miércoles, 19 de diciembre de 2007

Iswe Letu: Felipe Juaristi en 'Epigrama'

Recorrer fatuos caminos
en pos de tortuosa gloria,
afrontar ciego el destino,
convertir aire en memoria,
¿no es, en verdad, desatino?
Dormitar sucios hostales,
andar gastados suelos,
simples hazañas banales.
No he de alzar yo el vuelo
estando en mis cabales.

...

¿Se entiende bien el sentido?... ¿O ha querido acortar los versos para que las sílabas concuerden con el orden métrico establecido? Por ejemplo: "Dormitar sucios hostales" ¿Dormitan los hostales?... ¿Se cansan de recibir tantos visitantes a horas intempestivas?... ¿Se caen de sueño?... ¿Se le cierran los párpados?... ¿O lo que quería decir es que, él, estando en sus cabales, no quería ir de hostal en hostal y andar y andar de un sitio para otro, sin un destino preciso, al albur?... ¿No hubiera sido más claro, más limpio, menos forzado, decir 'Dormitar en sucios hostales' aunque se hubiera aumentado en una sílaba el verso?... Ya en el primer verso escribe: "Recorrer fatuos caminos". Y así, de pronto, nos suena mal la fatuidad de los caminos. Transformar un camino en persona dándoles personalidad engreida, presuntuosa, pagada de si misma, mirando por encima del hombro a los caminantes que se atreven a recorrerlo... como que no, como que nos rechina al oído... Pero dejemos al insigne poeta euskaldun con sus genialidades y olvidemos este epigrama. Cualquier escribiente hace de vez en cuando algún borrón. No puede ser siempre un iluminado poeta. ¡Sería mu aburrido!

martes, 11 de diciembre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: La lumbre del hogar de Urbano Blanco Cea

Los vardos del sendero, los poetas del caminar, los romeros (León Felipe, Machado) ven al mundo con la mirada de alguien que quiere echar alguna vez el ancla. Tener un hogar confortable y sentarse junto al fuego del hogar, al abrigo del frío, con rechizos de leña encendidos, al tiempo que acarician a sus lebreles de caza que dormitan acunados por el fuego, por esa lumbre que chisporrotea, ahí cerca. Solo el espíritu inquieto le hace levantarse y proseguir su andadura. Es un mundo visto desde fuera al que las gentes invitan, en un rasgo de hospitalidad, a entrar en la casa.

Allí contemplan el dolor de los hijos por la muerte de sus progenitores. Ven sus arrugadas frentes oscurecidas por la tristeza del ser amado que se ha ido para no volver jamás. El llanto corre de estancia en estancia. Se fue "la fortaleza de la madre" y "la mansedumbre del padre". El fuego también es testigo del dolor. Y testigo de las condolencias de los amigos y vecinos que, a ambos lados del pasillo, se alinean apoyadas las espaldas contra la pared.

En su poemarío 'El Alijar jara en flor', libro de poemas de Urbano Blanco Cea, que ya hemos comentado en otras ocasiones, hay una parte que rotula con el título 'Reunidos junto al fuego (del album familiar)' comienza narrando su dolor en el poema 'Padre contrito' en el que dice: "Miera de hiel incandescente/se desliza corrosiva por mis venas".

Como los poetas romeros (no de romerías) Urbano Blanco Cea regresa de cuando en cuando a la vieja heredad, recuerda el fuego que concita y reune a las familias en momentos transcendentes, y la muerte es uno de ellos; más el fuego es más multilateral, siendo, por ejemplo, testigo de la llegada del abuelo, de la madre, del hermano, del hijo: "Has llegado y parece que se han abierto los postigos" a la alegría, a la risa...

Es lo que él llama "un hogar tranquilo, una casa sencilla"; todo ello recuerdo de los familiares como un bálsamo: "El amor que sabe a luz". Y ante eso el fuego estalla en risas, avivándose y chisporroteando. Podemos decir, como Urbano: "Yo sé bien que tu vida es poesía, un poema logrado verso a beso". "Tu tienes el poder de abrir el aire". Tanto que hasta sabe que "los mayores solo quieren / que alguien les escuche". Y, escuchando, aprender que la vida es lucha.

Los sentimientos se expresan con más claridad en esa intimidad que proporciona una reunión en torno al fuego del hogar. Y aquella mujer, anciana, al que todos escucharon, lo dijo también a la vera del fuego, con claridad meridiana, para que nadie crea que todo es de color de rosas: Mira mis manos, "son manos de bondad, pero por ellos (por mis hijos) dispuestas a luchar, no sé que harían". Y "llegaba el silencio". Los poetas del camino se levantan. Han visto y han oído. Saludan a Urbano Blanco Cea y prosiguen su camino. "Nihil novum sub sole".

martes, 6 de noviembre de 2007

Émile Hologudú: 'La llamarada'

¡Volví
como
el pájaro
en
los
primeros estremecimientos de la noche;
en
las calles
lanzaban octavillas:
último grito de los hombres;
los periódicos
habían aparecido
por última vez
trémulas hojas
en la marejada de las pasiones,
tangible era entonces
la nada de todo lo que deseamos!

+

Emile Hologudú
(traducción de Rogelio Martínez Furé)

Jean Paul Nyunai: 'Suprema esencia'

Soy yo
el comienzo
Soy yo
el fin
lo humano y todo lo que no es humano.
Soy yo
la letra escarlata del equilibrio de las fuerzas
Soy yo
que vendré a cerrar la última puerta
a lo que hubiera debido ser Amor


y te obstinas en buscarme fuera de ti
allí donde no puedo estar
soy tú en ti
la unidad increada.

+
Jean Paul Nyunai
(traducción de Rogelio Martínez Furé)

martes, 16 de octubre de 2007

Libros: una avanzada del progreso

La explotación de África por parte de los europeos y la terrible verdad que se oculta tras la palabra civilización.


Unos blancos encargados de una factoría Kayer y Carlier, se encuentran solos en medio de la selva hasta que viene el barco que carga marfil. Un día vienen unos negros armados que a cambio de más marfil se llevan a varios negros esclavos. Su hipocresía le lleva a peleas y a morir violentamente los dos.

Autor Joseph Conrad
Editorial: Alianza

jueves, 6 de septiembre de 2007

Nordin Tidafi: 'Sol de mi Tierra' (4)

Paz sobre las calas de Colo, al ruido de seda desgarrada.

Paz al bracero de Sersu, hasta la noche en Vialar.

Paz sobre Yiyeli, al perfume de corcho obstinado.

Paz sobre el Uenza, de fosfato subyugada al golpe de tumulto.

Paz sobre mi Mitidcha friolenta y sus naranjos olvidados.

Paz toda musical, sobre el cedro vivo del Uarsenis.

Paz sobre Chifalo, al gusto de sal en el día continuado.

Paz al Trabajo, al Amor hasta el último sueño.


Ellos son la justicia de mi tierra en sus primeras sílabas.


Nordín Tidafi

(De la antología 'Diwan africano. Poetas de expresión francesa'. Selección, prólogo y notas de Rogelio Martínez Furé. Editorial Arte y Literatura. Palacio del Segundo Cabo O'Reilly número 4, Habana Vieja. Ciudad de La Habana, Cuba)

martes, 28 de agosto de 2007

Tierra Prometida, de L. X. M. Andrianarahinjaka

I. Primaverales

1

¡Música, yo te nombro, Silencio primordial
idéntico a la Noche!
y la afiebrada ascensión del tiempo a través
de mis miembros
¡mi paz eurítmica!
Permanecerá la estación esta inenarrable
de pureza y plenitud que restituyó al silencio
la limpidez y resonancia de la claridad.


Lucien Xavier Michel Andrianarahinjaka

(Del poema 'Tierra prometida'. Copiado del libro 'Diwan africano, poetas de expresión francesas'. Selección, prólogo y notas de Rogelio Martínez Furé. Editorial Arte y Literatura, Palacio del Segundo Cabo O'Reilly Nº 4, La Habana Vieja, Ciudad de la Habana (Cuba), 1988)

martes, 7 de agosto de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Buscando la felicidad con Concha Barbero de Dompablo



Quizás lo que mejor defina el libro que vamos a comentar es que los cambios cuantitativos conducen a transformaciones cualitativas. Al fin y al cabo es lo que nos viene a contar Concha Barbero de Dompablo. La cual, en su libro, Palabras para el Bienestar (Un camino hacia la armonía y la plenitud vital), que así se rotula el viaje emprendido, hacia ese estado de felicidad, por la autora. Lo inicia con la pregunta "¿Eres feliz?". Una interrogación necesaria que indica de manera transparente, sin engaños, sin subterfugios, que si la respuesta es afirmativa no es necesario adentrarse en las procelosas aguas de su trayectoria. En cambio, si la respuesta que se da es negativa, adquieren relevancia las Palabras para el Bienestar que han de conducir, irremediablemente, al capítulo último: "Vives el ahora. Te encuentras con tu ser".

