miércoles, 31 de enero de 2007

José Mª Amigo Zamorano: 'Historia de la trata de negros' y 'Piratas en el Caribe'



Patentes de corso

En las fricciones entre grandes potencias, se han manejado todo tipo de armas y de individuos; de individuos -con cierto poder de convocatoria, claro está- para hostigarse mutuamente. Los Bin Laden han existido siempre. Unos terminan bien y otros muy malamente.

En el siglo XVI, siglo donde comenzó a fraguarse el Imperio Español y otros imperios, las contradicciones ínter imperialistas, impulsaron múltiples formas de acoso al enemigo, utilizando maniobras de una crueldad inaudita; maniobras, muy alejadas de la moral de andar por casa que, como individuos corrientes y molientes, nos vamos dando a lo largo de la vida.

Con el acceso de Isabel I al trono de Inglaterra cambió el rumbo de la política con respecto al Imperio Español. Si con María I había sido de amistad y colaboración, ahora predominaba el enfrentamiento. Para socavar al todopoderoso imperio “donde no se ponía el sol”, por parte del otro imperio emergente, todo valía.

Recordaré a individuos como John Hawkins, que luego desempeñó un papel importante en la derrota de la Armada Invencible; y solo de pasada a Francis Drake, del que todo el mundo ha oído hablar alguna vez en la vida.

John Hawkins conocía el mar al dedillo, igual que el árabe conoce el desierto como la palma de la mano. Su padre había sido capitán mercante que navegó por Guinea. No se necesita mucha imaginación para suponer que, en las largas noches del frío y brumoso invierno, sentados en torno a la lumbre del hogar, el padre, nostálgico, le relataría, con vivos colores, el paraíso terrenal africano incendiado por el sol: el suave movimiento de las palmeras, abrazadas por el día luminoso; los ríos, salvajes e impetuosos, atestados de cocodrilos; allí el valor para atravesarlos se medía en oro, plata, marfil de los colmillos de los elefantes que, innumerables, andaban calmosos por la sabana y otras mercaderías... los propios negros, por ejemplo, doblemente hermosos, por su musculatura y por su buen precio en los mercados.

Pero todo eso, como dicen Mannix y Cowley en su obra Historia de la trata de negros (Alianza editorial, Madrid, 1970) “estaba controlado por Portugal, apoyada por la España imperial. ¡Qué lástima que esa senda de prosperidad se hallase obstaculizada por papistas extranjeros!”

John Hawkins realizó numerosos viajes a partir de 1561. En uno de ellos llevó, como capitan de la Judith, a un joven llamado Francis Drake. En los primeros tiempos, sin ayuda oficial, contrabandeó con pieles, jengibre, azúcar... Naturalmente tenía contactos con el “enemigo interno”; por ejemplo: Pedro Ponte, uno de los gobernadores de Tenerife o Gómez Suárez de Figueroa, señor de Zafra, conde-duque de Feria, embajador de España en Londres y “el grupo judeo-converso”, con intereses en el comercio negrero, de Fregenal de la Sierra (Badajoz), pueblo natal de Benito Arias Montano (humanista que, por cierto, escribiría, en Las Navas del Marqués, el Comentario al profeta Oseas) quien por los años 50 realizó un viaje a Canarias del que nadie sabe a qué.

Luego, ya con patente de corso, John Hawkins abordó embarcaciones, cazó negros, eslavizó tribus, incendió y destruyó poblados, hostigó y intimó a las autoridades españolas cuando no podía vender a gusto. Es decir: implantó el libre comercio a fuerza de amenazas y tiros de culebrina. Y, como Francis Drake, pasó de “honrado comerciante a noble caballero”: es decir: terminó sus días siendo todo un sir, como el pirata Drake, de la Corona Británica.

Otro personaje, de pocos años antes, apenas citado en las historias, fue Juan Florín o El Florentino (Jean Fleury) Pertenece a los albores del Imperio Español, en el reinado de Carlos I.

Durante las guerras franco-españolas(1521-26//1926-29) se sistematizó el ataque corsario al servicio del rey de Francia, Francisco I. Y este es uno de sus corsarios. Su nacimiento, unos lo ponen en Florencia (Italia) y otros en Vatteville-sur-Seine (Francia) Tras este nombre se escondía, al parecer, Giovanni Verrazano, hermano de geógrafo Verrazano al servicio del rey de la Francia. Su campo de “actuación naval” cubría un área entre las Azores, Canarias y la Península; acechaba las embarcaciones que venían cargadas de riqueza de la recién descubierta América.

El mayor triunfo fue hacia 1522: tres carabelas fletadas por Cortés que, por cierto, habían sido maldecidas por los indios, augurándoles un mal fin; llevaban el Quinto Real así como oro, plata, piedras preciosas... algunos indios y regalos para personajes ilustres de la corte. Cerca ya de la Azores, Florín arremete contra dos de ellas. La tercera huye y logra esconderse en la isla de Santa María. Esperó unos días, pero nada más hacerse a la mar, El Florentino, que estaba en acecho, logró rendirla.

En el libro, Piratas en el Caribe (Cruz Apestegui. Barcelona: Lunwerg, 2000) editado primorosamente e ilustrado con numerosos mapas, planos, fotografías, cuadros y una abundante bibliografía, dice que el botín fue enorme: “Ochenta y ocho mil castellanos en barras de oro” amén de joyas y perlas “algunas como avellanas”. El Florentino entregó los mejores tesoros al rey francés, su señor.

Las autoridades hispanas tomaron medidas inmediatas”. Armó Carlos V una escuadra contra corsarios e, igualmente, firmó patentes de corso. Uno de sus corsarios fue el vasco Martín Pérez de Irizar (Martín de Rentaría) El fin de Juan Florín estaba cercano.

Navegaba, con su patente, Martín de Rentería, entre el cabo de San Vicente y la Península Itálica. En octubre de 1527, Florín se encontró con un barco de guerra de los nueve que tenía el vasco. Se entabló batalla. Hubo 37 muertos y 50 heridos de la parte española. Sin embargo, Pérez de Irizar rindió 3 galeones y tomó 150 prisioneros. Uno de ellos se identificó como Juan Florín y ofreció por su libertad 300.000 escudos.

Ante lo extraño del hecho fue trasladado a la Casa de Contratación de Sevilla. Allí se decidió llevar al preso a la corte para que el emperador decidiera su suerte. Fue delante un mensajero con el informe. Carlos V fue firme en su decisión: que fuera ejecutado allí donde se encontrara con el correo.

El azar, para desgracia de Florín, apuntó a la provincia de Avila: Puerto del Pico, sobre la calzada romana. Le dieron muerte en El Colmenar, actual villa del Mombeltrán.

El poder se defiende atacando; y los individuos aventureros que se unen a él, o luchan contra él, son como juguetes del azar, del destino: unos terminan muy bien: ¡siendo sires!; y otros muy malamente: ¡ejecutados!.


lunes, 29 de enero de 2007

JOSÉ LUIS CANO: Carta


Madrid, 4 de mayo de 1994
Sr. José Mª Amigo Zamorano
Director de la revista ‘Caminar Conociendo’ y de la Biblioteca Pública Municipal de Las Navas del Marqués

Recibo su carta y le felicito por la idea que han tenido de hacer un homenaje a Aleixandre por cumplirse los 50 años de ‘Sombra del Paraíso’. Desgraciadamente yo estoy enfermo desde hace meses; me atropelló un coche en una calle de Madrid, aparte de los 83 años que tengo y un parkinson que me impide escribir (estoy dictando) Pero sí quisiera que haga usted constancia de mi adhesión total al homenaje que preparan a quien fue mi mejor amigo y el mejor poeta de su tiempo y Premio Nobel. Algunos meses de verano y aún de invierno cuando estaba Aleixandre en su casa de Miraflores de la Sierra, los domingos me invitaba a comer, y yo iba en mi coche y pasaba el día con quien, como dije antes, era mi mejor amigo. Quizá conozca usted el Epistolario de cartas a mi que publiqué en Alianza Editorial en 1986.

Atentamente: José Luís Cano
(ESTA CARTA DE JOSÉ LUIS CANO AL DIRECTOR DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' Y LAS OTRAS DOS, QUE SE PUEDEN LEER MÁS ABAJO, APARECIERON EN EL NÚMERO 4 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' DE MAYO DE 1995 EN LA PÁGINA 36)

JOSÉ LUIS CANO


18 mayo 1994
Sr. José María Amigo Zamorano
Ayuntamiento de Las Navas del Marqués
Biblioteca Pública Municipal

Mi estimado amigo:
Recibo su carta, y he pensado, para el homenaje a Vicente Aleixandre, enviarle una de las ciento y pico cartas que me escribió, y que consevo como oro en paño.

