LA PREHISTORIA DE DOS POETAS: VICENTE ALEIXANDRE-DAMASO ALONSO
Por Francisco Javier Díez de Revenga
En los últimos años, los estudios sobre nuestros grandes poetas del siglo XX, y en especial sobre los poetas que venimos llamando de la generación del 27, están recibiendo nuevas aportaciones que nos vienen a descubrir renovadores perfiles de sus personalidades literarias. Son fundamentalmente apariciones de textos inéditos sobre todo, acompañados de los correspondientes comentarios y de las valoraciones históricas que las sitúan en la órbita del momento histórico en que se producen y en relación directa, especialmente, con el resto de sus producciones poéticas. En el campo de estas aportaciones tiene mucho interés las ‘juvenalias’, primeros poemas, o más ampliamente primeros textos literarios, que hemos conocido ya de bastantes de estos escritores: primero fue García Lorca, luego Guillén (Hacia Cántico), Salinas (Cartas de amor a Margarita), Gerardo Diego (Hojas) y tantos otros, los que fueron resultando cada vez mejor conocidos a través de sus producciones literarias primigenias.
Les corresponde el turno ahora a Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso, conjuntamente, porque conjuntamente llevaron a cabo una inusual empresa literaria: reunir sus poemas, con los de otros dos amigos (Ramón y Enrique Álvarez Serrano). A esto me voy a referir, aprovechando la invitación de José Mª Amigo Zamorano, Bibliotecario Honorífico de Las Navas del Marqués y profesor del Colegio Público de la localidad que lleva el nombre, además, de nuestro Premio Nóbel. José Mª Amigo ha promovido un homenaje a Vicente Aleixandre en el cincuenta aniversario de la publicación ‘Sombra del Paraíso’, apoyándose en que Vicente Aleixandre se lanzó a la poesía en Las Navas del Marqués, de la mano de Dámaso Alonso. Efectivamente, en el verano de 1917, Dámaso animó a su amigo Vicente a que leyera poesía, paseando entre los robledales y pinares naveros. Allí comenzó la empresa literaria que aludía más arriba: reunir poemas en un ‘Álbum’, texto muy conocido de los especialistas en los poetas del 27, porque con frecuencia era citado por Dámaso Alonso, en especial en un magnífico poema, escrito a la muerte de Vicente Aleixandre, que difundió dramáticamente la existencia de este álbum juvenil, prueba de amistad inquebrantable forjada en los años más jóvenes, coincidentes con el inicio de su oficio de poetas, ese oficio que Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre ejercerían con tanta independencia como insuperable calidad, para bien y beneficio de la poesía española de nuestro siglo, donde ambos ocupan un lugar alto, y muy alto.
Alejandro Duque Amusco y María-Jesús Vela han sido los felices editores de esta presentación del citado Álbum. Versos de juventud (1) que ahora se publican. Decimos que han sido los ‘felices’ editores y utilizamos el adjetivo en dos sentidos: ‘felices’ porque el resultado ha sido espléndido (prólogo, criterios de edición, calidad en la presentación de los poemas, ordenaciones, dataciones y un magnífico apéndice de notas y de aparato crítico absolutamente bien realizado; y ‘felices’ también, desde luego, porque es de suponer que nuestros dos editores han debido disfrutar de lo lindo llevando a cabo su trabajo, descubriendo los primeros vagidos de dos grandes poetas, anotando los avances estéticos y contrastándolos con la cronología poética de la España del momento. Felicidad traducida en entusiasmo halagador y entrañable, compatible con la seriedad y el rigor críticos, de que hacen gala nuestros editores.
Años cruciales 1917-1924, en los que las corrientes poéticas se sucedían vertiginosamente, desde el modernismo a la influencia austera de Antonio Machado, desde al fuerza imparable de Rubén Darío a la primera gran influencia de Juan Ramón Jiménez, sucedido inmediatamente por el segundo Juan Ramón y quizá por el tercero… Desde la presencia de la vanguardia con su sucesión de movimientos, Ramón Gómez de la Serna, greguerías y Prometeo al fondo, a las influencias del postsimbolismo francés y la poesía pura… Toda una vida y toda una literatura, desarrolladas con gran intensidad y con evidente apasionamiento en muy pocos años, velocísimamente, vertiginosamente.