Pero, que nadie se llame a engaño con eso de utilizar el vocablo 'Palabra', pues no se trata de un hablar por hablar, pura palabrería, no; es, en realidad, la experiencia de la autora con el fin de llenar de contenido su vacío... aunque 'vacío', para ser exactos, no es la palabra adecuada... mas bien de llenarse de otra manera, porque, en puridad, nadie está vacío absolutamente; nadie, nunca, está en pura cáscara...

En fin, lo que la autora necesita es un cambio, un cambio de personalidad, para una transformación, si cabe, del mundo: un mundo que no le gusta y nos lo repite varias veces. Empero que algun@s no se pongan en guardia, a la defensiva, su experiencia vital no va en la dirección de poner patas arriba la estructura y superestructura de la sociedad en la que viven... tan a gustito, no: en absoluto; aunque, bien mirado, si se consigue acceder a ese estadio, el mundo marcharía mucho mejor.

Para esa transformación de ella, de Concha Barbero, es imprescindible arribar a un conocimiento cabal de ella misma, como recomendaba Sócrates con su imperiosa exclamación "¡Conócete a ti mismo!".

Y es aquí donde comienza su viaje, no exento de dificultades, de trampas, de vericuetos que tiene nuestro ser, labrado a lo largo de muchos años, y semejantes, a veces, de callejones sin salida que, solo, la voluntad de la autora consigue traspasar.

Poco a poco va consiguiendo salvar vaches sin cuento, aunque, hay que decirlo todo, no es, en modo alguno, un camino erizado de espinas, ascético, se recomienda no tomárselo a la tremenda; es decir: sin traumas, sin estridencias, sin alaridos... un periplo en derredor de ella misma: limpiando impurezas, arrancando rebabas, desechando vanalidades, apartando lugares comunes, arrinconando contradicciones muy arraigadas en el común de las gentes... Un día, de repente, se notará otra, siendo ella misma. Un paso más allá y las pequeñas estupideces desaparecen, la insustancialidad se volatiliza, la ironía nace, el buen humor se impone. Ella ha cambiado y con ella el entorno, que la envuelve, la arropa, la cubre, la encastilla. Por eso decíamos al principio que la cantidad deviene en cualidad.

Ya ha llegado al 'Vivir el ahora. Se encuentra con su ser'. Entonces grita, grita de alegría, se emociona, salta, ríe y, sin importarle el qué diran, se pone a bailar sin ton ni son, porque le apetece... Ella es feliz. El mundo es feliz: ha llegado a la Armonía y a la Plenitud Vital y colorín colorado...

Pero no, no es un cuento, es camino para librarnos de contradicciones que se nos adhieren pegajosamente al ser como una lapa; camino para adquirir la coherencia precisa para andar por el mundo con dignidad. Tal vez no nos convenza este modo de ver la realidad, pero es indudable que para ser felices, primero y principalmente, hay conocerse a uno mismo. Este libro nos coloca en el buen sendero.

Lean, leanlo, el libro de Concha Barbero. Además está muy bien escrito. Con palabras llanas. "Llaneza muchacho que toda afectación es mala", nos aconsejaba Cervantes. Pues eso, libro llano. Rara avis en uno primerizo como este de Concha Barbero de Dompablo.

José Mª Amigo Zamorano

(De Fuentespreadas de Tierra del Vino)


viernes, 27 de julio de 2007

Ezequiel Martínez Estrada

Desdeña, pues que subes,
cuanto es terrestre y,
como Beethoven, di:
'Mi reino está en las nubes'.

E. M. Estrada

jueves, 26 de julio de 2007

Buenos días


¡Si! Luz. Renazco. ¡Gracias! Un silvido
se desliza aguzándose, veloz, hacia la aurora.
¡Buen lilo!
Rasgando irá la sombra
que se interpone aún entre el sol y el afán.
Despertar es ganar. Balcón ¡Oh realidad!
A través del aire o de un vidrio, sin ornamento,
la realidad propone siempre un sueño.
Canta, gallo jovial,
canta con fé. Te creo.

Jorge Guillén

martes, 24 de julio de 2007

Hai Kais

Viene a verme aquí
desde el vivero
una voz de sapo.

Matsuo Basho

viernes, 20 de julio de 2007

Iswe Letu: Frasecillas

Un paisaje de cristales rotos
oscuro como cabeza de niño
asesinado en la guerra.

Iswe Letu: A manera de haiku

La voz nebulosa del bosque
ahogó
el gemido del árbol.

jueves, 28 de junio de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Cuento nostálgico


Por José María Amigo Zamorano,
Las Navas del Marqués, 1995

Se fue para conocer otras flores sencillas, sin esconderse entre la fronda lujuriante que las rodea, y volar montado a lomos de raudas libélulas o flotar en la suave brisa de las noches machihembradas donde brota la vida, alumbrado por la tenue luz de millones de luciérnagas, antes de que el tiempo se le acabe.

Desde que años atrás deseó traspasar las tapias del corral donde habitaba la higuera y ésta protestó "frotando la lija de sus ramas", le intrigó ese mundo que surgía milagroso cada nueva primavera.

Quería caminar a la hora del rubor. En el primer relámpago en que la esperanza da a luz, para embriagarse de reconocimientos unánimes.

Era un desafío que se había hecho.

Un día, poco antes del alba, cuando la higuera duerme, profundamente, arropada por "la lija de sus ramas", saltó la tapia y se marchó.

Recorrió las albas de la tierra.

Descubrió que eran gentiles las zarzas del camino; estallaban en abrazos de pájaros cantores y en besos de brisas matinales; en tremendos rugidos de cocodrilos y en traicioneros silencios de culebras.

Nada especial, salvo la libertad lograda de caminar sin amparo y protección. Así circunvenía su anhelo, en soledad y caminando o corriendo en el fulgor inicial, única manera de romper las erizadas alambradas que por doquier se alzan, al parecer eternas.

Continuó, así, al aire libre, como los pájaros. Tuvo que traspasar la niebla, cegadora y atrayente, que le lanzaban como ilusión tramposa y que se le abría como una, única y singular flor gris escondiéndole el horizonte arcoirisado.

Pero no se dejó engañar por el señuelo. Y continuó su camino. Conoció por fin el perfume y el color de las otras flores. Fluyó por los caminos de la vida como el agua por el cauce.

Mas no quiso permanecer entre ellas. Su impulso de volver nació del agua de la vida; de los cauces de la vida. Piensa que fueron trazados, o bien para la desbandada que en carraña se termina, o bien para el regreso, color de la esperanza.

Ha perdido media vida y... ¿qué le queda?... Ya de vuelta, corre a refugiarse en la tenada desde donde antaño divisaba el horizonte que, las tapias del corral, donde moraba la higuera, le ocultaban siendo niño.

¿Por qué, si conoció el perfume y el color de otras flores, le resbaló como el aceite?

Ha visto y ha oído: todo le parece hermoso, cruel y fugaz , como la vida y el vuelo de una mariposa. Se sacude el polvo del camino. Y erguido comienza a caminar por los senderos de su infancia. Contempla las flores, oye con renovado interés a los pájaros y escucha a los hombres, llenos aún hasta las cejas de un montón de telarañas que les velan los innumerables matices de las flores silvestres, traídas por el viento, antaño, desde los más remotos rincones de la tierra.

Se tiende a dormitar a la vera del agua de la fuente y muere.

martes, 26 de junio de 2007

Mark Strand

En uno de ellos, fríos trajes de luz de luna
cuelgan sobre los respaldos de las sillas
en un cuarto de soltero.

...

Leemos la historia de nuestras vidas
que tiene lugar en un cuarto.
El cuarto mira hacia una calle...
Los árboles están cargados de hojas,
los coches estacionados no se mueven nunca.
Seguimos pasando páginas,
esperando algo,
algo como misericordia o cambio,
una línea negra que nos uniese
o nos separase.

Mark Strand

viernes, 22 de junio de 2007

Iswe Letu: Remedo de haiku

Convulsiva vocingleria vegetal
encuentra la belleza y ni la mira.
Vocazas hay en todas partes.

martes, 12 de junio de 2007

José Hernández: Martín Fierro

La ley es tela de araña
-en mi inorancia lo explico-
No la tema el hombre rico;
nunca la tema el que mande;
pues la ruempe el bicho grande
y solo enrieda a los chicos.


José Hernández
(Martín Fierro)

martes, 29 de mayo de 2007

Robert Mezey: Coplas

Robert Mezey


Nunca te detuviste a pensar por qué olía tan bien


y nunca lo sabrás.


Robert Mezey

jueves, 24 de mayo de 2007

Iswe Letu: No es lo que parece

El ha de morir y ya se acaba el día

No se trata del kapo, ni la traba, ni el tonel... ni, tan siquiera, del bozal puesto en la boca como a un perro, no...



Ni de esclavos, atados, a lo largo de los eslabones del ancla, en racimo, como las uvas, y luego sumergidos hasta ahogarse en la mar, no...


Es que la savia, imaginada en el deslizamiento de su lengua, por los labios resecos, no sube hasta sus ramas quietas...


La única, la que es alegría pascual para los otros, la perciben, sobre todo, adivinándola, por medio de sus párpados voraces...


