Recuerdo de Manuel Andújar
Por Luis Mateo Díez
Manuel Andújar coincidió con Sabino Ordás en el exilio mexicano tras algunos avatares comunes derivados de nuestra guerra civil, Sabino ofrece datos de la amistad que le unió y, sobre todo, de su valoración de la personalidad humana y creadora de Andújar, en el artículo que a continuación presentamos. Ambos volvieron a coincidir en Madrid muchos años después, y yo fui testigo de ese reencuentro, en compañía de Juan Pedro Aparicio y José Mª Merino. Cuando con estos amigos preparamos la recopilación de artículos de Sabino que daría pie a su libro ‘Las cenizas del Fénix’, se nos ocurrió que la persona más adecuada para hacer su presentación era Andújar. El libro ganó así un entrañable y valiosísimo testimonio sobre la amistad y el exilio, dos asuntos en los que Andújar era experto. Sabino sigue viviendo, con más años de los que puede, como él dice, en Ardón, un pueblecito leonés de las orillas del Esla. Andújar ya no está con nosotros, aunque quienes le quisimos y admiramos mantenemos viva su memoria. Recuerdo una llamada de Sabino días después del fallecimiento de Andújar: 'Murió Manolo, me dijo, y en este caso hay que decir con más razón que nunca se muere un buen pedazo de los que fuimos'.
Por Luis Mateo Díez
Manuel Andújar coincidió con Sabino Ordás en el exilio mexicano tras algunos avatares comunes derivados de nuestra guerra civil, Sabino ofrece datos de la amistad que le unió y, sobre todo, de su valoración de la personalidad humana y creadora de Andújar, en el artículo que a continuación presentamos. Ambos volvieron a coincidir en Madrid muchos años después, y yo fui testigo de ese reencuentro, en compañía de Juan Pedro Aparicio y José Mª Merino. Cuando con estos amigos preparamos la recopilación de artículos de Sabino que daría pie a su libro ‘Las cenizas del Fénix’, se nos ocurrió que la persona más adecuada para hacer su presentación era Andújar. El libro ganó así un entrañable y valiosísimo testimonio sobre la amistad y el exilio, dos asuntos en los que Andújar era experto. Sabino sigue viviendo, con más años de los que puede, como él dice, en Ardón, un pueblecito leonés de las orillas del Esla. Andújar ya no está con nosotros, aunque quienes le quisimos y admiramos mantenemos viva su memoria. Recuerdo una llamada de Sabino días después del fallecimiento de Andújar: 'Murió Manolo, me dijo, y en este caso hay que decir con más razón que nunca se muere un buen pedazo de los que fuimos'.
Como recuerdo del maestro de Lares y penares me parece oportuno el artículo de Sabino sobre la memoria del exilio. Cuando apareció en PUEBLO, hace tantos años, yo quedé en comer con Andújar para llevárselo, por orden expresa de Sabino. Aquella tarde hablamos mucho del exiliado de Ardón y yo, haciéndome eco de sus palabras, comencé una particular operación para que Andújar recogiera en un volumen sus ‘Cuentos completos’. Años después yo mismo, atendiendo a su generoso encargo, me ocuparía de prologarlos para la edición de Alianza y, cuando Sabino tuvo entre sus manos el libro, sonrió más satisfecho que nunca. También recuerdo que cuando solió la edición de Vísperas, con motivo de la serie televisiva, Andújar tuvo mucho interés en que Sabino viniera desde Ardón a presentarla, en la que fue muy grata celebración con los actores, editores y responsables de la serie. También asumí yo la representación de Sabino, que habló de Vísperas en una hermosa y sentida carta a su compañero de fatigas. Recordar a Andújar es, como diría Sabino, recordar el rostro más preciado de ese preciado don que se llama amistad. Yo diría cumpliendo el papel de mensajero entre las dos orillas de una amistad ejemplar.
Luis Mateo Díez
En la página XI del suplemento de ‘Caminar Conociendo’, FONTANA SONORA, del nº 4 de mayo de 1995
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