Isabel Escudero:
‘Homenaje a Vicente Aleixandre’
Doña Isabel Escudero Ríos es profesora de Psicopedagogía de la UNED, escritora y poetisa. Fue profesora de Creatividad en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. Autora de libros sobre Educación, un ensayo sobre ‘El Llanto: para una hermenéutica de las lágrimas’. Cultiva también otros géneros y colabora en diversos medios de información sobre crítica de cine, social y política. Tiene así mismo algunos libros de poemas: ‘Coser y cantar’ y ‘Cifra y aroma’. Cuando quiera. Tiene la palabra doña Isabel Escudero.
Doña Isabel Escudero Ríos es profesora de Psicopedagogía de la UNED, escritora y poetisa. Fue profesora de Creatividad en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. Autora de libros sobre Educación, un ensayo sobre ‘El Llanto: para una hermenéutica de las lágrimas’. Cultiva también otros géneros y colabora en diversos medios de información sobre crítica de cine, social y política. Tiene así mismo algunos libros de poemas: ‘Coser y cantar’ y ‘Cifra y aroma’. Cuando quiera. Tiene la palabra doña Isabel Escudero.
Me congratulo de que vengamos aquí esta tarde dispuestos a usar la Poesía: hacer uso de la Poesía: usarla que es lo contrario de tenerla, porque el consumo hoy día de cualquier cosa –y sobre todo de los bienes culturales como cuadros o libros- se caracteriza por la propiedad y la propiedad, ya se sabe, mata el usufructo. Bien se ve en el amor mismo, que es lo más parecido a la poesía, la necesidad de poseer al otro, de tenerlo, mata la posibilidad de disfrute, de tal manera que si es mío/a no puedo gozarlo/a. este mecanismo de apropiación es paralizante de la cosa y sustituye, de igual manera, el usar por el conocer. Las personas –para hacerlas cultas- parece que basta y se conforman con conocer el nombre y la existencia del amor: Cernuda, Lorca, Keat, Rimbaud.
Aleixandre, por ejemplo, conocer sus datos biográficos, más o menos históricos, la generación literaria a la que pertenece, y después, sin más uso ni abuso, depositarlos en los anaqueles de nuestras librerías domésticas y ya quietos para la eternidad, intocados excepto para quitarles el polvo de tarde en tarde, o para citarlos por aquí o por allá en conversaciones cultas o en escritos de ocasión ¡Mucho poeta en nuestras estanterías, pero cuándo nos aprendemos de memoria y recitamos en voz alta aún tan solo para nosotros mismos, unos versos! ¿Y que es lo que hacen con nuestros niños en las Escuelas bajo la moderna Pedagogía? Atiborrarles de datos y fechas de los autores y pocas veces, o ninguna, hacerles leer en voz alta los versos públicamente de memoria, como al menos, cuando yo era niña, algunos buenos Maestros de Escuela nos enseñaban. La tendencia actual de la Cultura en el Mundo Progresado es: que el autor se come la obra, la firma del pintor es lo que vale de un cuadro, y se le suele llamar al cuadro por el nombre del autor: un Dalí, un Picasso, etc.; hoy día la firma del autor es dinero, es lo que da credibilidad: Crédito, que es la forma actual idealizada del dinero (ver el caso de las tarjetas de crédito avaladas por la firma personal); y promocionar una firma es hacer negocio, invertir en Cultura. Afortunadamente la Poesía no ha caído, tan descaradamente como la Pintura en el mundo del dinero, pero también le hace el juego, a menor escala naturalmente, y así no hay Caja de Ahorro o Banco que no tenga su Premio de Poesía, al menos como detalle redentor, o para desgravar a Hacienda. Y si al menos esa docilidad valiera para realmente propagar la poesía y que las gentes leyeran, aprendieran y recitaran, públicamente por podios y plazas, tendría alguna gracia, pero lo habitual es que se hable bastante y hasta en demasía, en cenáculos culturales, de los nombres y hazañas de los poetas, y se olviden sus poesías. Y digo recitar públicamente, y no solo en la privacidad de cada uno, porque la poesía cuando acierta es de por sí pública y política (en el sentido de la Política que no hacen los Políticos que hacen la Política), es decir conmovedora de la vida, tanto privada como pública, de cualquier ciudadano. Es vivamente política porque ad la voz a la razón de la verdad en contra de los intereses de la Realidad; da voz a lo hondo del corazón y el deseo de las gentes. Donde tú y yo somos cualquiera y somos iguales. Fijaos que tú y el yo líricos, son como el yo y el tú gramatical, intercambiables e impersonales. Como dice D. Antonio Machado en aquella copla:
Con el tu de mi canción,
No et aludo compañero,
Ese tú soy yo.
Y viceversa también es verdad, como dice en otra copla:
La verdad es lo que es:
Y sigue siendo verdad
Aunque se diga al revés.
Es por eso que yo vengo aquí esta tarde a olvidar, en el buen sentido, el nombre propio del poeta, y dar voz a la poesía, a ‘sus’ versos, poemas que cuando aciertan –y ese es el caso frecuente de Aleixandre- dejan de ser suyos para ser de cualquiera, para volver al aire de donde brotaron, y a la razón y al corazón común. Porque aquellos que tenemos ese, cada día más extraño oficio de cantar y contar sílabas, de desvelar, desde la verdad de la poesía, las mentiras de la Realidad, sentimos de alguna manera, que al acertar en algún verso ya deja de ser nuestro, se nos escapa, ya es de nadie y de cualquiera, y solo cuando son malos los versos es cuando los reconoce como propios y personales.
Por eso bien querría yo que nuestro recital de Vicente Aleixandre, en estos mismos parajes, y en estos mismos cielos donde se formaron, en una tarde como esta, algunos de estos versos, que estáis escuchando, nos haga sentir hoy con la misma frescura de ayer su palpitante eternidad. Sea pues este acto poético a su vez un acto de rebelión contra el tiempo, pues por voz de la poesía sigue Aleixandre vivo aquí esta tarde.
Isabel Escudero Ríos
( página 11 de la revista ‘Caminar Conociendo’ número 4 de mayo de 1995)
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