Para la esperanza del hambriento, el plato es palabra tan fuerte como alcohol de mijo; se desliza, garganta abajo, como víbora, silbando de contento.


Pero no, no es eso, tan solo barcas rotas y ratas deslizándose cubren mis despojos, adictos ya al arrojo desesperado de la hambre viva


He de morir y ya llegó mi día

lunes, 21 de mayo de 2007

Ha muerto con cerca de 80 años Eva Forest

No hubo para ella lucha que fuera ajena o lejana. Fue encarcelada junto a su hija Eva, recién nacida, por su solidaridad activa con los mineros huelguistas de Asturias. Crea en Madrid en 1967 un Comité de Apoyo a Vietnam.

En 1968, durante el primer estado de excepción franquista, desarrolla una intensa labor informativa contra la represión, editando regularmente el boletín de noticias "Información" y otro que llegó a ser célebre, "Estado de Excepción". Y dos años después, al calor de la ola de solidaridad con las luchas del pueblo vasco y coincidiendo con el Proceso de Burgos, crea en Madrid el Comité de Solidaridad con Euskadi.

La bestia fascista no podía tolerar tanta valentía, y aprovechando la provocación de la bomba en la cafetería de la calle Correo en la Puerta del Sol (atribuida por la policía franquista a "un comando ETA con apoyo comunista" ) es encarcelada durante tres años, recibiendo del partido en el que había militado únicamente rechazo y desprecio. El juicio nunca llegó a celebrarse, y sólo salió de la cárcel un día antes de las elecciones del 15 de Junio de 1977. Fue de aquellos presos políticos que la monarquía franquista mantenía como rehenes, pero cuya permanencia en la cárcel hubiera arruinado la imagen reformista ante los observadores extranjeros.

Ya en libertad empieza una minuciosa labor de investigación de testimonios y denuncia de la tortura omnipresente bajo el régimen juancarlista. Crea un grupo internacional de investigación, y edita numerosos trabajos cortos en revistas sobre denuncias, hechos verificados y técnicas de tortura empleadas por la policía y la guardia civil en sus centros de detención, sacando a la luz un siniestro panorama que nadie pudo negar, a pesar de que ni por conductos parlamentarios ni por otros canales oficiales se denunciaran.

A partir de 1977 ella y su marido, Alfonso Sastre, se ven obligados a dejar su querido Madrid y trasladarse a Hondarribia, una especie de exilio interior, precio pagado por su entereza política y su coherencia, ante una situación política que se iba enrareciendo progresivamente a base de consenso y retrocesos. Durante todos los años siguientes se dedica a labores culturales y de solidaridad internacionalista, a la colaboración con organizaciones de derechos humanos, y especialmente al trabajo en la Editorial Hiru, creada en 1990.


viernes, 18 de mayo de 2007

Boñini y un anónimo


Que los hombres negros y los hombres rojos vivan en paz en la tierra y en el otro mundo, con un vientre satisfecho.


(Sobre 'los dioses')


Me traerás asilo
consciente de los tormentos de la noche.

Joseph Miézan Boñini

jueves, 17 de mayo de 2007

Iswe Letu: EL ALBA



¡Oh, fúnebre cortejo!

El alba es nostalgia
prendida para siempre
como en el ojal la gaya.


Hermanece de la oscuridad
como la luz de la derrota.

¡Oh, fúnebre cortejo!
¡Oh, plañidera alondra!

martes, 15 de mayo de 2007

Henri Krea: La miseria como la progenitura

La miseria como la progenitura se multiplica
paciente bajo el sol y la bruma

_____

Al lado de mi corazón una montaña
de cascajos se suelda gracias al polen
que el pájaro lira insufla
defendiendo mi persona

_____

El cántico abominable lo entonan los cangrejos de agua dulce para helar de terror el valle donde las ciudades se superponen con milenios de intervalo

_____

Te amo planeta lluvioso en ocasiones y en ocasiones caluroso.Y permanezco vertical como el árbol y ancho como el río en crecida.
Para siempre.
Apasionadamente.

Henri Krea

domingo, 13 de mayo de 2007

Literatura Contra el Racismo: Libro de los Muertos

A la llama de la Inteligencia
nunca le soplé
encima.


El entusiasmo, dios
ardiente de los pechos,
nunca lo enfrié.


Y la belleza
que es la verdad de las formas,
nunca la ofendí.


Yo soy puro, yo soy puro.



(De 'El Libro de los Muertos')

viernes, 11 de mayo de 2007

Poesía anónima africana: Gallina, tu eres...



'Gallina, tu eres un guerrero.


Gallina, tu eres un guerrero.


Gallina, eres el vengador


que acaba con la arrogancia


de la cucaracha.'


Poesía Anónima Africana

jueves, 10 de mayo de 2007

Norman Mailer: Noches de la antigüedad


"... dulce es tu culo, pequeño Neni, y con esas palabras explotó con tal fuerza que algo se abrió en el santuario de mi ser y desapareció el último resabio de mi orgullo..."


Norman Mailer (Noches de la Antigüedad; capítulo 4: 'Libro del Auriga')

domingo, 6 de mayo de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Regreso a Sefarad

Regreso a Sefarad

Se despierta intranquilo. El autobús enfila, subiendo un puerto, una zona de curvas. La brumazón se cierne sobre el paisaje. El conductor mete las marchas convenientes a la pendiente pronunciada y el vehículo resfriado carraspea.

Desde la ventanilla del autobús que le conducía a Hervás (Cáceres) contemplaba el paisaje dejándose penetrar por las imágenes que iba viendo como un convaleciente -como lo que era- con indolencia, con desgana, desvalido ante lo que pudiera acontecerle.

Había planificado con su prima Sara el éxodo a USA -huida al "monstruo" y ya sin "la honda de David"- consultando la guía "Caminos de Sefarad" y un mapa de España; después de barajar algunos itinerarios se decidieron por Ávila, Salamanca y, de esta ciudad, a Hervás en autobús.

-- Te escribiré a este hostal: "Sinagoga"; debe ser precioso -- dijo su prima con la voz dulcísima mirándole con la faz "tierna" y "doliente" de las hembras judías, según él.

Al principio siguió el plan a rajatabla quedándose en Ávila dos días; luego, en Salamanca, lo cambió de repente: los tres días que pensaba permanecer en la ciudad se transformaron en tres horas; no porque estuviera a disgusto, que no lo estaba, sino porque sentía la necesidad de huir, de alejarse de donde fuera, de poner tierra por medio; influyó, que duda cabe, la angustia que sentía de quedarse solo en un lugar extraño; además, calculaba, y era la primera vez que lo hacía, por los gastos hechos, que a ese ritmo se quedaría pronto sin un céntimo de la herencia; tomó unos vinos, eso sí, por la Plaza Mayor -muy hermosa por cierto- y entró en una gran librería comprobando el libresco reflejo de la influencia judía en España años ha; pero viva, lo que se dice vivita y coleando, no la veía por parte alguna.

El sordo ronquido del vehículo que comenzaba un repecho le distrajo los pensamientos.

Restregó sus ojos contemplando los campos de labor: el sol destacaba los sembrados como remiendos de una colcha verde primorosamente cosidos; diferentes tonalidades verdosas, onduladas por el viento, resaltaban la singularidad de los diferentes cultivos: trigo, cebada, girasol, centeno, garbanzos, remolacha ...
No eran diferentes estos campos de otros muchos que pudo ver viajando por la Unión Soviética, como militante del Partido Comunista, en diferentes misiones.

El paisaje de Castilla, sin embargo, le había producido el mismo resultado beneficioso que si se hubiera tomado un bálsamo o un medicamento.

El rumor profundo y continuado del vehículo le adormeció.

En el duermevela sueña y piensa; y pensamientos y sueños se entrelazan.

Recuerda el sueño que mata a su padre.

Le entró una profunda tristeza al recordar a sus padres fallecidos y enterrados allá, en Tashkent; no pudo contener las lágrimas que resbalaron silenciosas hasta la comisura de sus labios entre el negro boscaje de su barba; ¡como pasa el tiempo! sus padres, ayer vivos y alegres, hoy muertos y tristes envueltos por la bruma helada, ateridos de frío; olvidados por el hijo que hasta hoy había oficiado de enterrador lanzando paladas de olvido cada día.

No le extraña nada ahora el sueño.

Ese "olvido oxidado que todo lo entierra", como lo definió el poeta, tenía que ser combatido con el recuerdo. Y lo combatiría ¡vaya si lo combatiría!

El primero en morir fue su padre. ¡Ah, su padre! ¡Qué buen amigo y camarada!

Cuando falleció, León Saldaviel Anqaua, estaba muy lejos de la ciudad de Tashkent. Se lo comunicaron como se hacen esas cosas con cierta delicadeza, "ven lo mas pronto posible; tu padre está grave"; supo enseguida que había muerto; alquiló un taxi para llegar al entierro y no quiso que levantaran la tapa del ataúd: se negó en rotundo; prefirió recordarlo en toda su riqueza humana ajena a los puros elementos minerales que, posiblemente -posiblemente no, seguro- son la base de lo que somos, mas él no quería constatar la grosera materialidad en la que había caído su padre, para eso estaban los manuales científicos; prefirió recordarlo cuando de niño caminaba a su lado cogido de la mano; o arrellanado en el sillón leyendo el Agade en la celebración anual de la Pascua.

