domingo, 14 de enero de 2007

VICENTE ALEIXANDRE: ROMANCE DEL FUSILADO

ROMANCE DEL FUSILADO

Veinte años justos tenía
José Lorente Granero
cuando se alistó en las filas
de las milicias de hierro
y salió para la sierra
diciendo: "¡Si vuelvo
hermanos, será cantando
con vosotros, si no, muerto!"
Y una luz brilló de llamas
en sus grandes ojos negros.
Doce años, con sus días,
luchó José entre los cerros,
bajo una luna de agosto
que endurecía los pechos.
Luchó y mató; un nimbo rojo
iluminaba su cuerpo,
y de las balas traidoras
parecía protegerlo.
Su fusil entre sus manps
era una rosa de fuego
vomitando espanto y muerte
para el enemigo negro.
¡Miradlo erguido en el monte,
hermoso, fuerte y sereno,
héroe entre sus camaradas,
entre las bolas ileso!
Mas, ay, que llegó la noche,
noche de pena y de duelo,
noche de tormenta oscura,
noche de cielo cubierto.
En la refriega, José,
de venganza y de furor ebrio
persiguiendo puso en fuga
a un grupo de hombres siniestros
que escapaban entre breñas
como lobos carniceros.
Corrió y corrió, corrió tanto
José solo persiguiéndolos,
que cuando quiso mirar
atrás con sus ojos negros
no vio sino soledad,
soledad, noche y silencio.
De repente unos traidores,
a docenas sino a cientos,
de sus cubiles brotaron,
de sorpresa le cogieron;
entre todos le rodean,
aunque él tumba a cinco muertos,
y a insultos, golpes, atado,
le llevan al campamento.
¡Ay, voz que cantas la vida
de este muchacho del pueblo,
honor de le gesta heroica,
José Lorente Granero:
calla y no digas la triste
terminación del suceso
ocurrido entre las peñas
que bañan arroyo fresco!
contra unas tapias le pone
la turaba de bandoleros,
y José los mira a todos
con un altivo desprecio.
Apuntan nueve fusiles
a aquell noble y limpio
pecho, espejo de milicianos
y de valientes espejo,
y del desden de la boca
un salivazo soberbio
va a plastarse entre los ojos
del jefe vil fusilero.
¡Que así va a afrontar la muerte
quien tiene temple de acero!
¡Ay voz que cantas la historia
que aquí escucháis de Granero:
acaba y narra hasta el fin,
maarvilloso suceso
ocurrido en una noche
de temeroso recuerdo!
Sonó aquella voz infame.
¡Fuego!, gritó, y fuego hicieron
las nueve bocas malditas
que plomo vil escupieron,
y nueve balas buscaron
la tierna carne de un pecho
que latió por amor
y la libertad del pueeblo.
Rodó un cuerpo entre las piedras,
reinó un profundo silencio,
sólo roto por los pasos
que se alejaban siniestros.
La tierra sola quedaba.
Sóla no: ella y su muerto.
¡Ay, tú, José, que me escuchas,
etndido, solo y sangriento!
¿Quién eres que así no oyes
los miles de roncos pechos
que desde el fondo te llaman
por ríos, valles y cerros?
¿Quién eres que no te alzas
ante el clamoroso imperio
de miles de corazones
con un mismo son latiendo?
Amanecía la aurora
y el alba doraba el cuerpo,
un cuerpo que copn el día
se levantó de este suelo,
y en pie, sangrando, terrible,
adelantó el pie derecho
y subió monte hacia arriba,
como un sol que va naciendo
y va dejando su sangree
o su luz como un reguero.
José no murió. ¡Miradlo!
Resucitado, no ha muerto;
que no murió, como no
morirá jamás el pueblo.
Podrán fusiles y balas
pretender herir su pecho.
Podrán bombas y cañones
intentar romper su cuerpo.
Pero el pueblo vive y vence,
pueblo sin tacha y sin miedo,
que en una aurora de sangre
está como un sol naciendo.

Vicente Aleixandre
'Ofensiva', órgano de la Columna 3 del frente de Teruel, nº 115. Torrebaja, 17 de febrero de 1937

APARECIDO ESTE ROMANCE EN LA PÁGINA 16, DEL Nº 4 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO'. MAYO DE 1995

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