Espero le parezca bien.
Un cordial saludo

Firma : José Luís Cano

Carta de Aleixandre a José Luis Cano


MIRAFLORES, 29 JULIO 1958

Querido José: Estos días de bastante calor aquí supongo os achicharraréis ahí; me acuerdo mucho de ti y pienso lo anhelante que estarás de verte en tu playa de Getares.
Cuando lo pienso ¡Cuánto palidece Miraflores! Tengo aquí a Eva. Paseamos por estos admirables campos. Ayer estuvimos en el río: el paisaje es el del soneto ‘Despedida’, del que ahora no te acordarás. Antes leemos un libro italiano, charlamos. Treinta y cinco años años de la vida en forma de esta mujer, vieja de físico, inocente siempre de espíritu. Y que cada año vuelva. ‘Vivir es ver volver’. Ayer hablábamos de ti. Ella ha tenido siempre la virtud de saber escuchar. El curso próximo irá a Lisboa en abril, y a la vuelta se detendrá una semana en Madrid. Su ancianísima madre vive todavía. Ella conoció mucho a mis padres y me gusta recordarlos con ella. Fuera de Conchita es la única persona con quien puedo hacerlo.
De Los Encuentros sigo recibiendo artículos y cartas. Estoy contento de la acogida de este libro mío, al que quiero tanto como a los que más quiera entre los míos. ¡Tan a fondo me siento en él! He visto un artículo muy bueno de Panero; recibí otro de Ferreres. Y sigue la racha.
Me escribe la revista Presence de Ginebra, pidiéndome un texto para un número internacional que prepara la ‘rehabilitación’ de Ezra Pound. Dime si sabes algo de esta revista y si tienes noticias de este homenaje. Me da algunos nombres de los que tomarán parte. Recuerdo sólo a Eliot y a Cocteau.
Que lo paséis muy bien en Algeciras. Muchos abrazos de Vicente.

Firma: Vicente Aleixandre

viernes, 26 de enero de 2007

JOSÉ LUIS SÁNCHEZ HERNANDO: INSOLITA UTOPÍA

Me llamaron los antiguos,
por insólita, utopía.
Tomás Moro
Sabemos de paso, compañeros de viaje
por la senda inhóspita que cada día
se extiende ante nosotros,
que nos ofrece cada día nuevo
puente que, de nuevo, derrumbado,
hace habitar la desazón en nuestro cuerpo.

Sabemos de paso, asombrados
cada día por la vida con que el sol
se presenta en nuestros ojos,
descubriéndola a la vida palmo a palmo
un color nuevo, indómito
que diluya la soberbia de los necios.

Y sabemos de paso, compañero
de mi mismo en el viaje
por un mundo inconcluso,
imperfecto y no redondo,
apresurado en este casos de imágenes
con afán sosegado de reposo.
O bien, de paso ser sabido caminante
sin camisa, ni destino, sudoroso,
apostado en la fuente de la vida,
bebiéndome su sed, aprendiéndome
la sonata de su chorro...
En un nuevo tiempo, ya desnudo, a cuna abierta,
abarcando el nuevo aire del sendero,
descaminado, caminante sin camino,
viajero del no ser que siendo solo
marcha despacio hacia todo aquello
que las gentes poderosas, sabias, bienpensantes,
siempre aventuran imposible.

EL AUTOR DE ESTE POEMA, JOSÉ LUIS SÁNCHEZ HERNANDO, ES PROFESOR Y YA HA OBTENIDO ALGUNOS PREMIOS DE LITERATURA. ÁVILA, MAYO, 1996

(Publicado en la revista 'Caminar Conociendo', nº 5, pag. 46. Julio de 1996)

Jacinto Herrero Esteban: ESOS LIBROS CREPUSCULARES

ESOS LIBROS CREPUSCULARES

Por Jacinto Herrero Esteban

Cuando se llega a una cierta altura en la vida,, la retórica, que llenaba un vacío en la obra juvenil, se ha ido sustituyendo por una desnudez en cierto modo desoladora. Son los libros crepusculares que nos hacen volver los ojos a la obra anterior del poeta y establecer una comparación casi necesaria. ¿Es el mismo Aleixandre el que leí en Sombra del Paraíso y éste de Poemas de la consumación? El mismo Dámaso Alonso de Hijos de la ira y éste de Duda y Amor
sobre el Ser Supremo?
En los Cuaderno de Velintonia el propio V. Aleixandre reconoce que Poemas de la consumación es ‘la visión intensa de la vida y su zumo desde la altitud de la edad’. Pero añade que ‘si exalto la juventud como la única vida pues el resto no es vida, es una sombra o un recuerdo, sin embargo no hay en este libro nada elegíaco, no canta la juventud con acento elegíaco, como en otros libros míos, entre ellos Sombra del Paraíso’. Es decir lo que el lector ah intuido al leer los poemas comparativamente, el propio autor lo ha verificado ya al construir los mismos.
En Dámaso Alonso se percibe un elemento agravante que añadir. Ha visto morir a los amigos y compañeros de generación. Ya no hay lugar para retórica; la vida es esa ‘gran socaliña’ a la que alude en sus poemas. Ni siquiera ya ‘una sombra o un recuerdo’ que decía Aleixandre. En abril del 59, cuando ambos autores están entrando en sus setenta y más años, Dámaso dedica a Vicente un poema irónico y cuajado de ternura a la vez; están entrando en las ‘pompas prefúnebres’, ‘vanidad y similor’. Bajando a un lenguaje desagrrado, Dámaso termina:
Vicentico, mi Vicente,
hijito, te dije yo
que esa zorra de la vida
nos la jugaba a los dos’
Y esa era la ‘gran socaliña’, el engaño de haber vivido.
Duda y Amor sobre el Ser Supremo va precedido, en la obra completa, del poema Mi amistad con Vicente Aleixandre que Dámaso leyó en el homenaje que la Real academia tributó a Vicente tras su fallecimiento. Se recuerda allí su primer contacto en Las Navas del Marqués.
Año mil novecientos diez y siete:
Vicente y yo, qué gozo este verano,
En Navas del Marqués. Pronto, ¡qué amigos!
Primera vez en aquel día juntos,
Después toda la vida para siempre.”
Toda retórica ha desaparecido; el lenguaje coloquial se ve levemente forzado para ajustarse al endecasílabo. Nada más. A lo largo del poema una historia de amistad; el poeta cuenta, no canta. Dice y dice su pasado, una sombra. ¿Qué fue de ello? Libros, fama, enfermedades, muerte:
Catorce de diciembre,
Año mil novecientos
Ochenta y cuatro: muere.
Yo vivo. Mas quisiera morirme yo con él.
Quizá con alma eterna, sí, quizá,
Podríamos juntar, muertos los dos,
Jugar nuestras ideas y recuerdos.
¡Maravilla, Vicente! ¡Maravilla, Aleixandre,
Qué gozo junto a ti!’
Esta duda, ‘quizá con alma eterna’, nos revela que el poema es posterior a Duda y Amor sobre el Ser Supremo, cuya segunda parte titula Alma eterna y donde los muertos vuelven en su recuerdo lacerante: sus padres, los amigos, los poetas muertos. De nuevo Aleixandre ocupa un lugar preferente: veintisiete versos para evocar al recientemente fallecido. 1917. Las Navas. El cuadernillo en que empezaron juntos sus poemas: ‘mi cariño a Vicente, y el de Vicente a mi’.
Ahora el silencio: José Luis Cano termina Los Cuadernos de Velintonia el 17 de diciembre, nada. También este largo silencio.
Aleixandre había escrito en Poemas de la consumación:
Hace mucho que el frío
Cumplió años. La luna cayó en aguas.
El mar cerróse, y verdeció en sus brillos.
Hace mucho, muchísimo
Que duerme. Las olas van callando.
Suena la espuma igual, sólo el silencio.
Y la ‘alondra’ en Diálogos del conocimiento, último libro del poeta, canta:
Todo está quieto y todo está desierto.
Y el alba nace, y muda.
Pasé como la piedra y fui a la mar.
¿No hay también un tono elegíaco en todo esto? La misma economía y sobriedad de recursos lo acentúa.
Preferimos entre las obras de un gran autor –escribe Azorín- las obras de madurez a las de mocedad… Todo tiene su encanto; pero quizá sea el mayor de todos, el más dedicado a todos, ese tono gris, esta sobriedad, esta melancolía indefinible, suave, de las grandes obras crepusculares’.
Y tales creo yo sean éstas de que he hablado, y como tales deben leerse.

Jacinto Herrero Esteban
Ávila, 15 de marzo de 1995

Jacinto Herrero Esteban.- Sacerdote y escritor, nació en Langa (Ávila) y es prácticamente coetáneo de José Jiménez Lozano, el connotado escritor, también de Langa, aunque quizá no tan conocido como Jiménez Lozano. Eso no quiere decir que su obra literaria sea de menor valor. Don Jacinto ha frecuentado más el terreno de la poesía. Premios: Anthropos, Fray Luis de León...

jueves, 25 de enero de 2007

VISITA A DÁMASO ALONSO

VISITA A DÁMASO ALONSO

Por Félix Rosado

Año mil novecientos diez y siete:
Vicente y yo, qué gozo este verano,
En Navas del Marqués. Pronto, ¡qué amigos!
Primera vez en aquel día juntos,
Después toda la vida para siempre
.”