¡La Pascua!: "aquellos judíos que se han apartado hace mucho de la fe de sus padres y han corrido en pos de lejanas alegrías y honores se sienten conmovidos hasta lo mas hondo de su corazón cuando por azar llegan a sus oídos los viejos y familiares sones de la Pascua", le había leído a Heine y eso le ocurría a él, a León Saldaviel Anqaua, mediante este azar de recuerdos que le asaltaban a causa de la injusta agresión propinada a su padre en sueños: se estremecía al recordar los sones pascuales; su padre, como él mismo, había perdido la fe de sus mayores; no así el fervor por esa festividad tradicional en memoria de la liberación del pueblo judío del yugo imperial faraónico; justificaba esa admiración con el mas puro lenguaje marxista: "hay que conservar, alentar y revitalizar las tradiciones progresistas de los pueblos del mundo"; y esta era una de ellas y de su propio pueblo; además, repetía, como si de un artículo de fe se tratara aquella afirmación de los historiadores -muy acertada por otra parte- "pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla"; añadiendo muy serio:

-- "Con esta fiesta primaveral el pueblo judío se hermana con las masas oprimidas y en estos momentos de riñas sangrientas en varios lugares de la tierra hasta la confraternización de ademanes es una barricada a tanta barbarie, a tanta sangre inútil"

Además de su conciencia de clase, de su ideología marxista-leninista -luego desmoronada al primer toque de las trompetas de la historia como en Jericó- su padre era consciente, sentado a la mesa, en torno a parientes y amigos -- entre los que recordaba a su tío Samuel que ha continuado con la tienda que su padre le dejó en herencia, y su prima Sara con la que tantos ratos agradables pasara jugando de niños --"de la profunda miseria, del amargo ultraje y los graves peligros en que viven" los judíos diseminados por todo el orbe.

Se le ha quedado prendida en la memoria, como gaya en ojal, la fecha de la fiesta: la víspera del decimocuarto día del mes de Nissen; durante muchos años solo representó, para León Saldaviel Anqaua, el brillo de la loza en la sala iluminada: bandejas, platillos, copas, vasos; la colocación de los alimentos: los tres panes ácimos y las seis fuentes con el huevo, la lechuga, la raíz de rábano, el hueso de cordero y las pasas, la canela y los frutos secos; sin embargo, entre todo, destacaría siempre el libro, ese libro maravilloso llamado Agade, de donde brotaban, como agua de un manantial mágico, en la voz de su padre --y volvió a llorar-- esas historias y leyendas de tiempos pasados, esas anécdotas, esos himnos...; se le hizo un nudo en la garganta y tragó saliva; y la comida fraternal, comunal; y el vino, ¡qué vino!, los cuatro vasos de vino ¡deliciosos! que ahuyentaban la tristeza y desataban las lenguas.

Después del segundo vaso de vino su padre decía aquellas palabras del Agade:

-"¡Mira! ¡Esta es la comida que nuestros padres comieron en Egipto! ¡Aquel que esté hambriento que venga y coma! ¡Aquel que esté triste, que venga y comparta nuestra alegría pascual! ¡Este año celebraremos la fiesta aquí, pero el año que viene lo haremos en la tierra de Israel! ¡Este la celebramos aún como siervos, pero el año que viene lo haremos como hijos de la libertad!"

No hay nada nuevo bajo el sol, se dice abriendo los ojos, mientras el autobús se tragaba los kilómetros rumbo a Hervás.

Al menos él no apreciaba novedad; o no estaba en disposición de verla; ni de arrancar, por tanto, al fragmento de terruño que atravesaba, tesoro alguno.

León Saldaviel Anqaua enhebra su pensamiento.

Se había sentido feliz desde que entró en Sefarad aunque el dichoso sueño le estaba amargando el viaje sin que pudiera hacer nada por evitarlo.

Felicidad que nadie podía atribuir al hecho, indiscutible, de haber atravesado, por primera vez, una planicie de Sefarad: no se correspondía con la realidad; si pareció flotar, levitar, en una nube venturosa de contento, no era a causa del retorno a la vieja heredad sefardí acorralada; o a causa de alguna influencia, estremecimiento, impacto producido por esa inmersión en la historia solariega, no; León no era, precisamente, un Yehuda Haleví con un norte definido adonde dirigirse, con una Tierra Prometida que alcanzar, no; la interpretación era mas elemental, mucho mas sencilla: la zambullida repentina en esa alberca solar de la primavera; ¿que ora se había establecido en Sefarad?: bien, de acuerdo; pero podía haberse instalado en cualquier otra; el hecho, cierto, era que su cuerpo, aterido por la niebla y el frío y algunas otras heladuras, lo había agradecido: elemental química astral: así de claro.

Quería hacer hincapié en esto: el panorama castellano no le produjo una impresión singular como esas que se quedan grabadas para siempre en la retina, no; no era ni mas ni menos hermoso que otros; y desde luego menos lujuriante que muchos; su bienestar debióse al contraste con la atmósfera gélida y neblinosa que acababa de abandonar; de modo que, el sol y una temperatura agradable, acariciaron su cuerpo concitándose para que olvidara el acerbo recuerdo del Averno de fría y nebulosa envergadura del que había escapado milagrosamente.


viernes, 27 de abril de 2007

Álvarez del Burlo: En la hora de la quiebra tramposa


EN LA HORA DE LA QUIEBRA TRAMPOSA (collage con versos de poetas africanos, sobre todo)


Llegará el momento favorable, dentro de esta tornadiza obscuridad, en que la emboscada silenciosa, desencadenará su injusto cometido.


Pero... quizás... tal vez... soñemos en que en esa hora de las quiebras trampo­sas, alimentado de infan­tes ocultos y de hermosos ensueños de tierra, existirá nuestro sonoro pájaro de clarinete. Ese pájaro musical dirá, colérico, a los vientos amigos, que no me entregue y añadirá:


--¡No queremos ser el simple grano de perfume donde se re­capitula y celebra el martirio de los brotes desarma­dos!; ¡oh, si si, Chim­borazo violento, toma por los pelos la cabeza del sol!: las balas trazado­ras, ya lo sabes, aun decapitan las rosas en las mañanas de ensueño. Y todos los colibríes y todos los espejismos no podrán resonar a olvido adormecido.


Si yo le dijese al manantial, esto que ahora os voy a decir a voso­tros, temblaría de pronto emocionado:


--"¿Qué es la pura hermosura sino ese peso completo de amenazas que em­belesa e induce a la impo­tencia el batir desarmado de un párpado?"...


Mejor sería adorar a la muerte abandonando nuestros dioses. Cuando, ésta, destruye o descuartiza, mata, o asesina a las gentes ¿qué están haciendo esos fantasmas?...


--Buena pregunta para ese momento propicio en que, limpiada de sabandijas y parásitos, toda palabra es hermosa pero efímera, porque, repito, "¿qué es la pura belleza sino la carga completa de amenazas que fascina e induce a la impotencia el batir desarmado de un pár­pado?"...


De modo que arrancaré las máscaras a los mentirosos dioses, máscaras que algunos hombres han inventado para tapar o cubrir, como un tapiz, en día de procesión, hediondo mula­dar; y, hundiéndolas en el albañal, las pondré luego como notas ejemplares para que canten en pentagrama de oro. Crepitarán las misteriosas ternuras, situadas en el corazón mismo de las palabras verdaderas, con hermosas cabelleras de meteoros.


--¡Ah!, has dicho hermosa cabellera: La más gallarda, la que es un chorro de sangre. Te hago otra pregunta: "¿Qué es la hermosura sino el letrero rasgado de una sonrisa sobre la cancela cobarde de un ros­tro?"...


Llegará, si no ha llegado aún, silenciosamente, la deshonrosa em­boscada: pues, cercada en el corazón de esta tierra, se liberará una miríada de sueños empurpurados de despertares que, al emprender el vuelo al Monte - Sol, se ahogarán, como siempre, entre risas, en el pico de los viejos cerní­calos del castillo del conde cervantino.


Pero, quizás, tal vez, soñemos en que, en la hora de las quiebras fraudulen­tas, nutrido de infantes ocultos, y de hermosos sueños de tierra... -¡Oh, si, si, Chimborazo violento!-... aparecerá nuestro cantor.


Fdo: Álvarez del Burlo

miércoles, 25 de abril de 2007

Iswe Letu: Fraseología


Piel arrugada de las momias de Egipto.

La que cubre el muladar hediondo.

Noche de la nieve helada.

La que abre el camino del fondo...

al festival que nace de la nada.

Un señuelo: una trampa.

Una vieja bayeta


al contraluz del alba.

El sucio confalón

que sirve de estandarte,


al que gatea,

para espantar las moscas


de la cara-dura.

Un comodín:


el comodín del corrompedor.


martes, 24 de abril de 2007

Borges: Arte Poética

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo.