Los editores han llevado a cado en su introducción o estudio preliminar valoraciones valientes y avanzadas, que quizá a muchos les sorprenda o les llame la atención, e incluso es posible que no todos acepten, como la consideración de Dámaso Alonso como primer poeta futurista, a tenor de los rasgos de un poema, a mi juicio trascendental para la poesía española del siglo XX (‘El deseo. La canción nueva. La canción vieja. El deseo’), lo que sin duda sabía muy bien el propio Dámaso Alonso cuando lo envía a una revista en 1958, por si ‘puede tener algún interés el publicarlo’, y al que ya se había referido Duque Amusco en un trabajo anterior, de 1990.
Hay hallazgos importantes en este libro, en esta edición tan necesaria. Y no es el menor el hecho de que descubrimos a dos poetas muy jóvenes, iniciándose en la poesía, incluyéndose el uno al otro en sus primeros poemas, pero tan distintos ya desde el principio, porque, desde ese comienzo, se deja sentir la originalidad y la fuerza de sus dos personalidades poéticas. En Vicente Aleixandre, sus inquietudes destrucción-amor, sus incursiones en un primer lenguaje vanguardista que preludia lo que luego va a ser su habitación habitual durante muchos años; Dámaso Alonso rebelándose contra el abominable mundo lleno de monstruos, insectos, gusanos, etc. Diferentes entre si, pero muy ellos mismos ya desde el principio, anticipándose a lo que serán sus respectivas de grandes poetas de nuestro siglo XX.
Como indican los editores, en el caso de Vicente Aleixandre, el ‘Álbum’ nos muestra al poeta situándose en la trayectoria adecuada para crear ya su primer libro importante: ‘el camino quedaba abierto. El primer libro de Aleixandre, Ámbito, puede considerarse la meta natural a la que se llega por la vía de la desnudez y la pureza’. En el de Dámaso, es la multiplicidad de registros lo que más destaca: ‘Esta imagen multifacético de Dámaso Alonso que el Álbum apretadamente nos proporciona, la del poeta capaz de pasar en rápido giro del tratamiento clásico del soneto al poema ultraísta, y del futurismo a la poesía popular, anticipa la verdadera trayectoria poética que seguirá en lo sucesivo: plural, dinámica, sugestiva’.
Merece una atención espacial en este acercamiento al libro, el apéndice de notas, ese aparato crítico que, como hemos avanzado, consideramos valioso, sin duda por su carácter modélico de cómo debe hacerse un aparato crítico a una edición de poesía contemporánea. De todo hay en él, y de gran utilidad casi todo lo aportado. Desde detalles de la caligrafía, que permite en muchos casos identificar al autor de tal o cual poema, a las menciones de las más notorias influencias: Antonio Machado, Manual Machado, Bécquer, Rubén Darío, Ramón Gómez de la Serna, nombres que son en este caso muy necesarios, ya que lo leemos en un poemario de formación. Pero también hay que señalar que junto a los datos técnicos, que podríamos considerar fríos, están igualmente los detalles y las anécdotas entrañables de muchos de los poemas, pormenores biográficos que nos descubren a los jóvenes poetas haciendo bromas sobre una reciente composición, luchando por dominar una forma, instruyéndose, en definitiva, en el arte de hacer poesía, y haciéndola en común.
