A continuación, este poeta que está como sentado en una cima contemplando el mundo, pero humanísticamente contemplado, va a entrar dentro de una intimidad, va a hacer entonces aquella “Historia del corazón” donde se nos presenta al hombre concreto. En “Sombra del Paraíso” tenemos al poeta arquetípico, en “Historia del corazón” al hombre concreto con nombre y apellidos, con sus problemas específicos, pequeños pero intensos. Un día se sale de si mismo y va a contactar con la realidad “En un vasto dominio”, en Miraflores, con las gentes sencillas, con gentes de esta época que tiene un correlato, un paralelo, con gentes de otra época; son aquellas parejas de retratos admirables; y viene ese libro “Los poemas de la consumación” donde es ya la poesía del anciano.
Es, por tanto, su poesía como la de todos los poetas contemporáneos, con altibajos, algo que nos está revelando en su profundidad como una película; que nos está contando la biografía de una persona: tenemos ahí todo Vicente Aleixandre.
Vicente Aleixandre es, para nosotros, los que entonces éramos jóvenes, un faro protector, hombre que aconseja, consuela, corrige defectos, es decir: el hombre que es guía. Hay poetas que han podido ser grandes poetas, pero que no son poetas vigentes. Vicente Aleixandre, después de acabada la guerra, en 1944, se convierte, ya, en uno de esos símbolos. Si por los años 26 o 27 se le pregunta a los jóvenes poetas que, para ellos, quién es el gran poeta, hubieran dicho: Lorca, Alberti por la vía del neopopularismo; otros, dentro de la poesía dura, hubieran respondido: Guillén. Por los años 33, 34, 35 Lorca sigue siendo un gran maestro; y Alberti empieza un poco a olvidarse como maestro vigente, no como poeta leído; y se incorpora un nuevo nombre, Pedro Salinas; cuando escribe “La voz a ti debida” o “Razón de amor”, el lector, de entonces, ve que un poeta puede estar sumido en la entraña misma de la vida y escribir de algo que antes le había parecido ridículo (becqueriano, se decía entonces despectivamente) como era el amor.
Acaba la guerra y, después de una toma de contacto, los nombres serán Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Pasados los años, Aleixandre sigue en ese pedestal de gran maestro y se añade el nombre de Luis Cernuda. De ahí, que no estemos hablando de una persona que tuvo el privilegio, o ellos (el jurado) tuvieron el acierto, de darle el Premio Nobel, sino de una criatura viva de arriba a abajo, de un gran poeta, de un maestro vigente, puesto que su vigencia y su huella se ve todavía.
Eso es lo que yo quería decirles a ustedes. Muchas gracias.

José Hierro, Castillo-Palacio de Magalia. Las Navas del Marqués, 1994.
(Revista “Caminar conociendo”, número 4. Páginas 8 y 9. Mayo de 1995)

___________
(1) Diplomático, humanista, historiador y escritor italiano, nacido en Venecia en 1483 y muerto en Blois (Francia) el 8 de mayo de 1529

Portada de 'Caminar Conociendo', Nº 4: TITULARES

PORTADA

TITULARES

VICENTE ALEIXANDRE 1994

A LOS 50 AÑOS DE ‘SOMBRA DEL PARAÍSO’

HOMENAJE EN LAS NAVAS

RECUERDO DE MANUEL ANDUJAR

JORGE VALDANO:
“El fútbol empieza en la cabeza y después pasa a los pies. En el Real Madrid da gusto ver a zamorano tomarle la lección a Raúl. Cuanto más preparado, mejor el futbolista”

Staf de la revsita 'Caminar Conociendo' nº 4

Staff de la revista ‘Caminar Conociendo’ nº 4

Dirección y coordinación:
José Mª Amigo Zamorano

Redacción y maquetación:
J.M. Amigo Zamorano
Puri Santamaría Luelmo

Algunas Ilustraciones:
María Luisa Cejudo
Úrsula Martín Asensio
(Estudiantes abulenses del Bachillerato Artístico y alumnas del taller de pintura ‘Benjamín Palencia’ que dirige el pintor Arturo Martínez)
Fotografías:
JMAZ. P. Santamaría L.

Portada:
JMAZ. P. Santamaría sobre un cuadro de Dalí

Contraportada:
Puri Santamaría sobre un cuadro de la Bauhaus

Patrocinaron este número:
*Excelentísimo Ayuntamiento de Las Navas del Marqués
*Audio-bar Mordor
*Carnicería Marcelino Manjón
*Comisiones Obreras (CC.OO)
*D. Rafael j. Peña Manjón (farmacéutico)
*Hermanos sastre
*Iglesia Parroquial
*Librería Azañedo
*Librería Ópalo (Avila)
*Obhisa, Obras Hidráulicas, SA
*Relojería-Joyería Harper
*Sastrería-Camisería José María Martín
*Ultramarinos Adrián Blanco

Distribución:
1.500 ejemplares

Edita:
Junta de la Biblioteca

Depósito legal:
AV-176-94

Imprime:
GRAFI 3

Preimpresión:
HERGAR fotocomposición

Isabel Escudero: 'Homenaje a Vicente Aleixandre'

Vicente Aleixandre

Isabel Escudero:
‘Homenaje a Vicente Aleixandre’

Doña Isabel Escudero Ríos es profesora de Psicopedagogía de la UNED, escritora y poetisa. Fue profesora de Creatividad en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. Autora de libros sobre Educación, un ensayo sobre ‘El Llanto: para una hermenéutica de las lágrimas’. Cultiva también otros géneros y colabora en diversos medios de información sobre crítica de cine, social y política. Tiene así mismo algunos libros de poemas: ‘Coser y cantar’ y ‘Cifra y aroma’. Cuando quiera. Tiene la palabra doña Isabel Escudero.


