martes, 13 de marzo de 2007

Antonio Bernaldo de Quirós (Primer Teniente de Alcalde de Las Navas del Marqués)




Buenas noches: es un gran honor y una gran satisfacción estar rodeado de tan insignes poetisas, poetas, literatos y artistas; muchas gracais en nombre de la Corporación, y en el mío propio, por vuestra intervención, dándole a este acto la altura e importancia que merece; gracias también por esta lección magistral que nos habéis dado de Vicente Aleixandre que nos lo habéis acercado y hecho más entrañable; gracias a todos ustedes por vuestra presencia haciendo de este evento algo cálido y maravilloso; gracias también a todos los que de alguna manera han colaborado con la revista 'Caminar Conociendo' para que haya podido ver la luz en su número 4; gracias también a todas las personas y entidades que se han adherido a este homenaje; y también gracias a tí, Vicente Aleixandre, que has hecho posible este encuentro aunque no estés tangible; tu espíritu late aquí con fuerza y tu palabra permanece viva entre nosotros.

Quisiera terminar con un poema de Aleixandre que empecé hace muchos años cuando yo también tenía 17 años y leía a Aleixandre en mis horas de seminario; el poema se titula 'la muerte':


LA MUERTE


¡Ah! Eres tú, eres tú, eterno nombre sin fecha,

bravía lucha del mar con la sed,

cantil todo de aguas que amenazas hundirte

sobre mi forma lisa, lámina sin recuerdo.


Eres tú, sombra del mar poderoso,

genial rencor verde donde todos los peces son como piedras por el aire,

abatimiento o pesadumbre que amenazas mi vida

como un amor que con la muerte acaba.


Mátame si tú quieres, mar de plomo impiadoso,

gota inmensa que contiene la tierra,

fuego destructor de mi vida sin numen

aquí en la playa donde la luz se arrastra.


Mátame como si un puñal, un sol dorado o lúcido,

una mirada buida de un inviolable ojo,

un brazo prepotente en que la desnudez fuese el frío,

un relámpago que buscase mi pecho o su destino...


¡Ah, pronto, pronto; quiero morir frente a ti, mar,

frente a ti, mar vertical cuyas espumas tocan los cielos,

a ti cuyos celestes peces entre nubes

son como pájaros olvidados del hondo!


Vengan a mí tus espumas rompientes, cristalinas,

vengan los brazos verdes desplomándose,

venga la asfixia cuando el cuerpo se crispa

sumido bajo los labios negros que se derrumban.


Luzca el morado sol sobre la muerte uniforme.

Venga la muerte total en la playa que sostengo,

en esta terrena playa que en mi pecho gravita,

por la que unos pies ligeros parece que se escapan.


Quiero el color rosa o la vida,

quiero el rojo o su amarillo frenético,

quiero ese túnel donde el color se disuelve

en el negro falaz con que la muerte ríe en la boca.


Quiero besar el marfil de la mudez penúltima,

cuando el mar se retira apresurándose,

cuando sobre la arena quedan sólo unas conchas,

unas frías escamas de unos peces amándose.


Muerte como el puñado de arena,

como el agua que en el hoyo queda solitaria,

como la gaviota que en medio de la noche

tiene un color de sangre sobre el mar que no existe.


Vicente Aleixandre

(La destrucción o el amor)


Revista 'Caminar Conociendo' número 4 de mayo de 1995

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