Dámaso Alonso

El premio Nobel Vicente Aleixandre encontró su camino en la historia de la literatura en la amistad que nació entre él y Dámaso Alonso en Las Navas del Marqués.
En 1986 –cuando lo pienso aun no me lo puedo creer- tuve la oportunidad de entrevistar a Dámaso Alonso. Fue en su propia casa, en Alberto Alcocer, 23, en pleno centro de MADRID, junto al Paseo de la Castellana. El ilustre poeta se dignó recibirme al segundo intento. En el primero hablé con su ama de llaves, a la que informé de mi interés por la interviú porque yo soy de Las Navas del Marqués y quería conocer más a fondo aquel encuentro, entre los dos grandes de la poesía española del siglo XX, en el verano de 1917.
A mis 22 años me topé con Dámaso Alonso que ya contaba 88. Semanas antes ya le había visto en la Facultad de Ciencias de la Información en unas jornadas sobre la poesía que organizó el Departamento de Literatura, a las que también asistió Alberti –del que guardo un autógrafo como oro en paño- y Antonio Gala. Pero mi interés se centró, sobre todo, en Dámaso.
En mi primera visita, fallida, a su casa, charlé con su ama de llaves, ya digi, y casualidades de la vida –el mundo es un pañuelo- me habló estupendamente de aquel médico que fue don Luís en Las Navas del Marqués, Luís Guerra, al que el Ayuntamiento navero luego dedicó una calle del pueblo. Conocía a don Luís y entablamos una animada conversación para romper el hielo. Transmití mi mensaje para don Dámaso y quedé para volver días después. Y así fue.
La fortuna me sonrió esta vez. Pero no llegué, vi y vencí, no. Llegué, llamé y no estaba… Así que creía que me iba a quedar a dos velas. Decidí montar guardia y no peder la oportunidad de la cita. Sentado en un banco, tiempo después, vi llegar a don Dñamaso. Le abordé y me presenté. Me invitó entonces a pasar a su casa. Un hogar en medio de Madrid realmente apasionante. Un jardín, frondoso y tupido, con el canto de los pájaros –en primavera- separaba este rincón poético, si se me permite la expresión, del ruidoso Madrid.
No puede dejar de mencionar que aquella entrevista se publicaría en la revista navera El Catón, que tuvo una corta pero, todo hay que decirlo, fructífera e interesante andadura.
En ‘Caminar Conociendo’, a petición de su director, José Mª Amigo Zamorano, debo recordar ese episodio que me trasmitió Dámaso Alonso en quizá la última entrevista que concedió, cuando tenía 88 años.
Por aquel entonces, don Dámaso era víctima del tiempo, como todo mortal en este mundo. ‘Bueno, yo tengo ya unos años viejísimos, y tal…’ me contestó cuando le pregunté por sus dedicaciones, sus aficiones y sus actividades. Bastante guerra lleva la gente en el cuerpo cuando se aproxima a los noventa. Era un Dámaso distinto al que acostumbramos a ver aún en sus fotos históricas, en sus escritos, en sus libros…
Encapotado en un abrigo negro, con su sombrero, eso sí que no había cambiado, como siempre, me hablaba con elegancia. Entramos y me sorprendí cuando vi sobre un sofá lleno de carpetas, periódicos, libros y cojines, el último ejemplar que había sacado en aquel año la revista El Catón, con la portada del Santísimo Cristo de Gracia. Supongo que se lo mandaría algún navero, aunque no puedo asegurarlo.
Luego me acompañó a su despacho. Impresionante. Era una biblioteca auténtica. Cuatro paredes, cuatro estanterías llenas de libros. Hasta arriba. Apiñados en las mesas, en los armarios, en repisas, anaqueles, libros por todas partes. En una pared se hallaba el retrato de don Dámaso y en una mesa reposaba un busto también del poeta.
El andar de don Dámaso era cansado y su respiración, forzada. A pesar de ello su fuente intelectual seguía impertérrita. Continuaba trabajando, en la medida de sus posibilidades, para la Real Academia de la Lengua.
Le pregunté por su relación con Vicente Aleixandre. “Nosotros nos pusimos ya en conocimiento y con mucho deseo en… ¿cómo es? Navas del Marqués. Estuvimos ahí todo el verano de 1917 y luego estuvimos otros veranos siguientes, estuvimos allí varios años. Pero luego además nos relacionamos por el invierno”.
Dámaso Alonso recordó que tenía un cuaderno en el escribieron sus primeras poesías. “Teníamos el cuaderno en el que estábamos escribiendo, pero escribía él más que yo, porque yo estuve la mayor parte del tiempo en Alemania”.
En dicho cuaderno estuvieron escribiendo desde 1917 hasta 1923, aproximadamente. “El hizo cincuenta y tantos poemas y yo unos treinta. Pensativo me comentó: “verá, le voy a enseñar el cuaderno”. Se levantó con lentitud y fue en su busca. Pero no trajo el famoso cuaderno que tanto interés despertó en mí: sino un ejemplar de la Academia en cuya portada se leía: “Homenaje a Vicente Aleixandre”.
Don Dámaso empezó a leerme, con una sensibilidad exquisita, un poema en que plasmó sus vivencias al lado de Aleixandre.

Mi amistad con Vicente Aleixandre
I. Desde 1917

Año mil novecientos diez y siete:
Vicente y yo, qué gozo este verano,
En Navas del Marqués. Pronto, ¡qué amigos!
Primera vez en aquel día juntos,
Después toda la vida para siempre.
En el noventa y ocho, del siglo diecinueve
Nacimos. El cumplía sus años en abril,
Yo seis meses más tarde, el mes de octubre.
Por tanto, en el verano, ya en este primer día
Años él, diez y nueve, yo sólo diez y ocho.

Sí, en aquel día hablábamos sin callar un momento
De mil cosas ligeras, variadas, divertidas.
También yo, breve un rato, de poesía hablé.
Asombrado Vicente, de ello usar más me pide
Empezamos a hablar de poemas, de estilos…
Vicente se aficiona, se embriaga: siempre quiere
Complicarse de ideas y leer y aumentarse.

Le presté de Rubén Darío un libro hermoso.
El lee y se entusiasma, y un poco después
(yo no creía hazaña de esta acción imposible)
Empezará él mismo a intentar poesía.

Yo escribí poesía antes, después los dos.
Tuvimos pronto amigos de gran gusto,
Deseosos también de poesía.
Quisimos mucho a dos: dos Álvarez Serrano,
Ramón y Enrique. Ya escribieron poemas
Los dos. Por nuestra parte, yo también
Y Vicente Aleixandre, mejor, siempre mejor.
Ramón nos da un cuaderno. En él los cuatro amigos,
Escribimos poemas: cincuenta y tres Vicente
Diez y ocho, yo; Ramón hizo catorce;
Sólo de Enrique tres. El cuaderno quedó
Siempre en mi casa, con secreto incógnito;
Poesía de Vicente ¡Maravilloso Aleixandre,
De infantil poesía! Son primeros poemas
Distantes aún de las egregias formas
Y lejos de la noche madurez de la vida;
Pero yo con encanto, completa juventud,
Con intento de gracia, amor, penas de muerte
Poesía inicial ¡Será más tarde altísima!

Ahí habló del cuaderno. Se levantó nuevamente en busca de ese manuscrito, ya antiguo e histórico. Regresó con un cartapacio, una especie de bloc con las pastas rojas. En su interior se veían sus páginas amarillentas y desprendidas, por el paso y peso de los años –desde 1917- El tomo, al parecer se lodio a Dámaso Alonso alguien de Las Navas, pero no recordaba quien.
En la portada había marcadas unas iniciales: P.R.S. “Aquí el primero que escribí fui yo”, apuntó. Fuen con un verso de Góngora: Perdidos unos, otros inspirados. Y luego, inmediatamente, viene mi primer poema, se trata de un soneto titulado ‘Atrio’, pero no es muy bueno, no degusta, matizaba el viejo poeta.

Atrio

Esto que ves aquí, versos –cambiantes
Como las horas hacia el mediodía-
Flores de seda son, que un claro día
Cantaron, al pasar, los caminantes.

Mar y cielo se hacían consonantes,
Y un madrigal la luz entretejía,
¡Cielo, mar, luz, la grata compañía,
Los versos juntos y los pies pujantes!

Todo camino tiene acabamiento.
Y, frente al mar (cuando el cenit tocaba
El sol) el nuestro se rompió de pronto.

-Este que miras, puro monumento-
-agua de nieve ya; piedra de lava-,
Queda. Después la niebla y el tramonto.

El cuaderno, repito, ya famoso, no sé si se ha llegado a hacer público. Algo he oído. Pero no estoy seguro de que se haya publicado. Don Dámaso me comentó que se había intentado. Luego perdí la pista.
Con las poesías dispersas y muchas hojas en blanco era una joya histórica, la semilla del nacimiento de la poesía de Aleixandre y de su gran amigo, Dámaso. “El libro este lo he tenido yo casi siempre. Además de mis poemas y los de Aleixandre están los de los dos hermanos Serrano”, me explicaba. Y añadía inmediatamente: “también viene el primer discurso de Vicente Aleixandre… cuando depositamos juntos la poesía escrita en este libro, y la dejamos yéndonos como quien abandona unas últimas rosas o algo que ha pasado…”.
Dámaso Alonso ya no escribía poesía. “Bueno, yo hace año y medio que escribí bastante. Y escribí bastante sobre todo cuando murió Vicente Aleixandre”. De política nada. “No, política no. Yo he publicado cosas de carácter distinto”.
Le pregunté por sus preferencias y la respuesta fue inesperada. No sentía inclinación por sus grandes obras, como Hijos de la Ira, Hombre y Dios o Los Gozos de la Vista. “No, sólo por mis últimos escritos, preferencia a pensar en la muerte y la duda de la realidad”.
Dámaso Alanso, filólogo, poeta, ensayista, crítico y teórico de la literatura entró en las páginas de la Historia de España del sglo XX. De su mano nación Premio Nobel, Vicente Aleixandre. Casualidad o no, aquel encuentro en el verano de 1917 en Las Navas del Marqués abrió una de las bellas páginas de la poesía española de nuestro siglo.
Me despedí de Dámaso Alonso, que gentilmente me prestó el libro de al Academia con el poema de Aleixandre. Luego se lo devolví por correo pensando que había tenido una suerte inmensa por haber entrevistado a un gran hombre.