Me congratulo de que vengamos aquí esta tarde dispuestos a usar la Poesía: hacer uso de la Poesía: usarla que es lo contrario de tenerla, porque el consumo hoy día de cualquier cosa –y sobre todo de los bienes culturales como cuadros o libros- se caracteriza por la propiedad y la propiedad, ya se sabe, mata el usufructo. Bien se ve en el amor mismo, que es lo más parecido a la poesía, la necesidad de poseer al otro, de tenerlo, mata la posibilidad de disfrute, de tal manera que si es mío/a no puedo gozarlo/a. este mecanismo de apropiación es paralizante de la cosa y sustituye, de igual manera, el usar por el conocer. Las personas –para hacerlas cultas- parece que basta y se conforman con conocer el nombre y la existencia del amor: Cernuda, Lorca, Keat, Rimbaud.
Aleixandre, por ejemplo, conocer sus datos biográficos, más o menos históricos, la generación literaria a la que pertenece, y después, sin más uso ni abuso, depositarlos en los anaqueles de nuestras librerías domésticas y ya quietos para la eternidad, intocados excepto para quitarles el polvo de tarde en tarde, o para citarlos por aquí o por allá en conversaciones cultas o en escritos de ocasión ¡Mucho poeta en nuestras estanterías, pero cuándo nos aprendemos de memoria y recitamos en voz alta aún tan solo para nosotros mismos, unos versos! ¿Y que es lo que hacen con nuestros niños en las Escuelas bajo la moderna Pedagogía? Atiborrarles de datos y fechas de los autores y pocas veces, o ninguna, hacerles leer en voz alta los versos públicamente de memoria, como al menos, cuando yo era niña, algunos buenos Maestros de Escuela nos enseñaban. La tendencia actual de la Cultura en el Mundo Progresado es: que el autor se come la obra, la firma del pintor es lo que vale de un cuadro, y se le suele llamar al cuadro por el nombre del autor: un Dalí, un Picasso, etc.; hoy día la firma del autor es dinero, es lo que da credibilidad: Crédito, que es la forma actual idealizada del dinero (ver el caso de las tarjetas de crédito avaladas por la firma personal); y promocionar una firma es hacer negocio, invertir en Cultura. Afortunadamente la Poesía no ha caído, tan descaradamente como la Pintura en el mundo del dinero, pero también le hace el juego, a menor escala naturalmente, y así no hay Caja de Ahorro o Banco que no tenga su Premio de Poesía, al menos como detalle redentor, o para desgravar a Hacienda. Y si al menos esa docilidad valiera para realmente propagar la poesía y que las gentes leyeran, aprendieran y recitaran, públicamente por podios y plazas, tendría alguna gracia, pero lo habitual es que se hable bastante y hasta en demasía, en cenáculos culturales, de los nombres y hazañas de los poetas, y se olviden sus poesías. Y digo recitar públicamente, y no solo en la privacidad de cada uno, porque la poesía cuando acierta es de por sí pública y política (en el sentido de la Política que no hacen los Políticos que hacen la Política), es decir conmovedora de la vida, tanto privada como pública, de cualquier ciudadano. Es vivamente política porque ad la voz a la razón de la verdad en contra de los intereses de la Realidad; da voz a lo hondo del corazón y el deseo de las gentes. Donde tú y yo somos cualquiera y somos iguales. Fijaos que tú y el yo líricos, son como el yo y el tú gramatical, intercambiables e impersonales. Como dice D. Antonio Machado en aquella copla:

Con el tu de mi canción,
No et aludo compañero,
Ese tú soy yo.

Y viceversa también es verdad, como dice en otra copla:

La verdad es lo que es:
Y sigue siendo verdad
Aunque se diga al revés.

Es por eso que yo vengo aquí esta tarde a olvidar, en el buen sentido, el nombre propio del poeta, y dar voz a la poesía, a ‘sus’ versos, poemas que cuando aciertan –y ese es el caso frecuente de Aleixandre- dejan de ser suyos para ser de cualquiera, para volver al aire de donde brotaron, y a la razón y al corazón común. Porque aquellos que tenemos ese, cada día más extraño oficio de cantar y contar sílabas, de desvelar, desde la verdad de la poesía, las mentiras de la Realidad, sentimos de alguna manera, que al acertar en algún verso ya deja de ser nuestro, se nos escapa, ya es de nadie y de cualquiera, y solo cuando son malos los versos es cuando los reconoce como propios y personales.
Por eso bien querría yo que nuestro recital de Vicente Aleixandre, en estos mismos parajes, y en estos mismos cielos donde se formaron, en una tarde como esta, algunos de estos versos, que estáis escuchando, nos haga sentir hoy con la misma frescura de ayer su palpitante eternidad. Sea pues este acto poético a su vez un acto de rebelión contra el tiempo, pues por voz de la poesía sigue Aleixandre vivo aquí esta tarde.

Isabel Escudero Ríos

( página 11 de la revista ‘Caminar Conociendo’ número 4 de mayo de 1995)

Isabel Escudero recita 'Niñita de pelo rubio' de Aleixandre


Isabel Escudero recita ‘Niñita de pelo rubio’ de Vicente Aleixandre
Niñita de pelo rubio
Y pupilas de cristal,
Niñita del hada buena
Y del blanco delantal,

Dime si en tu caminito
Has visto a mi amor llorar
Porque se murió su abuela,
Su abuelita secular.

Dime si en el monte aquel
Aún llorando allí estará,
Y si encontraré el camino
Y la podré consolar.

Llegaré pronto en un vuelo
Y al verme sonreirá,
Y en sus ojos un rayito
De sol dulce brillará.

La besaré en las mejillas
Como a un niño al despertar,
Y le enjugaré los ojos
Con el blanco delantal.

En su mirada, la tarde
Un último adiós pondrá,
Y tras el monte, en la sierra,
El sol se oscurecerá.

Volveremos abrazados
Por el camino real.
Yo le iré contando un cuento
Y ella me sonreirá…

Al llegar al cementerio
Entraremos a rezar,
Y en la tumba de su abuela
Aún la tenga de besar.