Jorge Luis Borges

lunes, 23 de abril de 2007

Rosalía de Castro: En las orillas del Sar

Oigo el toque sonoro que entonces
a mi lecho a llamarme venía
con sus ecos, que el alba anunciaba;
mientras cual dulce caricia
un rayo del sol dorado
alumbraba mi estancia tranquila.

Rosalía de Castro

viernes, 20 de abril de 2007

Gabriel Celaya: 'los Quílibus'

A veces uno piensa que nunca ocurre nada,
melancolía lenta, lluvia que todo lo iguala.
Camina por las calles sin notar las señales
...
No sé qué es lo que busca pero algo está pasando.
Yo ojeo un Diccionario y aprendo seriamente:
'Ajedrea; arbusto de hojas lanceoladas,
coriáceas y lampiñas, que da flores rosadas
o blancas, olorosas. Planta subfruticosa'.
Es como si topara con un nuevo misterio.
¡Tantas veces me encuentro con lo que no pensaba!
...
Son quílibus, son quids, son pequeñas sorpresas...

Gabriel Celaya
(Los espejos transparentes)

miércoles, 18 de abril de 2007

Fernando Quiñones: 'Amor Udrí'


Anocheciendo no

tuve que luchar más:


el deseo se recogió y se echó en mi corazón

como la mula en el establo.


Fernando Quiñones

('Crónicas de Al-Andalús')

jueves, 15 de marzo de 2007

Editorial: 'Inocentes como Aleixandre', por José Mª Amigo Zamorano



Editorial:
‘Inocentes como Aleixandre’,
por José Mª Amigo Zamorano


Vicente Aleixandre comenzó su andadura poética en Las Navas del Marqués (Ávila), allá por el verano de 1917, de la mano de su amigo Dámaso Alonso. Con esto no descubrimos nada nuevo. Dámaso lo contó varias veces, y en el homenaje que la Real Academia de la Lengua hizo al Premio Nóbel con motivo de su muerte, leyó unos versos, ya famosos, que varios escritores que colaboran con ‘Caminar Conociendo’ los citan:

‘Año mil novecientos diez y siete;
Vicente y yo, qué gozo este verano;
En Navas del Marqués. Pronto, ¡qué amigos!
Primera vez en aquel día juntos;
Después, toda la vida para siempre.’


De manera que si aparece el nombre de nuestro pueblo, una página si y otra también, es porque el nombre de Las Navas está unido, para siempre (como Dámaso Alonso a Vicente Aleixandre), a la historia de la literatura española y no por localismo.
Una revista localista puede ser interesante. Como lo puede ser una literatura localista y provinciana; la historia de la literatura española nos da varios ejemplos; incluso la literatura yanqui, paradójico en un país tan enorme, refleja ese provincianismo o localismo en algunas muestras; Sinclair Lewis, como muestra, hizo obras de ese tipo al decir de los críticos.
Con este número, ‘Caminar Conociendo’, no quiere unirse a esa corriente, aunque lo parezca, por muy interesante que sea ese elogio al terruño. En estos tiempos, no tiene sentido.
Pero ya José Martí (gran poeta cubano que en este año de 1995 se cumplen 100 años de su muerte) decía en el siglo XIX que lo que en América contuviera de aldea debería morir. Quería decir con ello, que el espíritu estrecho no lleva más que a mezquindades; por lo que había que abrirse al mundo, al universo, para ver con altura de miras; y así de esa manera, el árbol no impediría ver el bosque o los bosques.
Dicho lo cual, para que no se nos tilde de lo que no somos, contaremos el por qué de este número, casi monográfico, dedicado a Vicente Aleixandre; veamos: para sacar el anterior número de ‘Caminar Conociendo’ nos dirigimos a algunos escritores que nos son afines, al objeto de recabar, gratuitamente, su colaboración (no tenemos otra arma); pues bien, a uno de los que acudimos fue al gran poeta Leopoldo de Luis quien, generosamente, nos envió un artículo titulado ‘Vicente Aleixandre: un doble aniversario’ (que publicamos y reproducimos en este numero en la página 6) (*); en el artículo Leopoldo de Luis recordaba que en 1994 se cumplían 50 años de la publicación del libro de poemas ‘Sombra del Paraíso’ (en mayo) y 10 años de la muerte del altísimo poeta (en diciembre), animando a no dejar pasar ese año sin un obligado recordatorio.
Nosotros, espoleados por tan entusiasta soflama, nos propusimos hacer un homenaje a Vicente Aleixandre, coincidiendo con esos 50 años de ‘Sombra del Paraíso’, aquí en Las Navas, ya que desde aquí se lanzó a la poesía (y lo hicimos); nos atrevimos a más todavía: hicimos un llamamiento público para que se sumaran todos los colegios, institutos y centros universitarios de Ávila al acto…
¡Inocentes! Inocentes, si, por generosos (como dice Aleixandre en un verso de ‘Sombra del Paraíso’: “Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia”) al no querer apropiarnos la idea... salvo la prensa y la radio y el Colegio Público ‘Vicente Aleixandre de Las Navas del Marqués, que sepamos, nadie nos hizo el menor caso.
Y siguiendo con nuestra inocencia, nos propusimos, además, hacer un libro de homenaje al Premio Nóbel: escribimos a poetas y profesores de renombre que, según nuestro entender, eran conocedores de la vida y la obra del poeta fallecido; unos nos contestaron y otros no; recibimos numerosos trabajos de muy diversa factura. Decir a estas alturas que los trabajadores de la cultura respondieron, es constatar un hecho.
Ya teníamos el material: podíamos publicar el libro. Ahora, a buscar el dinero. Con tales firmas, las autoridades políticas o financieras, geográficamente afines al poeta o a nosotros, patrocinarían un libro así; por cosas de menor entidad, se editaban libros; además, ¿quién iba a negarse a homenajear a uno de los españoles que han llevado el nombre de España, tan honestamente, por el mundo?...
¡Inocentes! ¡“Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia”!: algunas instituciones nos contestaron negándose, claro; otras, ni siquiera ‘el varazo de tente al que molesta’.
Pero, aquí está el libro-revista de homenaje a VICENTE ALEIXANDRE y estos son los que han respondido al fuego del olvido, con el fuego del recuerdo, hacia aquel que moró en la casa de Velintonia, habitada hoy (por entonces), para mayor vergüenza de los que dirigen la cultura, por un ‘Okupa’ y que recientemente fue presa de las llamas, todavía para mayor INRI.

José Mª Amigo Zamorano es el director de la revista
(*) En este blog aparece bastante más adelante el artículo de Leopoldo de Luis

EN LA PÁGINA 3 DEL NUMERO 4 DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’ DE MAYO DE 1995

'Para quién escribo': oyendo la voz de Vicente Aleixandre



Para quién escribo

I

¿Para quién escribo?, me preguntaba el cronista, el periodista o simplemente el curioso.

No escribo para el señor de la estirada chaqueta, ni para su bigote enfadado, ni siquiera para su alzado índice admonitorio entre las tristes ondas de música.

Tampoco para el carruaje, ni para su ocultada señora (entre vidrios, como un rayo frío, el brillo de los impertinentes).

Escribo acaso para los que no me leen. Esa mujer que corre por la calle como si fuera a abrir las puertas a la aurora.

O ese viejo que se aduerme en el banco de esa plaza chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma, le rodea y le deslíe suavemente en sus luces.

Para todos los que no me leen, los que no se cuidan de mí, pero de mí se cuidan (aunque lo ignoren).

Esa niña que al pasar me mira, compañera de mi aventura, viviendo en el mundo.

Y esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida, paridora de muchas vidas y manos cansadas.

Escribo para el enamorado; para el que pasó con su angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que al pasar no miró; para el que finalmente cayó cuando preguntó y no le oyeron.

Para todos escribo. Para los que no me leen sobre todo escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin oírme,


está mi palabra.

Para quién escribo

II



Pero escribo también para el asesino. Para el que con los ojos cerrados se arrojó sobre un pecho y comió muerte y se alimentó, y se levantó enloquecido.


Para el que se irguió como torre de indignación, y se desplomó sobre el mundo.

Y para las mujeres muertas y para los niños muertos, y para los hombres agonizantes.

Y para el que sigilosamente abrió las llaves del gas y la ciudad entera pereció, y amaneció un montón de cadáveres.

Y para la muchacha inocente, con su sonrisa, su corazón, su tierna medalla, y por allí pasó un ejército de depredadores.

Y para el ejército de depredadores, que en una galopada final fue a hundirse en las aguas.

Y para esas aguas, para el mar infinito.

Oh, no para el infinito. Para el finito mar, con su limitación casi humana, como un pecho vivido.

(Un niño ahora entra, un niño se baña, y el mar, el corazón del mar, está en ese pulso.)

Y para la mirada final, para la limitadísima Mirada Final, en cuyo seno alguien duerme.

Todos duermen. El asesino y el injusticiado, el regulador y el naciente, el finado y el húmedo, el seco de voluntad y el híspido como torre.

Para el amenazador y el amenazado, para el bueno y el triste, para la voz sin materia
y para toda la material del mundo.