Félix Rosado es periodista

(EL ARTÍCULO DE FÉLIX ROSADO APARECE EN LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, Nº 4, PAGS. 42-43-44. MAYO DE 1995)



DAMASO ALONSO: Poeta, crítico literario y filólogo nacido en Madrid y que perteneció a la generación del 27. Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras. Antes de la Guerra Civil española estudió en el Centro de Estudios Históricos de Madrid y participando a la vez en las actividades literarias e intelectuales de la Residencia de Estudiantes donde coincidió con: Federico García Lorca, Luis Buñuel y Salvador Dalí. Colaboraba en la Revista de Occidente y en la poética Los Cuatro Vientos. Para reivindicar la poesía de Góngora preparó todo un aparato teórico en su edición crítica de las Soledades (1927), cuya fecha de publicación da nombre a la generación de 27. Fue catedrático de la Universidad de Valencia y posteriormente catedrático de Filología Románica en la Universidad de Madrid. En 1945 ingresó en la Real Academia Española, de la que llegó a ser director, y en 1959 en la Academia de la Historia. También recibió el Premio Cervantes.
En Dámaso Alonso confluyen sus tres vocaciones: profesor, investigador y crítico literario, y la de poeta. Como poeta, existen dos momentos bien diferenciados, el de la poesía pura de ecos juanramonianos; a esta época pertenecen Poemas puros, poemillas de la ciudad (1921). A partir de 1939 y conmovido por los acontecimientos que se viven en España, desgarra el panorama literario con su obra Los hijos de la ira (1944), a la que siguen entre otras Hombre y Dios (1955) y Oscura noticia (1959), dos libros poéticos de ecos existencialistas y donde es visible la influencia de la obra de Joyce. A esta etapa también pertenece la mayor parte de su labor didáctica e investigadora, de la que son exponentes: La poesía de san Juan de la Cruz (1942), Poesía española: Ensayo de métodos y límites estilísticos (1950), Estudios y ensayos gongorinos (1955). En estos trabajos centra su esfuerzo por situar la crítica literaria en el ámbito de la lingüística. Fundó la colección Biblioteca Románica Hispánica y ha sido director de la Revista de Filología Española. Su tarea como académico centró su esfuerzo en organizar encuentros periódicos con las academias americanas para un trabajo común que evitase o retrasara la temida fragmentación lingüística de la lengua española.

martes, 23 de enero de 2007

VICENTE ALEIXANDRE: Juventud

Juventud
Estancia soleada,
¿A dónde vas, mirada?
A estas paredes blancas,
clausura de esperanza.

Paredes, techo, suelo:
gajo prieto de tiempo.
Cerrado en él, mi cuerpo.
Mi cuerpo, vida esbelto.

Se le caerán un día
límites. ¿Qué divina
desnudez? Peregrina
luz. ¡Alegría, alegría!

Pero estarán cerrados
los ojos. Derribados
paredones. Al raso
luceros clausurados.

Vicente Aleixandre

(POEMA DE VICENTE ALEIXANDRE RECITADO POR NIÑAS DEL COLEGIO PÚBLICO DE LAS NAVAS DEL MARQUÉS QUE LLEVA SU NOMBRE EN EL HOMENAJE QUE LA BIBLIOTECA PÚBLICA (DIRIGIDA POR PURI SANTAMARÍA LUELMO Y JOSÉ Mª AMIGO) RINDIÓ EN EL PALACIO DE MAGALIA AL PREMIO NOBEL ESPAÑOL CON MOTIVO DEL DÉCIMO ANIVERSARIO DE SU MUERTE Y 50 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE SU RENOMBRADO LIBRO DE POEMAS ‘SOMBRA DEL PARAÍSO’)

(De la revista 'Caminar Conociendo', pag. 45. Nº 4. Mayo de 1993)

VICENTE ALEIXANDRE: forma

Forma
Menudo imprime el pie
la huella de dos dedos
sobre la arena fina,
que besa largo el viento.

Levántala, la lleva
a dar contra mi pecho,
y, aún caliente, cinco
yemas de carne siento.

El gesto blando
que mi mano opone al viento
es molde que yo al breve,
huidizo pie le ofrezco.

Mas ya el paisaje, esquivo,
se alza y quiebra el céfiro,
y el pie con lluvia fina
de arena, cae disperso.

Vicente Aleixandre

(POEMA DE VICENTE ALEIXANDRE RECITADO POR NIÑAS DEL COLEGIO PÚBLICO DE LAS NAVAS DEL MARQUÉS QUE LLEVA SU NOMBRE EN EL HOMENAJE QUE LA BIBLIOTECA PÚBLICA (DIRIGIDA POR PURI SANTAMARÍA LUELMO Y JOSÉ Mª AMIGO) RINDIÓ EN EL PALACIO DE MAGALIA AL PREMIO NOBEL ESPAÑOL CON MOTIVO DEL DÉCIMO ANIVERSARIO DE SU MUERTE Y 50 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE SU RENOMBRADO LIBRO DE POEMAS ‘SOMBRA DEL PARAÍSO’)

(De la revista 'Caminar Conociendo', pag. 45. Nº 4. Mayo de 1993)

lunes, 22 de enero de 2007

CARMINA CASALA RECITA: 'Casi me amabas'

"Alma celeste para amar nacida"

Espronceda

Casi me amabas.
Sonreías, con tu gran pelo rubio donde la luz resbala
hermosa.
Ante tus manos el resplandor del día se aplacaba
continuo,
dando disatncia a tu cuerpo perfecto.
La transparencia alegre de la luz no ofendía,
pero doraba dulce tu claridad indenne.
Casi..., casi me amabas.

Yo llegaba de allí, de más allá, de esa obscura cconciencia
de tierra, de un verdor sombrío de selvas fatigadas,
donde el viento caducó para las rojas músicas;
donde las flores no se abrían cada mañana celestemente
ni donde el vuelo de las aves hallaba el amanecer virgen
el día.

Un fondo marino te rodeaba.
Una concha de nácar intacta bajo tu pie, te ofrece
a tí como la última gota de una espuma marina.
Casi..., casi me amabas.

¿Por qué viraste los ojos, virgen de las entrañas del mundo
que esta atrde de primavera
pones frialdad de luna sobre la luz del día
y como un disco de castiadd sin noche,
huyes rosada por un azul virgíneo?

Tu escorzo dulce de pensativa rosa sin destino
mira hacia el mar. ¿Por qué, por qué ensordecess
y ondeante al viento tu cabellera, intentas
mentir los rayos de tu lunar belleza?

¡si tu me amabas como la luz!... No escapes,
maet insensible, crepuscular, sellada.
Casi, casi me amaste. Sobre las ondas puras
del mar sentí tu cuerpo como estelar espuma,
caliente, vivo propagador. El beso
no, no, no fue de luz: palabras
nobles sonaron: me prometiste el mundo
recóndito, besé tu aliento, mientras la crespa ola
qquebró en mis labios, y como playa tuve
todo el calor de hermosura en brazos.

+
Vicente Aleixandre (Sombra del Paraíso)

Leído por la poetisa Carmina Casala

APARECE EN 'CAMINAR CONOCIENDO' Nº 4, PAG 46

Jamal Mahjoub: LA VISITA DEL GOBERNADOR


por Jamal Mahjoub(*)

(*) Este joven escritor sudanés, nacido en 1960, ganó el pasado año el concurso de relatos cortos que organiza el diario británico 'The Guardian' con la obra 'The Cartographer's Angel'. El relato que va a contibuación está tomado de la revista 'Mundo Negro' nº 372 de febrero de 1994.

Sucedió por entonces, después de las inundaciones, que el gobernador de la región visitó la zona para hacer balance de los daños causados por la riada. Nadie recordaba haber visto antes un gobernador, por lo que había un cierto nerviosismo en la aldea mientras éste entraba en ella en medio del barullo producido por el ronroneo de los motores y las salvas de bienvenida que se perdían en el aire. En realidad, su presencia imponía más bien poco; era un hombrecillo tirando a bajo y medio calvo. La mayor parte del tiempo la pasó debajo de un paraguas, resoplando como una mula vieja y secándose el sudor de la frente con un pañuelo ya empapado. Se quejó del olor en el pueblo y se negó a beber agua que le ofrecían, prefiriendo la que él mismo había traído. Las grandes ruedas de su todo terreno pasaban sobre los restos de la destrozada aldea, quebrado a su paso las que habían sido vigas de los tejados y los huesos de los perros ahogados.


El gobernador se movía a grandes saltos, de puntillas de un lado a otro, en un intento vano de no manchar de barro sus sandalias de piel de leopardo artificial. Sus guardaespaldas y secretarios personales les seguían. Se inclinaba aquí y allá repartiendo bendiciones entre la gente como un santo y jurándoles que el gobierno haría todo lo posible por aliviar su sufrimiento. A una señal suya uno de sus acompañantes, delgado y con un gran bigote, se adelantó con un portafolios de plástico del que el gobernador extrajo un papel arrugado. La gente escuchó atenta mientras leía, con voz gruñona e indiferente, una larga lista de comida estropeada, de propiedades destruidas y de animales muertos a causa de la riada.