Luego saldremos cantando
-la luna aparecerá-.
Yo le iré contando un cuento
Y ella me sonreirá…

Niñita de pelo rubio
Y del blanco delantal,
Dime si en tu caminito
Has visto a mi amor llorar.

(Sicut J. R. J. Enero de 1919)

Del libro ‘ALBUM. Versos de juventud’. Tusquets Editores, 1993

(en la revista ‘Caminar Conociendo’, pág. 12 del nº 4 de mayo de 1995)



miércoles, 14 de marzo de 2007

Carmina Casala, homenajeó a Vicente Aleixandre


Carmina Casala:

Accesit del Premio Rafael Morales de 1982, Premio Ibn Jafaya de 1985, accesit del Premio Adonais del año 1987 con la obra 'Lava de labios y otros'. Las obras de doña Carmina Casala Díaz-Alejo han sido traducidas a varios idiomas incluidos el oria y el polaco. Nacio en Atienza (Gaudalajara) Tiene la palabra Carmina Casala.


¡Hola!, buenas tardes. Yo pertenezco a una generación que llegó a la obra de Vicente Aleixandre primero a través de los ojos y de la curiosidad; y después a través del corazón. Desde el corazón y con agradecimiento que se debe a esas personas que te abren mundos (y él los abrió), me voy a sumar a este homenaje leyendo dos poemas suyos: el primero de su libro 'Nacimiento último' y titulado 'El moribundo':



EL MORIBUNDO
I
PALABRAS
Él decía palabras.
Quiero decir palabras, todavía palabras.
Esperanza. El Amor. La Tristeza. Los Ojos.
Y decía palabras,
mientras su mano ligeramente débil sobre el lienzo aún vivía.
Palabras que fueron alegres, que fueron tristes, que fueron soberanas.
Decía moviendo los labios, quería decir el signo aquel;
el olvidado, ese que saben decir mejor dos labios,
no, dos bocas que fundidas en soledad pronuncian.
Decía apenas un signo leve como un suspiro, decía un aliento,
una burbuja; decía un gemido y enmudecían los labios,
mientras las letras teñidas de un carmín en su boca
destellaban muy débiles, hasta que al fin cesaban.

Entonces alguien, no sé, alguien no humano,
alguien puso unos labios en los suyos.
Y alzó una boca donde sólo quedó el calor prestado,
las letras tristes de un beso nunca dicho.
II
EL SILENCIO

Miró, miró por último y quiso hablar.
Unas borrosas letras sobre sus labios aparecieron.
Amor. Sí, amé. He amado. Amé, amé mucho.
Alzó su mano débil, su mano sagaz, y un pájaro
voló súbito en la alcoba. Amé mucho, el aliento aún decía.
Por la ventana negra de la noche las luces daban su claridad
sobre una boca, que no bebía ya de un sentido agotado.
Abrió los ojos. Llevó su mano al pecho y dijo:
Oídme.
Nadie oyó nada. Una sonrisa oscura veladamente puso su dulce máscara
sobre el rostro, borrándolo.
Un soplo sonó. Oídme. Todos, todos pusieron su delicado oído.
Oídme. Y se oyó puro, cristalino, el silencio.
Vicente Aleixandre
('Nacimiento último')
EN LA PÁGINA 10 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' NÚMERO 4 DE MAYO DE 1995

José Mª Muñoz Quirós: 'Vicente Aleixandre, un nuevo nacer'



José Mª Muñoz Quirós: ‘Vicente Aleixandre, un nuevo nacer’

Conocido poeta abulense de una febril actividad en el campo de la literatura, D. José Mª Muñoz Quirós ha tenido ya varios premios, siendo el primero el del Ateneo de Salamanca. Autor de numerosos libros de poesía: ‘Carpe Diem’, ‘La estancia’, ‘ternura extraña’… Desde el nacimiento de la revista ‘Caminar Conociendo’ ha colaborado de una manera desinteresada con nosotros. Tiene la palabra D. José Mª Muñoz Quirós.


20 años decisivos veraneó el poeta Vicente Aleixandre en Las Navas del Marqués. Desde la adolescencia a la juventud pudo conocer la luz rotunda de estas tierras de pinares, el horizonte infinito de estos cielos castellanos. Pero el hecho decisivo se produce cuando un jovencísimo Aleixandre se encuentra con Dámaso Alonso, que también pasaba su veraneo en Las Navas. Un nuevo nacer surgía, inolvidable y absoluto, porque va a suponer una decisión vital para el joven Vicente: el conocimiento de lo poético como revelación misteriosa y desconocida, ni tan siquiera sospechada.
José Luis Cano nos da noticia de este suceso, y es en el propio epistolario de este poeta donde encontramos las más claras referencias.
Han pasado 40 años desde aquellos veranos de Las Navas del Marqués, Vicente Aleixandre es ya un poeta de primera línea que está culminando su quehacer lírico extraordinario. En carta personal, el 6 de agosto de 1965, Aleixandre escribe a José Luis Cano:
“El día 10 iremos a Las Navas, tan memorable para mí, donde pasé los veranos de mis 13 a 22 años. Años decisivos. No he vuelto desde hace 40 y me atrae mucho ver aquello de nuevo, meterme en el tiempo mágico y deambular por su aire suspenso. Ya sabes lo sensible que soy a estas reversiones y resurrecciones casi físicas”.
La última expresión de la carta es muy significativa: Aleixandre deseaba una resurrección de la memoria a través del encuentro impactante de los lugares reveladores de sus años críticos.
Y se produjo la reversión y la revelación del tiempo ido, la fusión de los tiempos enredándose en una atmósfera que impactó su vivir y su crear: 2 textos de una gran importancia han dejado constancia de aquel momento.
En primer lugar, el poema ‘El pasado: Villa Pura’, que fue incluido en el poemario ‘Poemas de consumación’, publicado 3 años después de su retorno físico a Las Navas. En este poema Vicente Aleixandre recibe, frente a sus sueños de identidad de un tiempo, el impacto de las cosas, el conocimiento primero de la vida como génesis de sus posteriores relaciones con el mundo:

Aquí en la casa chica,
Tres árboles delante, la puerta en pie, el sonido:
Todo persiste o muerto,
Cuando cruzo. Me acuerdo: ‘Villa Pura’.
Pura de qué; del viento.
Aquí ese niño puso
En pie el temblor. Aquí miró la arena
Muerta,
El barro como un guante,
La luz como sus pálidas mejillas
Y el oro viejo dando
En el cabello un beso
Sin ayer. Hoy, mañana.
Las hojas han caído, o de la tierra al árbol
Subieron hoy
Y aún fingen
Pasión, estar, rumor. Y cruzo
Y no dan sombra,
Pues que son. Y no hay humo.
Velar. Vivir. No
Puedo,
No debo
Recordar. Nada vive. Telón que el viento mueve
Sin existir. Y callo.