Para ti, hombre sin deificación que, sin quererlas mirar, estás leyendo estas letras.

Para ti y todo lo que en ti vive,

yo estoy escribiendo.





Vicente Aleixandre (Del libro En un vasto dominio, 1962)
Se escuchó antes de comenzar el homenaje este poema en la voz de Aleixandre

PÁGINAS 4 y 5 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' DEL NÚMERO 4 DE MAYO DE 1995

Concha Zardoya: 'El poeta canta por todos'

Concha Zardoya: ‘El poeta canta por todos’

En su ‘Historia del corazón’ (1954) –obra extensa y compleja en la que se trasluce el trabajo de varios años-, Vicente Aleixandre abandona el tema cósmico que dominaba en sus libros anteriores y refleja su vivir y, a través suyo, el vivir de todos los hombres. Abarca los ciclos de la vida humana en poemas que recogen recuerdos o vivencias de la infancia, de la juventud (la experiencia amorosa, esencialmente), de la madurez y de la edad última. No es un vivir elementalmente jubiloso, sino conscient5emente resignado a su finitud, transitorio vivir del hombre, transcurrir del hombre en el mundo. El cosmos se asoma solo en este libro como fondo o trasfondo del existir humano, de las edades del hombre. Y cada poema se halla transido de esa conciencia de la fugacidad del tiempo y de la vida. Pero ese transcurrir supone también revivir a través del recuerdo. El poeta en esta ‘Historia’ traza la línea ascendente del vivir que no declina, sino que, por el contrario, llega a culminar en la ancianidad: ancianidad no decadente ni caduca, senectud sabia y plena de conocimiento, de aceptación y no de renuncia. El mundo real no se contrapone al mundo poético ni lo destruye; antes bien lo condiciona. Vicente Aleixandre aprueba ahora lo que es y tal como es. No escapa como los místicos, sino que se reconoce en el mundo y en la multitud. Si no optimismo, su aceptación del mundo, de la vida, del amor, de los hombres y de la muerte, tales como son, trasciende estoica serenidad. Y sólo ellos son para el poeta, prueba existencial, seguro puerto, casi alegre reposo, clara conformidad de ser y haber sido. No huye de ellos, sino a ellos. La visión poética se convierte en realidad y no sustituye a ésta. No hay paraísos ni infiernos al otro lado de la muerte. Y el poeta –el hombre- no renuncia a este mundo: lo acepta como es. Y no trasciende su ser a los demás -¿cómo podría?-, sino que se reconoce parte de ellos: parte de un gran todo. No se trata de una penetración en la multitud: es una compenetración ontológica. Es una comunión integral de la parte con el todo, una coexistencia del hombre –el poeta- con la humanidad toda, una participación en el indivisible vivir. Vicente Aleixandre acepta lo que aparece y tal como aparece. ¿No es esta aceptación una última y sabia forma de vida, una última y sabia forma de arte?
Quisiera destacar ahora un único poema, situado en la ‘Mirada extendida’, segunda parte de los cinco que componen el libro: ‘El poeta canta por todos’. Desde su dolorosa soledad, ve pasar la gran ola de los hombres. Apenas vacila, apenas duda y se lanza al oleaje para dejarse llevar. Se sume, al fin. En la masa, ‘único ser’, y se siente acunado por aquellas olas humanas que, al derivar, le arrastran. Pero él no es algo diverso a esa masa: una misma sangre fluye y refluye de corazón a corazón.
Son miles de corazones que hacen un único corazón que te lleva.
Y dentro de ese corazón ya no existe aquel dolor de los días solitarios: voluntariamente, el poeta ha abdicado de él. Ya no sufre. Ahora canta. Y entona el canto de todos, que es también el suyo:
Un único corazón que te lleva.
Abdica de tu propio dolor. Distiende tu propio corazón contraído.
Un único corazón te recorre, un único latido sube a tus ojos, poderosamente invade tu cuerpo, levanta tu pecho, te hace
agitar las manos cuando ahora avanzas.
Y si te yergues un instante, si un instante levantas la voz,
yo sé bien lo que cantas.
Eso que desde todos los oscuros cuerpos casi infinitos se
ha unido y relampagueado,
que a través de cuerpos y almas se liberta de pronto en tu grito,
es la voz de los que te llevan, la voz verdadera y alzada
donde tú puedes escucharte, donde tú, con asombro, te reconoces.
La voz que por tu garganta, desde todos los corazones esparcidos,
se alza limpiamente en el aire.
Si, su voz es la tuya y la de todos. Y, a través de ella, todos se escuchan interiormente y, a la vez, oyen la voz del poeta: masa misma del canto, se mueven como una onda.
Y la voz se brinda a las plantas de todos, como un camino, y en ella se gravan pisadas y pisadas. Y, luego, sube, asciende, corona la montaña. Y allí, en la cima, resuena clamorosa, grandiosa y majestuosamente. Y todos cantan en ella y por ella, en la altura. Y el poeta siente el júbilo de ser tal voz bajo los cielos claros: Y es tu voz la que les expresa. Tu voz colectiva y alzada.
El canto unánime le conforta y le salva en su soledad y en la derrota del amor, en el desamor. Y deviene el nuevo amor, el nuevo objeto de su existencia: ser ‘el eco entero del hombre’.
Aún resuena hoy, al cumplirse los cincuenta años de la publicación de ‘Sombra del Paraíso’, obra maestra en el patetismo humano se funde con el patetismo de la Creación, envolviéndose en luminosas irradiaciones: mundo en que el poeta se sentía vivir ‘cual ángel desterrado de su celeste origen’.

Concha Zardoya


(En la página 7 de la revista ‘Caminar Conociendo’, número 4 de mayo de 1995)

José Mª Amigo Zamorano: León Felipe presenta a José Hierro


LEON FELIPE PRESENTA A JOSE HIERRO


(Yo, José María Amigo Zamorano, director de la revista 'Caminar Conociendo' presenté con este título a José Hierro en el Homenaje a Vicente Aleixandre en el Castilla Palacio de Magalia en el año de 1994)


Creo que para presentar a un gran poeta debe hacerlo otro gran poeta. Allá por el año 1942 y cuando era aún reciente su exilio republicano en México, decía el gran poeta León Felipe, en un inolvidable poema:

"Hay dos Españas: la del soldado y la del poeta. La de la espada fratricida y la de la canción vagabunda. Hay dos Españas y una sola canción. Y ésta es la canción del poeta vagabundo:

Franco, tuya es la hacienda,

la casa, el caballoy la pistola.

Mía es la voz antigua de la tierra.

Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo...

Mas yo te dejo mudo...

¡mudo!

y ¿cómo vas a recoger el trigo

y a alimentar el fuego

si yo me llevo la canción?"

Y continuaba diciendo que la España que se llevó la canción se llevó el salmo también... Que eso que va aullando en la ráfaga negra del Viento por todos los caminos de la Tierra... es el salmo; y que él se lo lleva en la garganta que es la garganta rota y desesperada del Hombre... No lo roba. Se lo lleva... ¡lo rescata! El salmo es suyo... ¡del poeta!.
Años después, y en carta a Cela, León Felipe se desdecía (y aquí lamento no poder leer las palabras tal y como las decía León Felipe, desgraciadamente el libro me ha desaparecido) pero más o menos venía a decir: amigo Cela, quiero desdecirme de cosas que uno ha dicho, de palabras que uno ha escrito; yo fui aquel que se autoproclamaba como el pájaro que había ido a cantar a otro lugar. También afirmé que me había llevado el salmo y la canción.
León Felipe terminaba diciendo:

mas ahora oigo voces que salen de la tierra. Esa voz... esas voces: Celaya, Hierro, Crémer, Angela Figueroa Aymerich, Nora, De Luis, para vosotros, los que os quedasteis en la casa paterna, en el huerto florido, será el salmo y la canción. Porque tal vez lo que no me podía llevar nunca era la canción que nace de la tierra....
Pues bien, una de esas voces que saludaba León Felipe y que surgía potente de entre las ruinas de la guerra del 36/39, una de esas voces que heredaba "el salmo y la canción", es José Hierro, premio Adonais, Nacional de Literatura, Príncipe de Asturias y a mí me cabe el honor de presentarlo a ustedes esta tarde.