Finalmente, guardó su papel en el bolsillo y concluyó diciendo que nadie esperase recuperar todo lo perdido, pero que, en todo caso, se haría lo posible. '¿Cuánto se tardará?', preguntó una voz tímidamente. El gobernador se encogió de hombros mientras, evadiendo la pregunta, murmuró: 'Ya sabéis que estamos en guerra...'.


LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' PRESENTÓ ESTE RELATO EN LA PÁGINA 51 DEL Nº 4 EN MAYO DE 1995 EN UN NÚMERO DEDICADO CASI EXCLUSIVAMENTE A VICENTE ALEIXANDRE

lunes, 15 de enero de 2007

VICENTE ALEIXANDRE: Sueño


EL SUEÑO ABIERTO A LA VENTANA.

COPOS DE NIEVE.

PASAN.

SOBRE LA CALLE ABIERTA

UN INMENSO PARAGUAS.

MIRA EL TEJADO, CON LA VOLUTA DE HUMO.

EL CARACOL GRACIOSO; COMO UN SUEÑO, PASA.

LA NIÑA ESTÁ

ACODADA.

LA NIEVE

EN EL CABELLO. PAUSA.

MI DULCE SOL, SOBRE LA CALLE

ESTÁ CANSA-

DO DE LLORAR INÚTILMENTE.

COMO TÚ. COMO YO. COMO MI SUEÑO.

CLARA

VISIÓN

DE LA VOLUTA A LA VENTANA.


(Leído por la poetisa Isabel Escudero en el Homenaje a Vicente Aleixandre en Las Navas del Marqués con motivo del décimo aniversario de su muerte y 50 años de la publicación de 'Sombra del Paraíso')
Tusquets editores, 1993
APARECIDO EN 'CAMINAR CONOCIENDO', PÁGINA 46, Nº 4

VICENTE ALEIXANDRE: Forma. Anhelo


Para esta mano quiero

tu forma, lo que espero.

En esta mano tengo

tu forma, pensamiento.

-Abre tu mano, otoño ya mediado

para el fruto discreto,

sol de tarde, una tarde

de pensamiento eterno.-

¡Qué sol de mediodía,

qué sol de anhelo!

Y sólo un bello sol cernido,

dorado,

tengo.


(Leído por la poetisa Isabel Escudero en el Homenaje a Vicente Aleixandre en Las Navas del Marqués con motivo del décimo aniversario de su muerte y 50 años de la publicación de 'Sombra del Paraíso')

Tusquets editores, 1993


APARECIDO EN 'CAMINAR CONOCIENDO', PÁGINA 46, Nº 4

domingo, 14 de enero de 2007

VILLA DE las Nauas del Marques. CAPITVLO LXXIII


'POBLACIÓN DE ESPAÑA'

de Rodrigo Méndez Silva (*)

FAldas de vna fierra diftante tres leguas al Efcurial, que del otro lado cae, yaze la villa de las Nauas, llamada del Marques, 800. vezinos, gran trato de muy buenos paños, proueyendo varias partes deftos Reynos, mucho ganado, caças, razonablemente pan. Tiene vnaParroquia, vn Conuento de Frayles Dominicos, y funtuofo Palacio: haze por armas las de fus dueños, en efcudo azul treze roeles de oro. Fundaronla Hebreos de Nabucodonofor, Años 590. antes de nuesftra falud, nombrando Nauas, que fuena Majada de paftores, o lugar de buenos paftos. Eftando defierta, la pobló nueuamente el Conde don Ramon, yerno de Alonfo SextoCaftellano, año 1090. Y boluiendo a deshabitarfe, Gil Blazquez de Auila, Hernan Lian, don Iñigo, y don Marquez, a orden del Rey Alonfo Sabio año 1275. Es cabeça de Marquefado, cuyo titulo dio el Emperador Carlos V a don Pedro de Auila, tercer Conde de Rifco.

(*) Rodrigo Méndez Silva, geógrafo del siglo XVII, es autor de una obra titulada "Población de España" donde dice lo que aparece a la derecha de esta página que es fotocopia de la Biblioteca Nacional.

TEXTO QUE SALE EN LA PÁGINA 28 DEL NÚMERO 2 DE 'CAMINAR CONOCIENDO' REVISTA DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL DE LAS NAVAS DEL MARQUÉS

VICENTE ALEIXANDRE: ROMANCE DEL FUSILADO

ROMANCE DEL FUSILADO

Veinte años justos tenía
José Lorente Granero
cuando se alistó en las filas
de las milicias de hierro
y salió para la sierra
diciendo: "¡Si vuelvo
hermanos, será cantando
con vosotros, si no, muerto!"
Y una luz brilló de llamas
en sus grandes ojos negros.
Doce años, con sus días,
luchó José entre los cerros,
bajo una luna de agosto
que endurecía los pechos.
Luchó y mató; un nimbo rojo
iluminaba su cuerpo,
y de las balas traidoras
parecía protegerlo.
Su fusil entre sus manps
era una rosa de fuego
vomitando espanto y muerte
para el enemigo negro.
¡Miradlo erguido en el monte,
hermoso, fuerte y sereno,
héroe entre sus camaradas,
entre las bolas ileso!
Mas, ay, que llegó la noche,
noche de pena y de duelo,
noche de tormenta oscura,
noche de cielo cubierto.
En la refriega, José,
de venganza y de furor ebrio
persiguiendo puso en fuga
a un grupo de hombres siniestros
que escapaban entre breñas
como lobos carniceros.
Corrió y corrió, corrió tanto
José solo persiguiéndolos,
que cuando quiso mirar
atrás con sus ojos negros
no vio sino soledad,
soledad, noche y silencio.
De repente unos traidores,
a docenas sino a cientos,
de sus cubiles brotaron,
de sorpresa le cogieron;
entre todos le rodean,
aunque él tumba a cinco muertos,
y a insultos, golpes, atado,
le llevan al campamento.
¡Ay, voz que cantas la vida
de este muchacho del pueblo,
honor de le gesta heroica,
José Lorente Granero:
calla y no digas la triste
terminación del suceso
ocurrido entre las peñas
que bañan arroyo fresco!
contra unas tapias le pone
la turaba de bandoleros,
y José los mira a todos
con un altivo desprecio.
Apuntan nueve fusiles
a aquell noble y limpio
pecho, espejo de milicianos
y de valientes espejo,
y del desden de la boca
un salivazo soberbio
va a plastarse entre los ojos
del jefe vil fusilero.
¡Que así va a afrontar la muerte
quien tiene temple de acero!
¡Ay voz que cantas la historia
que aquí escucháis de Granero:
acaba y narra hasta el fin,
maarvilloso suceso
ocurrido en una noche
de temeroso recuerdo!
Sonó aquella voz infame.
¡Fuego!, gritó, y fuego hicieron
las nueve bocas malditas
que plomo vil escupieron,
y nueve balas buscaron
la tierna carne de un pecho
que latió por amor
y la libertad del pueeblo.
Rodó un cuerpo entre las piedras,
reinó un profundo silencio,
sólo roto por los pasos
que se alejaban siniestros.
La tierra sola quedaba.
Sóla no: ella y su muerto.
¡Ay, tú, José, que me escuchas,
etndido, solo y sangriento!
¿Quién eres que así no oyes
los miles de roncos pechos
que desde el fondo te llaman
por ríos, valles y cerros?
¿Quién eres que no te alzas
ante el clamoroso imperio
de miles de corazones
con un mismo son latiendo?
Amanecía la aurora
y el alba doraba el cuerpo,
un cuerpo que copn el día
se levantó de este suelo,
y en pie, sangrando, terrible,
adelantó el pie derecho
y subió monte hacia arriba,
como un sol que va naciendo
y va dejando su sangree
o su luz como un reguero.
José no murió. ¡Miradlo!
Resucitado, no ha muerto;
que no murió, como no
morirá jamás el pueblo.
Podrán fusiles y balas
pretender herir su pecho.
Podrán bombas y cañones
intentar romper su cuerpo.
Pero el pueblo vive y vence,
pueblo sin tacha y sin miedo,
que en una aurora de sangre
está como un sol naciendo.

Vicente Aleixandre
'Ofensiva', órgano de la Columna 3 del frente de Teruel, nº 115. Torrebaja, 17 de febrero de 1937

APARECIDO ESTE ROMANCE EN LA PÁGINA 16, DEL Nº 4 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO'. MAYO DE 1995

VICENTE ALEIXANDRE: El vals


Eres hermosa como la piedra,

oh difunta;

oh viva, oh viva, eres dichosa como la nave.

Esta orquesta que agita

mis cuidados como una negligencia,

como un elegante biendecir decir de buen tono,

ignora el bello de los pubis,

ignora la risa que le sale del esternón como una gran batuta.

Unas olas de afrecho,

un poco de serrín en los ojos,

o si acaso en las sienes,

o acaso adornando las cabelleras;

unas faldas largas hechas de colas de cocodrilo;

unas lenguas o unas sonrisas hechas de caparazones de cangrejos.

Todo lo que está suficientemente visto

no puede sorprender a nadie.

Las damas aguardan su momento sentadas sobre una lágrima,

disimulando la humedad a fuerza de un abanico insistente.

Y los caballeros abandonados de sus traseros

quieren atraer todas las miradas a la fuerza hacia sus bigotes.

Pero el vals ha llegado.