El recuerdo es poderoso porque atrapa, porque sus pasillos le conducen hasta el punto inicial del sentido. Se abre un abismo impresionante, una sima de imposible conexiones con el pasado.
El segundo poema no fue publicado en vida de Vicente Aleixandre. Carlos Bousoño lo publica en la revista ‘El Ciervo’ en el año de 1986, 2 años más tarde la muerte del poeta. Se trata de un texto recurrente pero de una impresionante intensidad, con una estela de extraña melancolía en cada letra. El poema se titula ‘Memoria’:

Aquí está, delante de esta ermita,
Tu figura de niño. El cirio funeral, la cruz
Arcaica.
Las cabras lacias que sin luz volvían.
Mudo el mimbre de la noche.
Seras hospitalarias, tristes modos,
No son oscuras heces
De un ayer ahí varado,
Finado; ahí insepulto.
Recordar es obsceno. El ave nace y debe
No volver. La luz más pura, olvida.
Las aguas ignoran su retorno y despiden
Su fulgor hoy, naciendo.
Ah, libertad del día intacto.

Se advierte en este poema la soledad frente al pasado, incorporando a su vivir todo lo ya vivido. Es la memoria que no debe transgredir más de lo necesario porque ‘recordar es obsceno’, dentro de los significados que para Vicente Aleixandre tiene la palabra obscenidad.
Estos 2 poemas fueron el resultado creativo de la vuelta física a Las Navas del Marqués, porque el vuelo espiritual fue constante, y mucho más aún la huella por la que el joven Aleixandre se encuentra con el saber poético de la mano de Rubén Darío. El texto clave de esta revelación es ‘Rubén Darío en un pueblo castellano’, en esta ocasión lo escribe en prosa, a modo de encuentro, y fue publicado por vez primera en la ‘Revista de Occidente’, pero nunca incorporado a su serie de semblanzas ‘Los Encuentros’. Su publicación ha sido realizada en el libro reciente ‘Prosas Recobradas’ que recopiló Alejandro Duque Amusco.
La importancia de lo que nos cuenta Aleixandre radica en la revelación de su proceso inicial con la escritura. Nos dice el poeta: ‘Cada poeta tendrá su sencilla historia que relatar. En el complejo de la experiencia humana, el conocimiento de la poesía por un poeta no sé si siempre estará tan nítidamente diferenciado en el recuerdo. Para mi tiene un nombre y un bulto concreto. Por é accedí al descubrimiento de una verdad, y en último término a la de mi mismo’.
Rubén es pues la figura del reconocimiento, y aquellas Navas del Marqués y aquel año de 1917 la fecha de la nueva realidad.
No se puede decir mejor y más claro. El momento mágico y poderoso de la nueva existencia se derrama entre los vientos y las luces de Las Navas del Marqués, le asedia el encuentro del misterio y le culmina la plenitud de lo poético. A partir de este instante hay que hablar de otro Vicente Aleixandre, hay que poner una barrera divisoria con un tono existencial distinto. La realidad queda inundada de una luz diferente, y las entretelas de del joven Aleixandre se nutren de nuevo conocimiento arrebatador y hondísimo.
Podemos decir que se produce un segundo nacer, un renacer con todas las consecuencias, y esa verdad se suscita en Las Navas del Marqués, de la mano del sosiego estival, en la soledad del hombre y sus entornos y con la palabra sacudidora de Rubén Darío ¡Qué hermosa conjunción!
Porque los nacimientos son tantos y tan diversos, y el nacer a la poesía tan esencial para el que recibe sus aguas mágicas y misteriosas. Vicente Aleixandre no pudo nunca olvidar este rincón de Castilla, y en la memoria irá, como prendida por una luz sin orillas, la silueta total y eterna del origen que transformó su vivir para siempre en otro nacer, infinitamente mayor que el nacer a la vida.

José María Muñoz Quirós

(de las páginas 12 y 13 de la revista ‘Caminar Conociendo’ número 4 de mayo de 1995 de homenaje a Vicente Aleixandre)

martes, 13 de marzo de 2007

José Hierro, palabras de homenaje a Vicente Aleixandre



VICENTE ALEIXANDRE,
POETA VIGENTE

INTERVENCION DE JOSE HIERRO EN EL RECORDATORIO-HOMENAJE AL DECIMO ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE VICENTE ALEIXANDRE Y A LOS 50 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE SU LIBRO DE POESÍAS 'Sombra del Paraíso'

Las palabras de aquel gran poeta, León Felipe, que recuerda ahora D. José María Amigo Zamorano, las corrobora también Max Aub en un libro en el que abunda esa idea nostálgica que tiene el español: cuando él se va de un lugar ha acabado el mundo; sigue viviendo en su recuerdo, pero lo que queda está paralizado, muerto.