Con libros como el presente vamos comprendiendo mejor lo que podemos asegurar que es la época más brillante de nuestra poesía, de nuestra literatura del siglo XX, a cuyo inicio asistimos ahora con estas nuevas publicaciones y descubrimientos, dicho sea en el sentido literal y no triunfalista de la palabra. Descubrimiento de cosas que estaban cubiertas o vedadas y que hoy nos permiten ver los orígenes de los grandes poetas de nuestro siglo, esa ‘prehistoria’ del 27 que los editores proclaman otorgándole a este libro una trascendencia especial, que, posiblemente, posee en su condición de germen de grupo. Las amistades iniciales de todos estos poetas son poco conocidas y no se han valorado los resultados en obra escrita de algunos encuentros que fueron muy llamativos. Las parejas empiezan a formarse: Salinas-Guillén, Diego-Larrea, Aleixandre-Alonso. Luego vendrán los tríos: Lorca-Dalí-Buñuel, y así hasta formar, ya en 1917, ese grupo sólido de escritores que no dudamos, en su momento, en denominar, por influencia de Dámaso Alonso, generación del 27. Encuentros, viajes, destinos, antologías y revistas, sobre todo revistas, determinaban una existencia literaria común, generacional.
Hoy, cuando se ponen en duda todos estos conceptos –que muchos críticos no han llagado jamás a admitir-, libros como el presente nos muestran inicios comunes, intereses compartidos, aunque hay que aceptar, ya desde el principio –y los poemas de este ‘Álbum’ lo evidencian sobremanera-, que todos estos escritores eran muy diferentes entre si. Juntos pero no revueltos, amigos para siempre pero creadores independientes, compañeros del alma pero cada una con la suya, propia y personal.
Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático de literatura por la Universidad de Murcia.
(1) Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y otros: Álbum. Versos de juventud. Edición, prólogo y notas de Alejandro Duque Amusco y Mª Jesús Vela. Tusquets Editores, Barcelona, 1993, 235 páginas.
ESTE TRABAJO DEL PROFESOR D. FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA APARECIÓ EN EL NÚMERO 4 DE LA REVISTA DE LA JUNTA DE LA BIBLIOETCA PÚBLICA MUNICIPAL DE LAS NAVAS DEL MARQUÉS TITULADA ‘CAMINAR CONOCIENDO’ EN LAS PÁGINAS 39-39 DE MAYO DE 1995
Por Francisco Javier Díez de Revenga
En los últimos años, los estudios sobre nuestros grandes poetas del siglo XX, y en especial sobre los poetas que venimos llamando de la generación del 27, están recibiendo nuevas aportaciones que nos vienen a descubrir renovadores perfiles de sus personalidades literarias. Son fundamentalmente apariciones de textos inéditos sobre todo, acompañados de los correspondientes comentarios y de las valoraciones históricas que las sitúan en la órbita del momento histórico en que se producen y en relación directa, especialmente, con el resto de sus producciones poéticas. En el campo de estas aportaciones tiene mucho interés las ‘juvenalias’, primeros poemas, o más ampliamente primeros textos literarios, que hemos conocido ya de bastantes de estos escritores: primero fue García Lorca, luego Guillén (Hacia Cántico), Salinas (Cartas de amor a Margarita), Gerardo Diego (Hojas) y tantos otros, los que fueron resultando cada vez mejor conocidos a través de sus producciones literarias primigenias.
Les corresponde el turno ahora a Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso, conjuntamente, porque conjuntamente llevaron a cabo una inusual empresa literaria: reunir sus poemas, con los de otros dos amigos (Ramón y Enrique Álvarez Serrano). A esto me voy a referir, aprovechando la invitación de José Mª Amigo Zamorano, Bibliotecario Honorífico de Las Navas del Marqués y profesor del Colegio Público de la localidad que lleva el nombre, además, de nuestro Premio Nóbel. José Mª Amigo ha promovido un homenaje a Vicente Aleixandre en el cincuenta aniversario de la publicación ‘Sombra del Paraíso’, apoyándose en que Vicente Aleixandre se lanzó a la poesía en Las Navas del Marqués, de la mano de Dámaso Alonso. Efectivamente, en el verano de 1917, Dámaso animó a su amigo Vicente a que leyera poesía, paseando entre los robledales y pinares naveros. Allí comenzó la empresa literaria que aludía más arriba: reunir poemas en un ‘Álbum’, texto muy conocido de los especialistas en los poetas del 27, porque con frecuencia era citado por Dámaso Alonso, en especial en un magnífico poema, escrito a la muerte de Vicente Aleixandre, que difundió dramáticamente la existencia de este álbum juvenil, prueba de amistad inquebrantable forjada en los años más jóvenes, coincidentes con el inicio de su oficio de poetas, ese oficio que Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre ejercerían con tanta independencia como insuperable calidad, para bien y beneficio de la poesía española de nuestro siglo, donde ambos ocupan un lugar alto, y muy alto.