José Mª Amigo Zamorano


(Pág. 8 del nº. 4 de la revista 'Caminar Conociendo' de mayo de 1995)

José Hierro, palabras de homenaje a Vicente Aleixandre


VICENTE ALEIXANDRE,
POETA VIGENTE
INTERVENCION DE JOSE HIERRO EN EL RECORDATORIO-HOMENAJE AL DECIMO ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE VICENTE ALEIXANDRE Y A LOS 50 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE SU LIBRO DE POESÍAS 'Sombra del Paraíso'

Las palabras de aquel gran poeta, León Felipe, que recuerda ahora D. José María Amigo Zamorano, las corrobora también Max Aub en un libro en el que abunda esa idea nostálgica que tiene el español: cuando él se va de un lugar ha acabado el mundo; sigue viviendo en su recuerdo, pero lo que queda está paralizado, muerto.
Sostenía él que la poesía, después de la muerte de Lorca y la terminación de la guerra civil, no existía. Un día, de acuerdo con la idea que tenía de la poesía, que no solamente tenía que ser buena, naturalmente, sino crítica, escribió, rectificando en otro libro, que la poesía que se hacía al día, sin nostalgias lorquianas (excelente poeta por otra parte) era la poesía que se hacía en España y dentro de España. Pese al franquismo, la censura, etc., se hacía poesía, esa poesía que estaba al día y sin alimentos nostálgicos.
Tiene mucho que ver lo anterior con el homenaje que celebramos hoy. En Las Navas del Marqués tuvo lugar el encuentro de Vicente Aleixandre con la poesía. Dámaso Alonso le puso sobre la órbita poética de los años veinte: la importante de aquel momento: la de Juan Ramón y, para Vicente Aleixandre, fundamentalmente, la de Rubén Darío.
Recordaba al llegar aquí, con una mezcla de pedantería y de evocación histórica, otro momento también histórico: el encuentro, en Granada, de Boscán con Navaggiero (1), que le enseñó la métrica italiana. Gracias a él tenemos a Boscán y, sobre todo, a Garcilaso.
Sin Las Navas, sin Vicente Aleixandre junto con Dámaso Alonso, no tendríamos al Vicente Aleixandre que hoy conocemos.
Yo era un jovenzuelo cuando conocí a Aleixandre.
El era la generosidad, la apertura, ante todo lo que llegaba, ante todo lo que podía ser estimulado. Un hombre realmente desprendido, generoso, cordial. Un hombre, además, que sabía dar la cara; me explico: por aquellos años de dictadura franquista, se celebraba semanalmente una tertulia en el Ateneo de Madrid; un día acudió un agente; pensaba que aquella tertulia podía tener algún peligro para el régimen franquista porque había habido una serie de denuncias y... total que fuimos echados de allí; hicimos entonces una especie de tertulia paralela en una librería de Madrid, la de Carmina Abril; nos reuníamos un grupo de poetas con un policía que apuntaba lo que se decía entre las gentes; y se lo mandaba a los políticos; un policía que iba oficialmente, no el chivato clandestino; nunca he podido averiguar quién pudo ser el policía; el hombre iba a ver si aquello que se había presentado a la autoridad, para ser leído, era lo mismo que se leía; era tan estúpido como ver a un ser leyendo lo que estaba escuchando por si se pasaba; incluso la estupidez llegó al extremo de que, en una ocasión, dábamos una lectura, alguien leía una breve antología de un poeta judío, Premio Nobel, no recuerdo quién era; lo cierto es que iba a leerlo Pepito Pérez; se presenta la solicitud del permiso: sellos, etc., todos los requisitos en la Dirección General de Seguridad; mas como, a la hora de la verdad, esas mismas poesías las iba a leer Juanito Gómez, el acto se suspendió.
Pues bien, Vicente Aleixandre con absoluto y total desprendimiento, él, que raramente salía de casa, excepto para ir a la Real Academia, cuando se inauguró aquella tertulia contraoficial, fue el primero que inauguró aquello con unas sillas bajitas que alquilábamos semanalmente. Estuvo allí dando la cara y demostrando con quién estaba: con los jóvenes, con la verdad y con la libertad.
¿Qué es lo que significaba Vicente Aleixandre para nosotros? Para contestar a esta pregunta habría que decir que estábamos al final ya de la guerra y que, como pensaban León Felipe y Max Aub, no había nada. ¿Qué había ocurrido? De los poetas de la generación del 27, en la que nos habíamos educado... : Guillén está en el exilio, Salinas está en el exilio, Alberti está en el exilio, Lorca ha sido asesinado, Emilio Prados está en el exilio, Luis Cernuda en el exilio... ; queda luego lo que se llamó “el exilio interior”; había un poeta, entonces no era gran poeta, era un crítico, un filólogo; había escrito un librillo, poemas puros, poemillas de ciudad... me refiero a Dámaso Alonso; y estaba, sí, estaba Vicente Aleixandre; pero mudo. ¿Cómo escribiría él después de la guerra, de lo que había ocurrido: las cárceles, los racionamientos, el millón de muertos?... ¿Cómo escribiría él?...Teníamos, los jóvenes poetas, la necesidad de un ejemplo para asirnos; lo mismo que todo niño necesita que le den la mano para andar.
Aquel ejemplo vino cuando apareció aquel libro fabuloso “Sombra del Paraíso” y por el que hoy celebramos el cincuentenario de su publicación. De pronto la poesía española va a influir en todos nosotros. Como “Hijos de la Ira” de Dámaso Alonso. Y de pronto la poesía va a renacer de sus cenizas. Los jóvenes ya tienen quien les lleve de la mano.
Luego cada uno iría por su parte.
Vicente Aleixandre tiene, en toda su obra, una enorme coherencia. He dicho alguna vez que los poetas contemporáneos son autores de obras completas; es decir: cada uno de sus libros, de sus poemas aislados, no es mas que el fotograma de una película que, relacionado con el fotograma anterior y el posterior, adquiere movimiento: la poesía no está en un poema, sino en el conjunto de todos los poemas.
Si del siglo XVII queda “Las Meninas”: todos vemos el cuadro, la España de entonces, el espíritu de la época. Si leemos “Las coplas a la muerte de su padre”, de Jorge Manrique, ¡basta! ¡es suficiente!. Pero si tenemos que elegir... ¿cuál es el cuadro de Picasso, más picassianamente característico?... Pues no hay un solo cuadro en la suma de todos ellos... ¿el precubista?, ¿el de la serie negra, azul o rosa?, ¿el cubismo ya?, ¿el de las deformaciones?... Picasso es la suma de todos ellos.
Vicente Aleixandre es, en este aspecto, un poeta contemporáneo. Cuando el superrealismo aparece en España lo hace por una necesidad: ha habido un neopopularismo que es la poesía breve, la cosita de poca extensión, el chispazo; el poeta juega; la poesía, decía Gerardo Diego, es crear lo que no veremos; se ha alejado de la vida, por lo menos de una manera directa. Entonces, Vicente Aleixandre advierte que el superrealismo es una última forma de romanticismo, es hablar, de una manera como sonámbula, onírica e irracionalmente, de aquello que tiene, dentro de nosotros, su ego. No lo racionaliza, lo expresa como a bocanadas. De ahí surge algún libro de los suyos (prescindiendo de “Ámbito” que es una primera toma de contacto con la nueva poesía): “Pasión por la Tierra” es el ser humano, hombre o mujer, que está sumido en lo más hosco, duro, negativo, feo, de la vida. Inmediatamente después, una segunda forma de entender la poesía es “La destrucción o el amor”; ¿qué es “La destrucción o el amor”: el paraíso inventado donde todo es puro, elemental; amor y muerte es lo mismo; está lleno de criaturas desnudas, de animales salvajes, de plantas silvestres; es un mundo bellísimo, un mundo lleno de fuerza y ya sin ninguna desolación.
Cuando viene la guerra, cuando acaba la misma y comienza otra vez su carrera poética, ¿qué es lo que ocurre?: aquel paraíso que habíamos visto en la “Destrucción o el amor” va a ser “Sombra del Paraíso”; un poco como en Milton “El Paraíso Perdido”; ¿qué es el poeta que se nos revela en aquel libro fundamental?: primero, un poeta orquestado, rico en palabras, en invenciones metafóricas; segundo, el ser que tiene la nostalgia de aquel anterior paraíso de “La destrucción o el amor” donde todo era elemental, puro, fuerte, dramático.
A continuación, este poeta que está como sentado en una cima contemplando el mundo, pero humanísticamente contemplado, va a entrar dentro de una intimidad, va a hacer entonces aquella “Historia del corazón” donde se nos presenta al hombre concreto. En “Sombra del Paraíso” tenemos al poeta arquetípico, en “Historia del corazón” al hombre concreto con nombre y apellidos, con sus problemas específicos, pequeños pero intensos. Un día se sale de si mismo y va a contactar con la realidad “En un vasto dominio”, en Miraflores, con las gentes sencillas, con gentes de esta época que tiene un correlato, un paralelo, con gentes de otra época; son aquellas parejas de retratos admirables; y viene ese libro “Los poemas de la consumación” donde es ya la poesía del anciano.
Es, por tanto, su poesía como la de todos los poetas contemporáneos, con altibajos, algo que nos está revelando en su profundidad como una película; que nos está contando la biografía de una persona: tenemos ahí todo Vicente Aleixandre.
Vicente Aleixandre es, para nosotros, los que entonces éramos jóvenes, un faro protector, hombre que aconseja, consuela, corrige defectos, es decir: el hombre que es guía. Hay poetas que han podido ser grandes poetas, pero que no son poetas vigentes. Vicente Aleixandre, después de acabada la guerra, en 1944, se convierte, ya, en uno de esos símbolos. Si por los años 26 o 27 se le pregunta a los jóvenes poetas que, para ellos, quién es el gran poeta, hubieran dicho: Lorca, Alberti por la vía del neopopularismo; otros, dentro de la poesía dura, hubieran respondido: Guillén. Por los años 33, 34, 35 Lorca sigue siendo un gran maestro; y Alberti empieza un poco a olvidarse como maestro vigente, no como poeta leído; y se incorpora un nuevo nombre, Pedro Salinas; cuando escribe “La voz a ti debida” o “Razón de amor”, el lector, de entonces, ve que un poeta puede estar sumido en la entraña misma de la vida y escribir de algo que antes le había parecido ridículo (becqueriano, se decía entonces despectivamente) como era el amor.
Acaba la guerra y, después de una toma de contacto, los nombres serán Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Pasados los años, Aleixandre sigue en ese pedestal de gran maestro y se añade el nombre de Luis Cernuda. De ahí, que no estemos hablando de una persona que tuvo el privilegio, o ellos (el jurado) tuvieron el acierto, de darle el Premio Nobel, sino de una criatura viva de arriba a abajo, de un gran poeta, de un maestro vigente, puesto que su vigencia y su huella se ve todavía.
Eso es lo que yo quería decirles a ustedes. Muchas gracias.