Sostenía él que la poesía, después de la muerte de Lorca y la terminación de la guerra civil, no existía. Un día, de acuerdo con la idea que tenía de la poesía, que no solamente tenía que ser buena, naturalmente, sino crítica, escribió, rectificando en otro libro, que la poesía que se hacía al día, sin nostalgias lorquianas (excelente poeta por otra parte) era la poesía que se hacía en España y dentro de España. Pese al franquismo, la censura, etc., se hacía poesía, esa poesía que estaba al día y sin alimentos nostálgicos.Tiene mucho que ver lo anterior con el homenaje que celebramos hoy. En Las Navas del Marqués tuvo lugar el encuentro de Vicente Aleixandre con la poesía. Dámaso Alonso le puso sobre la órbita poética de los años veinte: la importante de aquel momento: la de Juan Ramón y, para Vicente Aleixandre, fundamentalmente, la de Rubén Darío.

Recordaba al llegar aquí, con una mezcla de pedantería y de evocación histórica, otro momento también histórico: el encuentro, en Granada, de Boscán con Navaggiero (1), que le enseñó la métrica italiana. Gracias a él tenemos a Boscán y, sobre todo, a Garcilaso.

Sin Las Navas, sin Vicente Aleixandre junto con Dámaso Alonso, no tendríamos al Vicente Aleixandre que hoy conocemos.

Yo era un jovenzuelo cuando conocí a Aleixandre.

El era la generosidad, la apertura, ante todo lo que llegaba, ante todo lo que podía ser estimulado. Un hombre realmente desprendido, generoso, cordial. Un hombre, además, que sabía dar la cara; me explico: por aquellos años de dictadura franquista, se celebraba semanalmente una tertulia en el Ateneo de Madrid; un día acudió un agente; pensaba que aquella tertulia podía tener algún peligro para el régimen franquista porque había habido una serie de denuncias y... total que fuimos echados de allí; hicimos entonces una especie de tertulia paralela en una librería de Madrid, la de Carmina Abril; nos reuníamos un grupo de poetas con un policía que apuntaba lo que se decía entre las gentes; y se lo mandaba a los políticos; un policía que iba oficialmente, no el chivato clandestino; nunca he podido averiguar quién pudo ser el policía; el hombre iba a ver si aquello que se había presentado a la autoridad, para ser leído, era lo mismo que se leía; era tan estúpido como ver a un ser leyendo lo que estaba escuchando por si se pasaba; incluso la estupidez llegó al extremo de que, en una ocasión, dábamos una lectura, alguien leía una breve antología de un poeta judío, Premio Nobel, no recuerdo quién era; lo cierto es que iba a leerlo Pepito Pérez; se presenta la solicitud del permiso: sellos, etc., todos los requisitos en la Dirección General de Seguridad; mas como, a la hora de la verdad, esas mismas poesías las iba a leer Juanito Gómez, el acto se suspendió.

Pues bien, Vicente Aleixandre con absoluto y total desprendimiento, él, que raramente salía de casa, excepto para ir a la Real Academia, cuando se inauguró aquella tertulia contraoficial, fue el primero que inauguró aquello con unas sillas bajitas que alquilábamos semanalmente. Estuvo allí dando la cara y demostrando con quién estaba: con los jóvenes, con la verdad y con la libertad.

¿Qué es lo que significaba Vicente Aleixandre para nosotros? Para contestar a esta pregunta habría que decir que estábamos al final ya de la guerra y que, como pensaban León Felipe y Max Aub, no había nada. ¿Qué había ocurrido? De los poetas de la generación del 27, en la que nos habíamos educado... : Guillén está en el exilio, Salinas está en el exilio, Alberti está en el exilio, Lorca ha sido asesinado, Emilio Prados está en el exilio, Luis Cernuda en el exilio... ; queda luego lo que se llamó “el exilio interior”; había un poeta, entonces no era gran poeta, era un crítico, un filólogo; había escrito un librillo, poemas puros, poemillas de ciudad... me refiero a Dámaso Alonso; y estaba, sí, estaba Vicente Aleixandre; pero mudo. ¿Cómo escribiría él después de la guerra, de lo que había ocurrido: las cárceles, los racionamientos, el millón de muertos?... ¿Cómo escribiría él?...Teníamos, los jóvenes poetas, la necesidad de un ejemplo para asirnos; lo mismo que todo niño necesita que le den la mano para andar.

Aquel ejemplo vino cuando apareció aquel libro fabuloso “Sombra del Paraíso” y por el que hoy celebramos el cincuentenario de su publicación. De pronto la poesía española va a influir en todos nosotros. Como “Hijos de la Ira” de Dámaso Alonso. Y de pronto la poesía va a renacer de sus cenizas. Los jóvenes ya tienen quien les lleve de la mano.

Luego cada uno iría por su parte.

Vicente Aleixandre tiene, en toda su obra, una enorme coherencia. He dicho alguna vez que los poetas contemporáneos son autores de obras completas; es decir: cada uno de sus libros, de sus poemas aislados, no es mas que el fotograma de una película que, relacionado con el fotograma anterior y el posterior, adquiere movimiento: la poesía no está en un poema, sino en el conjunto de todos los poemas.

Si del siglo XVII queda “Las Meninas”: todos vemos el cuadro, la España de entonces, el espíritu de la época. Si leemos “Las coplas a la muerte de su padre”, de Jorge Manrique, ¡basta! ¡es suficiente!. Pero si tenemos que elegir... ¿cuál es el cuadro de Picasso, más picassianamente característico?... Pues no hay un solo cuadro en la suma de todos ellos... ¿el precubista?, ¿el de la serie negra, azul o rosa?, ¿el cubismo ya?, ¿el de las deformaciones?... Picasso es la suma de todos ellos.

Vicente Aleixandre es, en este aspecto, un poeta contemporáneo. Cuando el superrealismo aparece en España lo hace por una necesidad: ha habido un neopopularismo que es la poesía breve, la cosita de poca extensión, el chispazo; el poeta juega; la poesía, decía Gerardo Diego, es crear lo que no veremos; se ha alejado de la vida, por lo menos de una manera directa. Entonces, Vicente Aleixandre advierte que el superrealismo es una última forma de romanticismo, es hablar, de una manera como sonámbula, onírica e irracionalmente, de aquello que tiene, dentro de nosotros, su ego. No lo racionaliza, lo expresa como a bocanadas. De ahí surge algún libro de los suyos (prescindiendo de “Ámbito” que es una primera toma de contacto con la nueva poesía): “Pasión por la Tierra” es el ser humano, hombre o mujer, que está sumido en lo más hosco, duro, negativo, feo, de la vida. Inmediatamente después, una segunda forma de entender la poesía es “La destrucción o el amor”; ¿qué es “La destrucción o el amor”: el paraíso inventado donde todo es puro, elemental; amor y muerte es lo mismo; está lleno de criaturas desnudas, de animales salvajes, de plantas silvestres; es un mundo bellísimo, un mundo lleno de fuerza y ya sin ninguna desolación.