Alejandro Duque Amusco y María-Jesús Vela han sido los felices editores de esta presentación del citado Álbum. Versos de juventud (1) que ahora se publican. Decimos que han sido los ‘felices’ editores y utilizamos el adjetivo en dos sentidos: ‘felices’ porque el resultado ha sido espléndido (prólogo, criterios de edición, calidad en la presentación de los poemas, ordenaciones, dataciones y un magnífico apéndice de notas y de aparato crítico absolutamente bien realizado; y ‘felices’ también, desde luego, porque es de suponer que nuestros dos editores han debido disfrutar de lo lindo llevando a cabo su trabajo, descubriendo los primeros vagidos de dos grandes poetas, anotando los avances estéticos y contrastándolos con la cronología poética de la España del momento. Felicidad traducida en entusiasmo halagador y entrañable, compatible con la seriedad y el rigor críticos, de que hacen gala nuestros editores.
Años cruciales 1917-1924, en los que las corrientes poéticas se sucedían vertiginosamente, desde el modernismo a la influencia austera de Antonio Machado, desde al fuerza imparable de Rubén Darío a la primera gran influencia de Juan Ramón Jiménez, sucedido inmediatamente por el segundo Juan Ramón y quizá por el tercero… Desde la presencia de la vanguardia con su sucesión de movimientos, Ramón Gómez de la Serna, greguerías y Prometeo al fondo, a las influencias del postsimbolismo francés y la poesía pura… Toda una vida y toda una literatura, desarrolladas con gran intensidad y con evidente apasionamiento en muy pocos años, velocísimamente, vertiginosamente.
Los editores han llevado a cado en su introducción o estudio preliminar valoraciones valientes y avanzadas, que quizá a muchos les sorprenda o les llame la atención, e incluso es posible que no todos acepten, como la consideración de Dámaso Alonso como primer poeta futurista, a tenor de los rasgos de un poema, a mi juicio trascendental para la poesía española del siglo XX (‘El deseo. La canción nueva. La canción vieja. El deseo’), lo que sin duda sabía muy bien el propio Dámaso Alonso cuando lo envía a una revista en 1958, por si ‘puede tener algún interés el publicarlo’, y al que ya se había referido Duque Amusco en un trabajo anterior, de 1990.
Hay hallazgos importantes en este libro, en esta edición tan necesaria. Y no es el menor el hecho de que descubrimos a dos poetas muy jóvenes, iniciándose en la poesía, incluyéndose el uno al otro en sus primeros poemas, pero tan distintos ya desde el principio, porque, desde ese comienzo, se deja sentir la originalidad y la fuerza de sus dos personalidades poéticas. En Vicente Aleixandre, sus inquietudes destrucción-amor, sus incursiones en un primer lenguaje vanguardista que preludia lo que luego va a ser su habitación habitual durante muchos años; Dámaso Alonso rebelándose contra el abominable mundo lleno de monstruos, insectos, gusanos, etc. Diferentes entre si, pero muy ellos mismos ya desde el principio, anticipándose a lo que serán sus respectivas de grandes poetas de nuestro siglo XX.