Es una playa sin ondas,

es un entrechocar de conchas, de tacones, de espumas o de dentaduras postizas.

Es todo un revuelo que arriba.

Pechos exuberantes en bandeja en los brazos,

dulces tartas caídas sobre los hombros llorosos,

una languidez revierte,

un beso sorprendido en el instante que se hacía 'cabello de ángel',

un decir 'sí' de cristal pintado de verde.

Un polvillo de azúcar sobre las frentes

de una blancura cándida a las palabras limadas,

y las manos se acortan más redondeadas que nunca,

mientras fruncen los vestidos hechas de esparto querido.

Las cabezas son nubes, la música es una larga goma,

las plumas de plomo casi vuelan, y es estrépito

se ha convertido en los corazones en oleadas de sangre,

en un licor, sí blanco, que sabe a memoria y a cita.

Quiere besar el marfil de la mudez penúltima,

cuando el mar se retira apresurándose,

cuando sobre la arena quedan solo unas conchas,

unas frías escamas de unos peces amándose.

Muerte como el puñal de arena,

como el agua que en el hoyo queda solitaria,

como la gaviota que en medio de al noche

tiene color de sangre sobre el mar que no existe.


Vicente Aleixandre (La destrucción o el amor)

Poema leído por el poeta y pintor Antonio Quintana en el Homenaje a Vicente Aleixandre en el décimo aniversario de su muerte y 50 de su poemario 'Sombra del Paraíso' en Las Navas del Marqués.


APARECIDO EN LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', PAG. 47, Nº 4. MAYO DE 1995


Antonio Escudero / Joaquín Lledó: Pessoa no tiene problemas con lo judío (*)




Fernando Pessoa: el judío de Lisboa


Por ANTONIO JOSÉ ESCUDERO RÍOS y JOAOUÍN LLEDÓ


En realidad no hay en Fernando Pessoa un problema específico relacionado con lo judío. Lo que hay en Pessoa es, simplemente, un problema de identidad, semejante al de cualquier otro ciudadano, sea éste judío o no, pero elevado en el caso del poeta a la quintaesencia. "Todos tenemos dos vidas: la verdadera, que es la que soñamos en la infancia, y que continuamos soñando cuando adultos, en un sustrato de niebla; la falsa, que es la que vivimos en la convivencia con los otros, que es la práctica, la útil, aquella en la que acaban por meternos en el ataúd", decía Álvaro Campos, uno de los heterónimos de Pessoa. Pero, si el problema central es la identidad, también es cierto que, en este conflicto del autor consigo mismo, el judaísmo ocupa un lugar muy importante.

Hebreo por unos orígenes de los que, aparentemente, se sentía orgulloso, el hombre que llegó a decir al final de su irritante prólogo al libro de Eliézer Kamenezky, Alma errante. "Ningún judío sería capaz de escribir este prefacio", había sido acusado de judío en un panfleto antisemita publicado años antes...

A Invasao dos judeos, de Mario Saa fue publicado en 1924, es decir, cuando el poeta tenía 36 años, y lo curioso es que su autor, conocido antisemita, formaba parte del grupo de Orpheu y era incluso colaborador de Athena, la revista que Fernando Pessoa había fundado ese mismo año. Y es precisamente el hecho de que Saa continuara escribiendo en esta revista tras la publicación del panfleto, lo que ha hecho pensar a algunos que el propio Pessoa, amigo de las provoca ciones, había sido, al menos de alguna manera, cómplice. No hay que olvidar que en La Invasión de los Judíos, Mario Saa decía textualmente refiriéndose a Pessoa: "Sancho Pessoa, natural de Montemor-o-Velho, estuvo preso en la Inquisición de Coimbra y fue condenado a la confiscación por judío militante en 1706 (proceso en la Torre do Tombo no 9.478); se desplazó después a Fundáo, donde se casó por tercera vez, dando origen a los Pessoa de Amorim, a la familia del periodista Alfredo de Cunha, y más directamente a Fernando Pessoa, que es descendiente suyo por línea viril. A Fernando Pessoa le vemos como una silueta femenina y trémula, ajustándose los quevedos, meditando y actuando. Le vemos fisionómicamente hebreo, con tendencias astrológicas y ocultistas, un verdadero sacerdote del Talmud prudente, cauteloso, tímido, disimulador de sus intenciones, que no desmiente la agitación temerosa que debería haber dominado a aquellos antepasados suyos del gueto. Se diría que pesan en sus hombros todas las preocupaciones de Israel, los angustiosos recelos de la multitud acorralada en el gueto. De ese mismo pavor se resiente todo su pensamiento y literatura: está lleno de pequeñitos recelos y, bueno, también de pequeñitas osadías. Es tímido y de ahí las audacias naturales de los tímidos. Se lanza y se oculta, se esconde y prepara nuevos lances; ¡es una verdadera linterna sorda!, es decir una linterna que oculta la llama sin apagarla. Todo ello se revela en sus innumerables pseudónimos, en los que tiene y en los que habrá que tener... Y en los que no se sabe que tiene".

En La vida plural de Fernando Pessoa, Ángel Crespo subraya a este propósito que, si bien es cierto que sobre el origen hebreo del quinto abuelo del poeta no hay ninguna duda, llegar a decir, como hace Saa, que el tal antepasado era astrólogo, ocultista y salmista, parece una de esas bromas a las que era tan aficionado el propio Pessoa. Y dice Crespo: "Al final Saa parece ceder a su admiración por Pessoa y escribe: `Dirige últimamente una revista literaria a la que llama Athena, ¡la cual pretende ser un órgano de la literatura clásica. Los hechos, sin embargo, parecen desmentir las intenciones. No olvidemos que, en la Antigüedad, los hebreos de Alejandría crearon allí una escuela literaria judeo-helénica que pretendía expresarse en ritmos griegos. Filón, judío, era su más alto representante. ¡Y tal vez hoy mismo Fernando Pessoa sea el representante en la tierra del judío Filón!". Comparar al poeta nada menos que con Filón de Alejandría, más que un reconocimiento de sus méritos intelectuales, parece ser un acto de propaganda. Y es que lo que dice Saa (por cierto un personaje misterioso del que poco o nada se sabe) se parece demasiado, tanto por el contenido como por el estilo, a lo que unos heterónimos dicen de otros... Y del mismo Pessoa.

¿Habría que deducir de todo esto que el propio Pessoa colaboró en la redacción del panfleto, al menos en la parte que le concernía? ¿Quién puede saberlo? Lo que sí sabemos es que Pessoa escribió de su propia mano ese prólogo al libro del judío ruso Eliezer Kamenezky que ya hemos calificado como irritante. En este prefacio, escrito en 1932 -es decir, ocho años después de la aparición de La invasión de los judío.-- , Pessoa se preocupa por liberar tanto a la masonería y a los rosacruces que él admira, como al igualitarismo, que él detesta, de ser fenómenos creados e impulsados por lo que en la época se llamaba la conspiración judía, empeñándose tenazmente en demostrar los orígenes y el desarrollo de estos tres fenómenos en el seno del cristianismo (es decir, dentro de aquello que el mismo Pessoa consideraba el pensamiento "específicamente" occidental). El problema es que en su afán de demostrar sus tesis, Pessoa termina diciendo: "que toda la literatura judía, de la mejor a la peor, es esencialmente desordenada y difusa. No hay construcción en el conjunto ni precisión en la frase. Ningún judío, por gran poeta que fuese, sería capaz de escribir una composición que contuviese, implícita o explícitamente, el profundo movimiento lógico -estrofa, épodo- de la oda griega. Ningún judío, por gran poeta que fuese, sería capaz de escribir como Es quilo: `el infinito sonreír de las ondas del mar".

¿Cómo hay que interpretar estas frases...? ¿Como otra más de esas divagaciones, muchas veces incoherentes, sobre las supuestas afinidades intelectuales o morales de este o aquel pueblo a las que tan aficionado era el poeta? ¿O como una de sus características e irónicas bromas...? De todas maneras, y sea como sea, es evidente que, desde la alta perspectiva en la que se sitúa (en realidad -como veremos más tarde- inubicable), Pessoa no siente tanto la necesidad de hacer desaparecer a ese judío que de una manera o de otra le persigue, como la de hacer desaparecer a ese empleado de oficina que pasa sus jornadas redactando cartas comerciales en inglés y al que el poeta acabará asesinando de cirrosis...

Y será la lenta, despiadada solitaria y terrorífica agonía de este modesto empleado la que, haciéndole producir sus más terribles versos, dará al poeta esa gloria nacional que él soñaba para su SupraCamoens de manera tan delirante, a través de todos esos textos en los que anuncia o prepara le llegada del Salvador, o sea el regreso del mítico rey don Sebastián.

Los exégetas cristianos, pero también la moderna tradición judía, nos han acostumbrado a considerar el mesianismo como una característica esencial del judaísmo. Desde ese punto de vista, quieren ver en la espera de Pessoa reminiscencias judaicas. La cosa no es evidente, porque en realidad el poeta está entregado -esperpénticas declaraciones a favor de ésta o aquella dictadura aparte- a un desmembramiento, que es intento desesperado de acceder a través de un sacrificio que el mismo Pessoa estaría obligado a denominar crítico, a la mismísima divinidad, y no a una espera de un acontecimiento histórico vinculado con un pueblo real o imaginario.