Cuando viene la guerra, cuando acaba la misma y comienza otra vez su carrera poética, ¿qué es lo que ocurre?: aquel paraíso que habíamos visto en la “Destrucción o el amor” va a ser “Sombra del Paraíso”; un poco como en Milton “El Paraíso Perdido”; ¿qué es el poeta que se nos revela en aquel libro fundamental?: primero, un poeta orquestado, rico en palabras, en invenciones metafóricas; segundo, el ser que tiene la nostalgia de aquel anterior paraíso de “La destrucción o el amor” donde todo era elemental, puro, fuerte, dramático.

A continuación, este poeta que está como sentado en una cima contemplando el mundo, pero humanísticamente contemplado, va a entrar dentro de una intimidad, va a hacer entonces aquella “Historia del corazón” donde se nos presenta al hombre concreto. En “Sombra del Paraíso” tenemos al poeta arquetípico, en “Historia del corazón” al hombre concreto con nombre y apellidos, con sus problemas específicos, pequeños pero intensos. Un día se sale de si mismo y va a contactar con la realidad “En un vasto dominio”, en Miraflores, con las gentes sencillas, con gentes de esta época que tiene un correlato, un paralelo, con gentes de otra época; son aquellas parejas de retratos admirables; y viene ese libro “Los poemas de la consumación” donde es ya la poesía del anciano.

Es, por tanto, su poesía como la de todos los poetas contemporáneos, con altibajos, algo que nos está revelando en su profundidad como una película; que nos está contando la biografía de una persona: tenemos ahí todo Vicente Aleixandre.

Vicente Aleixandre es, para nosotros, los que entonces éramos jóvenes, un faro protector, hombre que aconseja, consuela, corrige defectos, es decir: el hombre que es guía. Hay poetas que han podido ser grandes poetas, pero que no son poetas vigentes. Vicente Aleixandre, después de acabada la guerra, en 1944, se convierte, ya, en uno de esos símbolos. Si por los años 26 o 27 se le pregunta a los jóvenes poetas que, para ellos, quién es el gran poeta, hubieran dicho: Lorca, Alberti por la vía del neopopularismo; otros, dentro de la poesía dura, hubieran respondido: Guillén. Por los años 33, 34, 35 Lorca sigue siendo un gran maestro; y Alberti empieza un poco a olvidarse como maestro vigente, no como poeta leído; y se incorpora un nuevo nombre, Pedro Salinas; cuando escribe “La voz a ti debida” o “Razón de amor”, el lector, de entonces, ve que un poeta puede estar sumido en la entraña misma de la vida y escribir de algo que antes le había parecido ridículo (becqueriano, se decía entonces despectivamente) como era el amor.

Acaba la guerra y, después de una toma de contacto, los nombres serán Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Pasados los años, Aleixandre sigue en ese pedestal de gran maestro y se añade el nombre de Luis Cernuda. De ahí, que no estemos hablando de una persona que tuvo el privilegio, o ellos (el jurado) tuvieron el acierto, de darle el Premio Nobel, sino de una criatura viva de arriba a abajo, de un gran poeta, de un maestro vigente, puesto que su vigencia y su huella se ve todavía.

Eso es lo que yo quería decirles a ustedes. Muchas gracias.

José Hierro, Castillo-Palacio de Magalia. Las Navas del Marqués, 1994.
(Revista “Caminar conociendo”, número 4. Páginas 8 y 9. Mayo de 1995)

(*) Diplomático, humanista, historiador y escritor italiano, nacido en Venecia en 1483 y muerto en Blois (Francia) el 8 de mayo de 1529

ANTONIO QUINTANA en el Homenaje a Vicente Aleixandre en Las NAVAS


Vicente Aleixandre

A continuación tiene la palabra D. Antonio Quintana a quien, como él mismo dice, Aleixandre le brindó su amistad. Es cordobés. Pintor y poeta. Estudió Bellas Artes. En el 1973 recibe el accesit del Premio Adonais y en el 74 inicia una serie de exposiciones que le lleva desde Córdoba ahsta Madrid, Caracas, Atenas, etc. Después recibió algunos premios más de poesía. Incluso el Ministerio de Cultura le da una Ayuda a la Creación lietraria. Tiene publicados varios libros.

ANTONIO QUINTANA:



¡Hola, muy buenas tardes!: yo era un joven pintor, un joven andaluz que vino a Madrid para aprender pintura y resulta que se me ocurrió escribir poesía después de leer un libro de Vicente Aleixandre titulado 'Espadas como labios'; es un libro que influyó enormemente en mi quehacer lietrario, aunque mi poesía no haya sido nunca surrealista, pero si no hubiese sido por esa citada poesía no hubiese escrito la poesía que escribí. Luego tuve ocasión de ser amigo de Aleixandre, de visitarlo en su casa, incluso de ilustrar alguno de sus poemas; algunas ilustraciones andan por esta sala expuestas que las ha traído un amigo, Alfonso Silván. Fui uno de tantos jóvenes que iba por Velintonia a leer sus poemas, a visitarlo; incluso a darle la lata (de vez en cuando9 también le molestábamos un poco); y fui tanto tiempo, hasta que murió Aleixandre, siguiendo por su casa; así que me voy a limitar un poquito a leer un par de poemas de ese libro mencionado por mí 'Espadas como labios':





Salón

Un pájaro de papel
y una pluma encarnada,
y una furia de seda,
y una paloma blanca.

