viernes, 2 de febrero de 2007

EL INTENDENTE MERCANTIL LIBERADO

DE LA DESTUCCIÓN DEL LENGUAJE AL ESTADO DE LAS COSAS. CREACIÓN.

Por Daniel de Cullá

Por ejemplo, ‘Pasión de la tierra’. Parafraseando a Cicerón ‘si la poesía se hace en grande, el verbo no puede ser crucificado’. En ese banquete de los protegidos de Hitler que le tocó vivir, el poeta presiente lo que había de venir después, y que aún prosigue con distintos amos. ‘Y la noche ha llegado, es la noche larga’, como nos dice Vicente Aleixandre en su elegía a la muerte de Miguel Hernández.
De río a río, de monte a monte, de mar a mar’, como nos canta Antonio Machado, otro gran sevillano, poeta y español, he aquí al Hombre, ecce homo, en busca de la Vida a través de la muerte y la noche de los sentidos en un beso. Como Dylan Thomas, salvando las distancias, nuestro genial poeta puede decir ‘mis poemas son confesiones que hago de paso en el camino hacia la tumba’.
En realidad Aleixandre es romántico que convence y que conmueve, superrealista, como dirá Hernán Galilea. Y su poesía de ternura se encuentra en el sinfín de lo humano, lo sensitivo. Como Dylan Thomas en su ‘Poema de Octubre’ salió a dar una vuelta ‘en un aguacero de todos mis días’. Sentado como siempre en límite de la silla, Vicente tiene una intervención de Geniko cuando canta ‘En los bolsillos vacíos no pretendáis encontrar un silencio’ (Pasión de la Tierra)
A manera de pequeño testamento afronta esa gran lucha que afrontó Machado, esa ‘gran lucha contra la innoble chusma nutrida de la bazofia ambiente’ (Carta a Juan Ramón Jiménez). ‘Abanicos de tela paraban, acariciaban escrúpulos’ (Pasión de la Tierra) El verbo no podía llegar a mas. Y ahondando en esencia de las cosas y del ser, con esa ‘economía del lenguaje’ de la que hablaba Chateaubriand, grita ‘soy el sol o la respuesta’. ‘Carne fugaz que acaso nació para ser chispa de la luz’ (Sombra del Paraíso)
Espadas como labios’ nos guía por la senda de la vida, siempre al encuentro del Hombre mirándose en el espejo de su nada. Y se eleva el canto como una esperanza y ‘la esperanza es la tierra, es la mejilla’; esa ‘esperanza siempre verde’. Y el verbo se hace labio y beso. Y en este estado de cosas donde la salida es ‘la destrucción o el amor’, el poeta se hace carne y sombra del paraíso, una vez perdida la identidad del ser en la fronda de los sentidos. ¿Y el hombre? ‘No existe el hombre’, responde (Mundo a solas) Poeta de la consumación, Vicente Aleixandre airea la magia de la poesía alimentando las imágenes que un día pudieron haber cambiado el signo de los tiempos, pero que devino actos de su propia liquidación. Otros murieron en el empeño: García Lorca, Miguel Hernández, Antonio Machado.
Y no saber a dónde vamos ni de dónde vinimos’, diría Rubén Darío, a lo que responde Aleixandre en ‘Historia de corazón: comemos sombra’. La sombra como nocturno sexual, la sombra como nocturno místico. Como M. Buber, no se resigna al estado terrenal del ser, a pesar de que para él la materia humana principal es: ‘límite vivo de la tierra’ y la pierna ‘templo del estar de los hombres’.
Hay en Vicente Aleixandre un panteísmo humano; un romanticismo clásico que dignifica la creación del Hombre, sacándole de un abismo en el que la criatura transita las trascendencias consumadas. ‘Oh desvarío: tierra, tú en tu voz, Poetas’. ‘En el cielo deliran’, dirá en su poema dedicado a Leopoldo Luís. Y en Las Navas del Marqués (Ávila), en compañía de Dámaso Alonso, ‘acurrucados junto a su dolor’, fijan su mirada sobre la gente, y toda su pasión se abre al diálogo y a ese ‘Viento de noche’, de Dámaso: ‘El viento es un can sin dueño que lame la noche inmensa. La noche no tiene sueño y el hombre entre sueños piensa’.
Piensan ‘en el zapato sin suela en el carnero del camposanto’ (De profundis), o ese Dios ha hecho también de podredumbre, pues como decía C. G. Scholem, amigo de Walter Benjamín, ‘la suprema función de la religión es destruir la armonía del Hombre y el Universo’. Y se abren con un fuerte abrazo y un beso al viento la alegría clara y saltarina del verso de Dámaso Alonso a Vicente:
Vicentino, Vicentino,
Ya te lo decía yo:
La gran zorra de la vida
Nos ha engañado a los dos
(De ‘Canciones a pito solo)
De ahí la apariencia del Hombre ante las cosas. Aparente verdad de la moderna alienación del ser humano. Alfred Capus ha dicho: "algunos hombres hablan en sueños. Y nadie mejor que los poetas para hablar durante el sueño de los otros”. Tú eres grande Aleixandre. Y tu poesía es la eterna poesía de todos los tiempos. Y este es el tiempo. El tiempo de hoy. El tiempo por el que sabemos con Jhon Buiting que mata al pobre. El tiempo que los ricos matan.

Daniel de Cullá es escritor
Burgos, 1995, 28 de enero

DE LA PÁGINA 37 DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, Nº 4, MAYO DE 1995

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