Como indican los editores, en el caso de Vicente Aleixandre, el ‘Álbum’ nos muestra al poeta situándose en la trayectoria adecuada para crear ya su primer libro importante: ‘el camino quedaba abierto. El primer libro de Aleixandre, Ámbito, puede considerarse la meta natural a la que se llega por la vía de la desnudez y la pureza’. En el de Dámaso, es la multiplicidad de registros lo que más destaca: ‘Esta imagen multifacético de Dámaso Alonso que el Álbum apretadamente nos proporciona, la del poeta capaz de pasar en rápido giro del tratamiento clásico del soneto al poema ultraísta, y del futurismo a la poesía popular, anticipa la verdadera trayectoria poética que seguirá en lo sucesivo: plural, dinámica, sugestiva’.
Merece una atención espacial en este acercamiento al libro, el apéndice de notas, ese aparato crítico que, como hemos avanzado, consideramos valioso, sin duda por su carácter modélico de cómo debe hacerse un aparato crítico a una edición de poesía contemporánea. De todo hay en él, y de gran utilidad casi todo lo aportado. Desde detalles de la caligrafía, que permite en muchos casos identificar al autor de tal o cual poema, a las menciones de las más notorias influencias: Antonio Machado, Manual Machado, Bécquer, Rubén Darío, Ramón Gómez de la Serna, nombres que son en este caso muy necesarios, ya que lo leemos en un poemario de formación. Pero también hay que señalar que junto a los datos técnicos, que podríamos considerar fríos, están igualmente los detalles y las anécdotas entrañables de muchos de los poemas, pormenores biográficos que nos descubren a los jóvenes poetas haciendo bromas sobre una reciente composición, luchando por dominar una forma, instruyéndose, en definitiva, en el arte de hacer poesía, y haciéndola en común.
Con libros como el presente vamos comprendiendo mejor lo que podemos asegurar que es la época más brillante de nuestra poesía, de nuestra literatura del siglo XX, a cuyo inicio asistimos ahora con estas nuevas publicaciones y descubrimientos, dicho sea en el sentido literal y no triunfalista de la palabra. Descubrimiento de cosas que estaban cubiertas o vedadas y que hoy nos permiten ver los orígenes de los grandes poetas de nuestro siglo, esa ‘prehistoria’ del 27 que los editores proclaman otorgándole a este libro una trascendencia especial, que, posiblemente, posee en su condición de germen de grupo. Las amistades iniciales de todos estos poetas son poco conocidas y no se han valorado los resultados en obra escrita de algunos encuentros que fueron muy llamativos. Las parejas empiezan a formarse: Salinas-Guillén, Diego-Larrea, Aleixandre-Alonso. Luego vendrán los tríos: Lorca-Dalí-Buñuel, y así hasta formar, ya en 1917, ese grupo sólido de escritores que no dudamos, en su momento, en denominar, por influencia de Dámaso Alonso, generación del 27. Encuentros, viajes, destinos, antologías y revistas, sobre todo revistas, determinaban una existencia literaria común, generacional.
Hoy, cuando se ponen en duda todos estos conceptos –que muchos críticos no han llagado jamás a admitir-, libros como el presente nos muestran inicios comunes, intereses compartidos, aunque hay que aceptar, ya desde el principio –y los poemas de este ‘Álbum’ lo evidencian sobremanera-, que todos estos escritores eran muy diferentes entre si. Juntos pero no revueltos, amigos para siempre pero creadores independientes, compañeros del alma pero cada una con la suya, propia y personal.
Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático de literatura por la Universidad de Murcia.
(1) Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y otros: Álbum. Versos de juventud. Edición, prólogo y notas de Alejandro Duque Amusco y Mª Jesús Vela. Tusquets Editores, Barcelona, 1993, 235 páginas.
ESTE TRABAJO DEL PROFESOR D. FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA APARECIÓ EN EL NÚMERO 4 DE LA REVISTA DE LA JUNTA DE LA BIBLIOETCA PÚBLICA MUNICIPAL DE LAS NAVAS DEL MARQUÉS TITULADA ‘CAMINAR CONOCIENDO’ EN LAS PÁGINAS 39-39 DE MAYO DE 1995
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