Todo un ramo de mirto
o de sombras coloreadas,
un mármol con latidos
y un amor que se avanza.

Un vaivén obsequioso
de momentos o pausas,
un salón de walquirias
o de damas desmayadas.

Una música o nardo
o una telas de araña,
un jarrón de cansancios
y de polvos o nácar...

Todo dulce y dolido,
todo de carne blanca;
amarillez y ojera,
y pábilo y estancia.

Amor, vueltas, caídas,
mariposas, miradas,
sonrisas como alambres
donde la cera canta;

pájaros, cajas, música,
mangas, vuelos y danzas,
con los pechos sonando
bajo las llamas pálidas.

Cinturas o saliva,
hilos de finas platas,
besos por los dorados
limones que colgaban.

Tú, calor que ascendiendo
chocas carnes de latas,
pones besos o líquenes
por humedades bajas,

llevas vientres o conchas
o perezosas barcas
y axilas como rosas
sueltas de madrugada,

misterios de mejillas
a la deriva amadas
y oídos y cabello,
desmayos, voces bajas...

Golfo ancho detenido
junto a la orilla baja,
salón de musgo y luna
donde el amor es alga,

donde los trajes húmedos
son piel que no se arranca
cuando entre polca y brisa
despunta hacia el alba.

Vicente Aleixandre
(Espadas como labios)

Debajo 2 grabados de Antonio Quintana. Todo ello en la página 14 de la revista 'Caminar Conociendo' del número 4 de mayo de 1995

Vicente Aleixandre y el Romancero Republicano de la Guerra del 39-39

ANTONIO RAMOS GASCÓN

D. Antonio Ramos Gascón, Director Generaal de la Fundación José Ortega y Gasset y profesor de literatura española en la Universidad de Minnessota, recordó sus lecturas juveniles del Premio Nobel, 'Historia del corazón' y otros. Extendiéndose acerca de las conexiones con el Romancero Republicano de Fuerra a partir de un prólogo de Miguel Hernández a una edición de 'Vientos del Pueblo' en el que afirmaba que, su poesía, surgía del mismo 'venero' que la de Lorca, Aleixandre... lo que llenó de desconcierto a D. Antonio Ramos Gascón. Investigando en el romancero de guerra, ya en tierras californianas, encontró romances de Vicente Aleixandre alentando la lucha de los milicianos. Ardua labor si se tiene en cuenta que, este romancero tiene, según sus cálculos, cerca de 10.000 poemas y alrededor de 4.000 autores. Para ilustrar su intervención que, al decir de los presentes fue acsi de congreso, repartió entre los presentes al homenaje estos poemas (romances) que van a continuación (uno de ellos ya lo hemos copiados hace días titulado 'Romance del fusilado) uno de cuales leyó. Lamentamos no poder ofrecerle su intervención ya que causas ajenas a la revista lo han imposibilitado. Para los interesados en este aspecto (aspecto que según D. Antonio Ramos Gascón se ha estudiado muy poco dada la impertinencia de andar revolviendo entre papeles para sacar a luz algo que se quiere olvidar de una manera 'un tanto paulina') del gran poeta, le recomendamos el libro 'Nuevos poemas varios' de la editorial Plaza y Janés del año 1987, recopilación de Alejandro Duque Amusco y edición de Irma Emiliozzi y A. Duque Amusco, que recoge estos y otros poemas como 'Funeral por Che Guevara' y 'Oda a los niños de Madrid muertos por la metralla' en el capítulo titulado 'En la aurora de sangre (poesía y compromiso)' del que esta biblioteca tiene un ejemplar fotocopiado de la Biblioteca Nacional.







El miliciano desconocido,
Frente de Madrid (*)



No me preguntéis su nombre.
Le tenéis ahí en el frente,
por las orillas del río:
toda la ciudad lo tiene.
Cada mañana se alza,
cuando la aurora lo envuelve
con un resplandor de vida
y no resplandor de muerte.
Cada mañana se alza,
como un acero se yergue,
y donde pone sus ojos
una luz mortal esplende.
No me preguntéis su nombre
que no habrá quien lo recuerde.
Cada día se levanta
con la aurora o el poniente,
salta, empuña, avanza, arrolla,
mata, pasa, vuela, vence;
donde se planta allí queda;
como la roca, no cede;
aplasta como montaña
y como flecha hiere.
Madrid entero lo adivina;
Madrid late por sus sienes;
sus pulsos vibran hirviendo
de hermosa sangre caliente,
y en su corazón rugiendo
cantan millones de seres.
No sé quién fue, quién ha sido;
¡Toda la ciudad lo tiene!
¡Madrid, a su espalda, lo alienta,
Madrid entero le sostiene!
¡Un cuerpo, un alma, una vida
como un gigante se yergue
a las puertas de Madrid
del miliciano valiente!
¿Es alto, rubio, delgado?
¿Moreno, apretado, fuerte?
Es como todos. ¡Es todos!
¿Su nombre? Su nombre ruede
sobre el estrépito ronco,
ruede vivo entre la muerte;
ruede como una flor viva,
siempre viva para siempre.
Se llama Andrés o Francisco,
se llama Pedro Gutiérrez,
Luis o Juan, Manuel, Ricardo,
José, Lorenzo, Vicente...
Pero. ¡Se llama sólo
Pueblo Invicto para siempre!









Vicente Aleixandre


(*) 'Al Ataque', nº 3, 23 de enero de 1937



TOMADO DE LA PÁGINA 15 DEL Nº 4 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' DE MAYO DE 1995

ALFONSO SILVAN recita 'Criaturas en la aurora'

En este mismo lugar presentó el número 2 de la revista de nuestra biblioteca el pasado año y las personas que le escuchamos no podemos aún olvidar la conmovedora lectura que hizo de algunos poemas de Cavafis. Es toledano y no madrileño como le presentamos antaño. Catedrático de griego y traductor de Cavafis...) Su traducción al castellano de la obra completa de Cavafis, por primera vez en España, es ya un clásico.



