domingo, 14 de enero de 2007

VICENTE ALEIXANDRE: El vals


Eres hermosa como la piedra,

oh difunta;

oh viva, oh viva, eres dichosa como la nave.

Esta orquesta que agita

mis cuidados como una negligencia,

como un elegante biendecir decir de buen tono,

ignora el bello de los pubis,

ignora la risa que le sale del esternón como una gran batuta.

Unas olas de afrecho,

un poco de serrín en los ojos,

o si acaso en las sienes,

o acaso adornando las cabelleras;

unas faldas largas hechas de colas de cocodrilo;

unas lenguas o unas sonrisas hechas de caparazones de cangrejos.

Todo lo que está suficientemente visto

no puede sorprender a nadie.

Las damas aguardan su momento sentadas sobre una lágrima,

disimulando la humedad a fuerza de un abanico insistente.

Y los caballeros abandonados de sus traseros

quieren atraer todas las miradas a la fuerza hacia sus bigotes.

Pero el vals ha llegado.

Es una playa sin ondas,

es un entrechocar de conchas, de tacones, de espumas o de dentaduras postizas.

Es todo un revuelo que arriba.

Pechos exuberantes en bandeja en los brazos,

dulces tartas caídas sobre los hombros llorosos,

una languidez revierte,

un beso sorprendido en el instante que se hacía 'cabello de ángel',

un decir 'sí' de cristal pintado de verde.

Un polvillo de azúcar sobre las frentes

de una blancura cándida a las palabras limadas,

y las manos se acortan más redondeadas que nunca,

mientras fruncen los vestidos hechas de esparto querido.

Las cabezas son nubes, la música es una larga goma,

las plumas de plomo casi vuelan, y es estrépito

se ha convertido en los corazones en oleadas de sangre,

en un licor, sí blanco, que sabe a memoria y a cita.

Quiere besar el marfil de la mudez penúltima,

cuando el mar se retira apresurándose,

cuando sobre la arena quedan solo unas conchas,

unas frías escamas de unos peces amándose.

Muerte como el puñal de arena,

como el agua que en el hoyo queda solitaria,

como la gaviota que en medio de al noche

tiene color de sangre sobre el mar que no existe.


Vicente Aleixandre (La destrucción o el amor)

Poema leído por el poeta y pintor Antonio Quintana en el Homenaje a Vicente Aleixandre en el décimo aniversario de su muerte y 50 de su poemario 'Sombra del Paraíso' en Las Navas del Marqués.


APARECIDO EN LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', PAG. 47, Nº 4. MAYO DE 1995


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