José Hierro, Castillo-Palacio de Magalia. Las Navas del Marqués, 1994.
(Revista “Caminar conociendo”, número 4. Páginas 8 y 9. Mayo de 1995)

___________
(1) Diplomático, humanista, historiador y escritor italiano, nacido en Venecia en 1483 y muerto en Blois (Francia) el 8 de mayo de 1529

Portada de 'Caminar Conociendo', Nº 4: TITULARES

PORTADA

TITULARES

VICENTE ALEIXANDRE 1994

A LOS 50 AÑOS DE ‘SOMBRA DEL PARAÍSO’

HOMENAJE EN LAS NAVAS

RECUERDO DE MANUEL ANDUJAR

JORGE VALDANO:
“El fútbol empieza en la cabeza y después pasa a los pies. En el Real Madrid da gusto ver a zamorano tomarle la lección a Raúl. Cuanto más preparado, mejor el futbolista”

Staf de la revsita 'Caminar Conociendo' nº 4

Staff de la revista ‘Caminar Conociendo’ nº 4

Dirección y coordinación:
José Mª Amigo Zamorano

Redacción y maquetación:
J.M. Amigo Zamorano
Puri Santamaría Luelmo

Algunas Ilustraciones:
María Luisa Cejudo
Úrsula Martín Asensio
(Estudiantes abulenses del Bachillerato Artístico y alumnas del taller de pintura ‘Benjamín Palencia’ que dirige el pintor Arturo Martínez)
Fotografías:
JMAZ. P. Santamaría L.

Portada:
JMAZ. P. Santamaría sobre un cuadro de Dalí

Contraportada:
Puri Santamaría sobre un cuadro de la Bauhaus

Patrocinaron este número:
*Excelentísimo Ayuntamiento de Las Navas del Marqués
*Audio-bar Mordor
*Carnicería Marcelino Manjón
*Comisiones Obreras (CC.OO)
*D. Rafael j. Peña Manjón (farmacéutico)
*Hermanos sastre
*Iglesia Parroquial
*Librería Azañedo
*Librería Ópalo (Avila)
*Obhisa, Obras Hidráulicas, SA
*Relojería-Joyería Harper
*Sastrería-Camisería José María Martín
*Ultramarinos Adrián Blanco

Distribución:
1.500 ejemplares

Edita:
Junta de la Biblioteca

Depósito legal:
AV-176-94

Imprime:
GRAFI 3

Preimpresión:
HERGAR fotocomposición

Isabel Escudero: 'Homenaje a Vicente Aleixandre'

Vicente Aleixandre

Isabel Escudero:
‘Homenaje a Vicente Aleixandre’

Doña Isabel Escudero Ríos es profesora de Psicopedagogía de la UNED, escritora y poetisa. Fue profesora de Creatividad en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. Autora de libros sobre Educación, un ensayo sobre ‘El Llanto: para una hermenéutica de las lágrimas’. Cultiva también otros géneros y colabora en diversos medios de información sobre crítica de cine, social y política. Tiene así mismo algunos libros de poemas: ‘Coser y cantar’ y ‘Cifra y aroma’. Cuando quiera. Tiene la palabra doña Isabel Escudero.


Me congratulo de que vengamos aquí esta tarde dispuestos a usar la Poesía: hacer uso de la Poesía: usarla que es lo contrario de tenerla, porque el consumo hoy día de cualquier cosa –y sobre todo de los bienes culturales como cuadros o libros- se caracteriza por la propiedad y la propiedad, ya se sabe, mata el usufructo. Bien se ve en el amor mismo, que es lo más parecido a la poesía, la necesidad de poseer al otro, de tenerlo, mata la posibilidad de disfrute, de tal manera que si es mío/a no puedo gozarlo/a. este mecanismo de apropiación es paralizante de la cosa y sustituye, de igual manera, el usar por el conocer. Las personas –para hacerlas cultas- parece que basta y se conforman con conocer el nombre y la existencia del amor: Cernuda, Lorca, Keat, Rimbaud.
Aleixandre, por ejemplo, conocer sus datos biográficos, más o menos históricos, la generación literaria a la que pertenece, y después, sin más uso ni abuso, depositarlos en los anaqueles de nuestras librerías domésticas y ya quietos para la eternidad, intocados excepto para quitarles el polvo de tarde en tarde, o para citarlos por aquí o por allá en conversaciones cultas o en escritos de ocasión ¡Mucho poeta en nuestras estanterías, pero cuándo nos aprendemos de memoria y recitamos en voz alta aún tan solo para nosotros mismos, unos versos! ¿Y que es lo que hacen con nuestros niños en las Escuelas bajo la moderna Pedagogía? Atiborrarles de datos y fechas de los autores y pocas veces, o ninguna, hacerles leer en voz alta los versos públicamente de memoria, como al menos, cuando yo era niña, algunos buenos Maestros de Escuela nos enseñaban. La tendencia actual de la Cultura en el Mundo Progresado es: que el autor se come la obra, la firma del pintor es lo que vale de un cuadro, y se le suele llamar al cuadro por el nombre del autor: un Dalí, un Picasso, etc.; hoy día la firma del autor es dinero, es lo que da credibilidad: Crédito, que es la forma actual idealizada del dinero (ver el caso de las tarjetas de crédito avaladas por la firma personal); y promocionar una firma es hacer negocio, invertir en Cultura. Afortunadamente la Poesía no ha caído, tan descaradamente como la Pintura en el mundo del dinero, pero también le hace el juego, a menor escala naturalmente, y así no hay Caja de Ahorro o Banco que no tenga su Premio de Poesía, al menos como detalle redentor, o para desgravar a Hacienda. Y si al menos esa docilidad valiera para realmente propagar la poesía y que las gentes leyeran, aprendieran y recitaran, públicamente por podios y plazas, tendría alguna gracia, pero lo habitual es que se hable bastante y hasta en demasía, en cenáculos culturales, de los nombres y hazañas de los poetas, y se olviden sus poesías. Y digo recitar públicamente, y no solo en la privacidad de cada uno, porque la poesía cuando acierta es de por sí pública y política (en el sentido de la Política que no hacen los Políticos que hacen la Política), es decir conmovedora de la vida, tanto privada como pública, de cualquier ciudadano. Es vivamente política porque ad la voz a la razón de la verdad en contra de los intereses de la Realidad; da voz a lo hondo del corazón y el deseo de las gentes. Donde tú y yo somos cualquiera y somos iguales. Fijaos que tú y el yo líricos, son como el yo y el tú gramatical, intercambiables e impersonales. Como dice D. Antonio Machado en aquella copla:

Con el tu de mi canción,
No et aludo compañero,
Ese tú soy yo.

Y viceversa también es verdad, como dice en otra copla:

La verdad es lo que es:
Y sigue siendo verdad
Aunque se diga al revés.

Es por eso que yo vengo aquí esta tarde a olvidar, en el buen sentido, el nombre propio del poeta, y dar voz a la poesía, a ‘sus’ versos, poemas que cuando aciertan –y ese es el caso frecuente de Aleixandre- dejan de ser suyos para ser de cualquiera, para volver al aire de donde brotaron, y a la razón y al corazón común. Porque aquellos que tenemos ese, cada día más extraño oficio de cantar y contar sílabas, de desvelar, desde la verdad de la poesía, las mentiras de la Realidad, sentimos de alguna manera, que al acertar en algún verso ya deja de ser nuestro, se nos escapa, ya es de nadie y de cualquiera, y solo cuando son malos los versos es cuando los reconoce como propios y personales.
Por eso bien querría yo que nuestro recital de Vicente Aleixandre, en estos mismos parajes, y en estos mismos cielos donde se formaron, en una tarde como esta, algunos de estos versos, que estáis escuchando, nos haga sentir hoy con la misma frescura de ayer su palpitante eternidad. Sea pues este acto poético a su vez un acto de rebelión contra el tiempo, pues por voz de la poesía sigue Aleixandre vivo aquí esta tarde.

Isabel Escudero Ríos

( página 11 de la revista ‘Caminar Conociendo’ número 4 de mayo de 1995)