Alfono Silván:
Muchas gracias a todos ustedes por su acogida y especialmente a las personas que han organizado este acto y que han pensado que yopodría aportar algo aunque fuera un grano de arena. Se me ha presentado como traductor y asi me conocen algunos de ustedes ya que me complació colaborar con el anterior número de la revista 'Caminar Conociendo' con esta faceta tan importante en mi vida. La misión del traductor se justifica en tanto que con ella facilita a muchos la aproximación a un texto que de otro modo sería muy difícil aproximarse al mismo y es consecuencia fundamental del amor por la lectura y de la necesidad que se siente de trasmitir, de hacer participar en alguien de una experiencia propia personal. El amor por la lectura de los poetas, entre ellos Vicente Aleixandre, me llevó a hacer participar a ella a cierta persona, un amigo a quien una limitación física le dificultaba la lectura entonces. Como muchos textos todavía no estaban editados en tipo de escritura que permite a quienes tienen esa limitación de realizarla directamente por si mismos. De los poemas que yo leía, en aquel tiempo, para mi amigo se encuentra este que he elegido para leerlo también aquí, para los presentes, para el propio autor presente en nuestras emociones, donde pienso que más le gustaba estar. He elegido 'Criaturas en la aurora' del libro de Vicente Aleixandre 'Sombra del Paraíso' que recordamos en este homenaje al poeta, no porque sea un poema representativo (que tal vez lo sea) sino por una cuestión afectiva mía. El amor por la lectura de este poema, el alta voz, para compartirla engendraba amor, amor de amigo al realizarla, y ello creo que corresponde plenamente al espíritu de la obra de Vicente Aleixandre. Está en el poema, y en lo que ofrezco en este homenaje como restitución de un fruto que le pertenece en realidad; no es la primera vez que lo leo como homenaje póstumo a su autor: al día siguiente de enterarme de la triset noticia de la marcha de entre nosotros, me levanté pronto y quise entregarle el fruto, su fruto, para el viaje último al mundo de abajo, con un mensaje grabado en la carne: 'recuerda, no beber nunca, nunca de la fuente del olvido, siempre, siempre de la fuente de la memoria'; leí en solitario en voz alta el poema, ahora lo haré aquí:








CRIATURAS EN LA AURORA

De Vicente Aleixandre

Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia.
Entre las flores silvestres recogisteis cada mañana
el último, el pálido eco de la postrer estrella.
Bebisteis ese cristalino fulgor,
que con una mano purísima
dice adiós a los hombres detrás de la fantástica presencia montañosa.
Bajo el azul naciente,
entre las luces nuevas, entre los puros céfiros primeros,
que vencían a fuerza de candor a la noche,
amanecisteis cada día, porque cada día la túnica casi húmeda
se desgarraba virginalmente para amaros,
desnuda, pura, inviolada.
Aparecisteis entre la suavidad de las laderas,
donde la hierba apacible ha recibido eternamente el beso instantáneo de la luna.
Ojo dulce, mirada repentina para un mundo estremecido
que se siente inefable más allá de su misma apariencia.
La música de los ríos, la quietud de las alas,
esas plumas que todavía con el recuerdo del día se plegaron
para el amor como para el sueño,
entonaban su quietísimo éxtasis
bajo el mágico soplo de la luz,
luna ferviente que aparecida en el cielo
parece ignorar su efímero destino transparente.
La melancólica inclinación de los montes
no significaba el arrepentimiento terreno
ante la inevitable mutación de las horas:
era más bien la tersura, la mórbida superficie del mundo
que ofrecía su curva como un seno hechizado.
Allí vivisteis. Allí cada día presenciasteis la tierra,
la luz, el calor, el sondear lentísimo
de los rayos celestes que adivinaban las formas,
que palpaban tiernamente las laderas, los valles,
los ríos con su ya casi brillante espada solar,
acero vívido que guarda aún, sin lágrimas, la amarillez tan íntima,
la plateada faz de la luna retenida en sus ondas.
Allí nacían cada mañana los pájaros,
sorprendentes, novísimos, vividores, celestes.
Las lenguas de la inocencia
no decían palabras:
entre las ramas de los altos álamos blancos
sonaban casi también vegetales, como el soplo en las frondas.
¡Pájaros de la dicha inicial, que se abrían
estrenando sus alas, sin perder la gota virginal del rocío!
Las flores salpicadas, las apenas brillantes florecillas del soto,
eran blandas, sin grito, a vuestras plantas desnudas.
Yo os vi, os presentí, cuando el perfume invisible
besaba vuestros pies, insensibles al beso.
¡No crueles: dichosos! En las cabezas desnudas
brillaban acaso las hojas iluminadas del alba.
Vuestra frente se hería, ella misma, contra los rayos dorados, recientes, de la vida,
del sol, del amor, del silencio bellísimo.
No había lluvia, pero unos dulces brazos
parecían presidir a los aires,
y vuestros cabellos sentían su hechicera presencia,
mientras decíais palabras a las que el sol naciente daba magia de plumas.
No, no es ahora, cuando la noche va cayendo,
también con la misma dulzura pero con un levísimo vapor de ceniza,
cuando yo correré tras vuestras sombras amadas.
Lejos están las inmarchitas horas matinales,
imagen feliz de la aurora impaciente,
tierno nacimiento de la dicha en los labios,
en los seres vivísimos que yo amé en vuestras márgenes.
El placer no tomaba el temeroso nombre de placer,
ni el turbio espesor de los bosques hendidos,
sino la embriagadora nitidez de las cañadas abiertas
donde la luz se desliza con sencillez de pájaro.
Por eso os amo, inocentes, amorosos seres mortales
de un mundo virginal que diariamente se repetía
cuando la vida sonaba en las gargantas felices
de las aves, los ríos, los aires y los hombres.




Vicente Aleixandre


(Del libro 'Sombra del Paraíso')





DE LAS PÁGINAS 17 Y 18 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' NÚMERO 4 DE MAYO DE 1995