Y es que en Pessoa todo es confusión, desgarro, imposibilidad de ser. Por ejemplo, su desesperado intento de ubicarse en esa corriente que él llama neopaganismo y dela que dice estar profundamente enamorado. Sólo dibuja en realidad la sombra terrorífica de una carencia esencial. "La Naturaleza es parte sin un todo", dice Ricardo Reis en el segundo prefacio a El guardador de rebaños, la obra fundamental de otro de los heterónimos del poeta, Caeiro. Y de esta frase como todas las de Pessoa, pretendiendo expresar el gozo pagano de una experiencia sin posibilidades de totalización, lo que nos deja ver en realidad es el drama de un sujeto que pretende desesperadamente encontrar el centro absoluto sin poder llegar a ser otra cosa que un "todo rodeado de nada'. Y no importa que el poeta, autocastrando su sueño, pretenda arrancarse uno tras otro los párpados que le velan el acceso a la realidad "natural", porque en este febril arrancar de pétalos con el que pretende recuperar el paisaje, "última tierra prometida" -y a pesar de que el propio Pessoa diga una y otra vez que un estado de alma es un paisaje-, lo que queda es sólo una tormenta de elementos furiosos y desordenados en que todo, salvo quizás la poesía, se diluye y desaparece. Sólo quedan fragmentos, personajes de un drama que no es otra cosa que el drama de la desaparición.

Como en uno de e os ritos masónicos que tanto le fascinaron, pero en cuya realidad siempre se negó a participar, una y otra vez siempre se escucha la misma pregunta: "¿Sois poeta?", e invariablemente la misma respuesta: "Por tal me reconocen los otros poetas". Y esa logia ilocalizable en la que Pessoa instala a "sus" poetas para que celebren el juicio de sus casi imposibles semejantes es, en realidad, templo de arquitectura cubista en el que todas las perspectivas y todos los ángulos se confunden en un mismo punto geométrico, misterioso y ausente del peristilo que delimita el drama.

"Para crear me he destruido; tanto me he exteriorizado dentro de mí, que dentro de mí no existo sino exteriormente. Soy la escena viva por la que pasan varios actores representando varias piezas...", dice Bernardo Soares, otro de los heterónimos de Pessoa. Pero en realidad es que todos estos poetas, personajes pretendiendo ser "exteriores" aún en lo más íntimo, simulando ser observadores de lo que acontece fuera de ellos, sólo pueden ver una cosa: el incesante desprenderse de esa carne con la que unos intentan configurar la silueta de los otros y, pese al esfuerzo de todos ellos, el lento emerger de ese esqueleto que se desmorona sin llegar a encontrar ese vocablo misterioso que les hacía auténticamente soberanos de su propia experiencia."

La vida oscila como un péndulo, y esta oscilación en un sentido exige, para que la vida no se detenga, una similar oscilación en el sentido inverso", dice Pessoa en el prólogo al libro de Kamenezky. De la misma manera es evidente que la creación ininterrumpida de heterónimos no es sino esa desesperada búsqueda de unicidad. Unidad que Pessoa no consigue atrapar nunca, ya que hasta la más pequeña de las cualidades que pudieran permitirle diferenciarse del caos que en todo momento amenaza devorarle, se transforma para él en impersonal y gris ceniza ocultándole ese volcán que intuye, pero al que no le será posible acceder más que desapareciendo. El problema es que todo el resto, incluso la paciente obra creada no son, como la famosa sandalia de Empédocles, sino rastros de la penosa ascensión. Ni más allá ni más acá existe nada. Sólo es real ese abismo.

Todo el resto es mentira. Y esto es evidente en la ingente obra prosísticaa del poeta. Vanos intentos de convencerse de teorías y especulaciones a propósito de una realidad o quehacer poético, disfrazándose una y otra vez con la piel del contrario, o al menos intentándolo para, en definitiva, no conseguir otra cosa que ese agujero insondable del que mana sin cesar esa lava arrolladora que lentamente y como si ella sí obedeciese a las estrictas reglas de ese plano perdido, va a ir depositándose y transformándose en la efigie de ese Supra-Camoens que cualquier transeúnte no advertido confundiría con la imagen de no importa qué melancólico oficinista de los innumerables que pululan por la vieja ciudad de Lisboa.

Dice Borges, quien debe comprenderle bien, pues se dedicó durante su vida a la misma tarea: "Acaso no pensaste nunca en tu sitio en la historia de la literatura... Escribiste para ti, no para la fama...". Evidentemente esta frase de Borges debe leerse como algunos de los mensajes de Leonardo en un espejo que invierta totalmente los términos ya que, tanto el argentino como el portugués, no hicieron otra cosa durante toda su vida que intentar acceder a ese paraíso al que, siglo tras siglo, van a parar un reducido número de escritores que configuran, como los heterónimos que uno y otro tanto amaron, la imposible silueta del único y eterno creador de todo fabulación y de toda quimera.

Volvemos otra vez y finalmente a recordar a Pessoa, "mezcla de hidalgos y judíos" y precisamente como bronce y muerta estatua, como le conmemora, sentado a la puerta de la `Brasileira", la necrofilia del Ministerio de turno para consumo fotográfico de los turistas, sino siempre vivo, tímido y lejano, como nos lo cantan sus versos... "Siempre el misterio de lo hondo tan verdadero / siempre esto o siempre otra cosa, o ni una cosa ni otra:".

Antonio J. Escudero Ríos y Joaquín Lledó

('Caminar conociendo', revista de la Biblioteca Pública Municipal. Las Navas del Marqués. No 4. Páginas 48, 49 y 50. Mayo 1995.)

:::::::::::
(*) El título es nuestro

martes, 9 de enero de 2007

Aduna, Julio de 1993

Amigo José Mari:

Te agradezco la hermosa revista que me mandaste, pero más te agradezco el recuerdo.

Te envío unos aforismos que confeccioné por ahí, con la lluvia.

Un abrazo.

Juan Cruz Igerabide

domingo, 7 de enero de 2007

Juan Kruz Igerabide: AFORISMOS


Por Juan Kruz Igerabide (*)

1. Poetizar las acciones cotidianas es como cocinar aromas de flores en proporciones cuánticas, o ducharse con los colores del Arco Iris y griferías instante-eternidad.


2. Un día como la arena: la tierra es un reloj de arena que pasa de una esfera a otra, y recomienza. Un grano de esa arena podría ser un día o, tal vez toda la vida.


3. ¿Qué es la novela, más que un poema extendido como un rollo de papel higiénico lanzado cuesta abajo? ¿Y qué es un poema sino mirar a través del tunel de dicho rollo?


4. ¡Qué manera de destrozar el gusto poético, de degenerarlo, de arrasar con él! ¡Qué manera, de embotar el espíritu! Me refiero a la mayoría de las canciones de moda, que se regocijan en si mismas y se sienten realizadas en su propia estupidez.


5. La ambición por la perfección, la ambición mística, la avidez del conocimiento... llevan al poeta a plasmar una obra, como un espejo que le refleje a si mismo, y le ayude a conocerse, a sentirse, a conocer el mundo, a sentirlo... Pero, quizás, los poemas más hermosos sean los que se sitúen más allá de esas ambiciones, o sea, sin escritura, como en el fondo de un lago, cuya imagen percibimos refractada.


(ESTOS AFORISMOS ESTÁN TOMADOS DE LA PÁGINA 47 DEL Nº 3 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO')


..................................................


(*)IGUERABIDE, Juan Cruz

(Aduna, Gipuzkoa, 24/03/1956)
Juan Cruz Iguerabide Sarasola estudió Magisterio y es Doctor en Filología. Durante varios años ejerció la docencia como profesor de Primaria y luego de Secundaria; actualmente es profesor en la Universidad del País Vasco.Tiene publicados varios libros de poesía para adultos y un ensayo sobre literatura infantil, Bularretik mintzora (Erein, 1993). Trambién ha traducido a autores como Baudelaire, Musset, Apuleyo, Aitmatov y otros; y, en literatura infantil, a Rodari, Marinau, Carpelan, etc. Ha sido finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en dos ocasiones: en 1992 con Begi-niniaren poemak y en 1994 con Egun osorako poemak.

ESTAS NOTAS ESTÁN COPIADAS DE INTERNET. NO HAN SIDO ACTUALIZADAS. SABEMOS QUE TIENE MÁS OBRAS

Bibliografía:
- Begi-niniaren poemak / il. Luis Emaldi.- Erein, 1992 (Tr. cast. Poemas para la pupila (edición bilingüe), il. Asun Balzola, Hiperión, 1995)
- Tilin-talan.- Elkar, 1992
- Txokolatea basoan.- Elkar, 1993
- Egun osorako Poemak.- Pamiela, 1993
- Egunez parke batean (Grigor eta erlearen ipuinak).- Alberdania, 1993
- Gauez zoo batean (Grigor eta erlearen ipuinak).- Alberdania, 1994
- Denboraldi bat ospitalean (Grigor eta erlearen ipuinak).- Alberdania, 1995
- Pikoak.- Elkar, 1995
- Neskatxa telepatikoa / il. Antton Olariaga.- Edebé, 1996 (Tr. cast. La niña telepática)
- Ametsontzi / il. Jesús Lucas.- Elkar, 1996 (Tr. cast. -Doña Soñadora, La Galera, 1996-, cat., gall. y val.)
- Oporraldi bat baserrian / il. A. Olariaga.- Alberdania, 1996
- Emakumetxo bizardunaren Uhartea / il. J. Valverde.- Edebé, 1997 (Tr. cast. La isla de la enanita barbuda)
- Bota ura! / il. Belén Lucas.- Edebé, 1997 (Tr. cast. -¡Agua va!-, y cat.)
- Haur Korapiloak (poemas) / il. Grandville et al.- Pamiela, 1997

miércoles, 3 de enero de 2007

CAMINAR DESCONOCIENDO

Caminar desconociendo
(contemplando esculturas de A. Giacometti y leyendo a A. Colinas)

por Fernando Romera (*)

Ante una escultura de Alberto Giacometti no se siente la nada, la extinción, sino el camino, el recorrido hacia ella. Ante sus esculturas, Sartre o Genet vieron materializadas las condiciones del hombre moderno, o, mejor aún, su condición existencial, en el margen entre el ser y la nada. Frente a un espacio que se extiende infinito, la figura que se adelgaza, de pronto se aparece con una desnudez sorprendente, como si lo creado fuera el espacio y no la escultura, la forma.
Así asaltado por la perspectiva, he recordado un sinfín de lecturas y de alusiones al respecto. Pero he reparado, ante todo, en dos últimas relecturas, en dos libros de Antonio Colinas "Noche más allá de la noche" y "Tratado de Armonía". Supongo que no existen casualidades de este tipo, que el haber releído estos libros últimamente me ha hecho contemplar las esculturas de forma diferente. Sin embargo he reparado ahora en un término que les es común a ambos y a muchos. Porque aquí cabría ahora hablar de las obras que Colinas refiere en su texto; a saber, Arabí, Aben Abad de Ronda, San Juan de la Cruz ... Es la nada y el camino o proceso que recorrer hasta ella y las distintas concepciones que de ella se toman las que han llamado mi atención.
El adelgazamiento que en las obras de Giacometti produce una angustia (estrechez) ante el entorno, ante la perspectiva, ante el horizonte, se convierte en la literatura mística en una unión o deseo de identificación que "permite el milagro / de la respiración en nuestros pechos". Ese adelgazamiento sumo de las figuras es, en definitiva, un aferrarse al mundo, a la existencia, al fin, como el perro en bronce que parece arrastrar un peso, por evidencia física, inexistente. Ese camino de destrucción se aferra en el andar, en el movimiento o en el estatismo, dos formas de equilibrio en el límite de la existencia.
La cara de la nada está al otro lado. Giacometti representa la situación al límite, el hombre al punto de saltar al precipicio de un cuadro romántico que jamás acabará de hacerlo ante nuestros ojos.
Esa misma situación es la que inspira a Arabí o a San Juan. El camino del no ser (también el del no-saber) entendido como ascensión ha sido la base de toda una simbología que ha trascendido a la literatura mística. El dejarse, el abandonarse, se troca en camino, en movimiento, en ascensión, de igual forma que el bosque de figuras estáticas se muestra como movimiento hacia la desintegración.
En ambos casos existe una tensión de límite, de situarse entre uno y otro estado en el que aparece una idea de marcha y de regreso, de lugar en el que se está continuamente yendo y viniendo: "regresé a este mundo / besado por la noche". En el poema XVI de la "Noche más allá de la noche" el camino de ida se culmina con la pérdida del conocimiento, de la noción (gnoscere) del mundo, en el que solo queda la consciencia de respirar "respiraba muy lento y el alma / iba venciendo al cuerpo", de recoger el mundo y armonizarse con él mediante la respiración. "Anulación del tiempo, negación de la Historia / y del ser que sentía como fuente de música". Esta anulación del ser no se produce por oposición al universo, a una perspectiva que también caería derrotada con él, sino por una reunificación del hombre y el mundo.
No hay una radical diferencia con la pretensión de Giacometti. Más allá de esta tensión forma / espacio, se encuentra un surrealismo que nunca se terminó de perder en su obra, en definitiva, un deseo aún romántico de introspección, de conocimiento de un yo separado ya definitivamente de la naturaleza, del mundo. Lo que palpita en sus esculturas es la descomposición, el camino hacia la nada, la nada de los existencialistas. También así en la poesía mística la palabra viene a adelgazarse, a desnudarse en una sencillez tan pura que hace dudar de sus interpretaciones (¿ no es el Cántico Espiritual un poema de lenguaje purísimo, un poema de amor desnudo?), viene a caminar hacia la nada.
Pero la nada es ahora la Noche más allá de la Noche, la impresión de que se ha ido más lejos que el vértice mismo de la nada, de la extenuación. La nada como conocimiento.
" ... allá en la umbría del Valle del Silencio. / Recuerdas el camino, la misteriosa vía / ahora que el vacío está desorbitando / tus ojos, y tu vida, y tus sueños mejores. / Estás en el vacío que atraviesa el dolor. / Estás en el dolor que alimenta el vacío". Caminar conociendo o caminar desconociendo. Dos contrarios que acaban por ser un mismo referente. Igual hubiese ocurrido de no escribir estas líneas.

(*)Fernando Romera, que ha colaborado con “Caminar conociendo”, es profesor y poeta abulense

martes, 2 de enero de 2007

Alfonso Silván: La hondura de vivir


por Alfonso Silván

Aquello que me atrajo de la obra del poeta grecoegipcio Constantino Cavafis cuando me fue posible ponerme en contacto con ella en la lengua en que tuvo origen, el griego moderno, lo fue hasta el punto de hacerme aceptar el compromiso natural que se derivaba de su lectura, es decir, ser traductor de la misma, fue esa voluntad de identificación que allí se ve cumplida entre poesía y vida.
Creo que, como dice M. Vitti, podría hacer suya junto con Sikelianós, aunque diferente se muestre el sendero por el que transita la labor poética del uno y otro, la declaración de "mi poesía soy yo".
Es una autobiografía interior en la que la recepción del mundo, la vivencia de su acontecer, va seguida de su entrega mediante la acción reveladora de la memoria en pugna indeclinable contra la cotidianidad, el afán banalizador de las cosas y de la vida. Es la memoria, develadora en solitario del desapercibimiento, creadora del ámbito donde se citan la meditación y la emoción, abrazando el tiempo hecho instante amplio y lleno de lucidez, quien abrirá la conciencia honda y serena del tránsito. Si hay una señal que oriente la poesía cavafiana es la que surge precisamente de esa pugna por introducir en la obcecación inerte de las horas y las fechas, márgenes anónimos, un indicador más humano que procure la visión precisa, dando cuerpo al cuerpo, de haber vivido; y con todo, a despecho de la trivialidad, de seguir vivo.
Sin concesión a la tregua, la oquedad que permite la entrada del engaño -el error que reduce a la nada- la única acogida será la que reclama el tiempo del rostro reconocible, pleno de si mismo, certero en el alivio y en el dolor, negador del olvido.


Desde las nueve

por C. Cavafis


Las doce y media. Velozmente pasó el tiempo

desde las nueve que encendí la lámpara,

y me senté aquí. Quieto permanecía sin leer,

y sin hablar. Con quién hablar

absolutamente solo en esta casa.


La imagen de mi cuerpo joven,

desde las nueve que encendí la lámpara,

vino y me encontró y me recordó

perfumadas estancais cerradas,

y un placer ido -¡qué audaz placer!-

E igualmente me trajo ante mis ojos,

calles que ahora irreconocibles son,

tabernas llenas de ajetreo que se acabaron,

y teatros y café que fueron una vez.


La imagen de mi cuerpo joven

vino y me trajo las pesadumbres,

duelos de la familia, separaciones,

sentimientos de los míos, sentimientos

de los muertos tan en poco tenidos.

Las doce y media. Cómo pasó el tiempo.

Las doce y media. Cómo pasaron los años.


TEXTO APARECIDO EN LA PÁGINA 26 DEL Nº 2 DE 'CAMINAR CONOCIENDO'

VILLA DE las Nauas del Marques. CAPITVLO LXXIII


'POBLACIÓN DE ESPAÑA' de Rodrigo Méndez Silva (*)

FAldas de vna fierra diftante tres leguas al Efcurial, que del otro lado cae, yaze la villa de las Nauas, llamaad del Marques, 800. vezinos, gran trato de muy buenos paños, proueyendo varias partes deftos Reynos, mucho agnado, caças, razonablemente pan. Tiene vnaParroquia, vn Conuento de Frayles Dominicos, y funtuofo Palacio: haze por armas las de fus dueños, en efcudo azul treze roeles de oro. Fundaronla Hebreos de Nabucodonofor, Años 590. antes de nuesftra falud, nombrando Nauas, que fuena Majada de paftores, o lugar de buenos paftos. Eftando defierta, la pobló nueuamente el Conde don Ramon, yerno de Alonfo Sexto Caftellano, año 1090. Y boluiendo a deshabitarfe, Gil Blazquez de Auila, Hernan Lian, don Iñigo, y don Marquez, a orden del Rey Alonfo Sabio año 1275. Es cabeça de Marquefado, cuyo titulo dio el Emperador Carlos V a don Pedro de Auila, tercer Conde de Rifco.

(*) Rodrigo Méndez Silva, geógrafo del siglo XVII, es autor de una obra titulada "Población de España" donde dice lo que aparece a la derecha de esta página que es fotocopia de la Biblioteca Nacional.

TEXTO QUE SALE EN LA PÁGINA 28 DEL NÚMERO 2 DE 'CAMINAR CONOCIENDO' REVISTA DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL DE LAS NAVAS DEL MARQUÉS