Por José Mª Amigo Zamorano
Título: Poemas vestidos de viaje
Autor: Jesús Fonseca Escartín
Quirón Ediciones
Ciudad: Valladolid
Año: 1994
Publicado por Quirón ediciones de Valladolid, en septiembre, tiene 5 partes, más un soneto a modo de prólogo de Santiago Castelo y un epílogo de Juan Gustavo Cobo Borda; estas partes son: ‘Canciones del otro lado del olvido’, ‘Tiempo de otro tiempo’, ‘El peso de sentir’, ‘Al galope de los días’ y ‘Los pecados ladran’.
Ya en el frontispicio nos dice, en palabras del romance del Conde Arnaldos, ‘Yo no digo mi canción sino a quien conmigo está’, con lo que parece advertirnos, del vano intento de abarcar, o hurgar tan siquiera, el alma poética del que está en nuestras antípodas ideológicas o espirituales.
Para acercarnos, en lo posible, a su canción, hemos seguido su hilo poético desde el principio al fin.
Y en el principio estaba Dios, el amor iberoamericano y la alegría. Y como los designios de Dios son insondables, le han llevado por ‘los caminos del llano (americano) adentro’, los ojos bien abiertos, para que entre la vida en sus poemas; el espíritu y el cuerpo, abiertos también, para recibir de lleno todo ese cúmulo de sensaciones y estar preparado para esa nueva vida que se abre ante él y ‘gozar, gozar y gozar sin censura’: ‘brisa de besos’, ‘torsos desnudos’, ‘españoles del éxodo’ que habían ido para que no ‘les amordazara el miedo’; ha visto como ‘fueron carcomidos por la necesidad rugosa de Castilla’.
En Argentina, Buenos Aires le recuerda a Borges; y menciona rincones por donde anduvo (‘todo nos dice adiós y se aleja’); y él también se aleja ‘sin que se note, de impostores y farsantes’. En África, Lambarené le acerca al diferente, a su caricia, sabe que por allí ‘los corazones de los tristes se juntan con la carne de los tristes’.
Lejos de casa, a ratos, le muerde la nostalgia. En Villa Leyva todo le parece reminiscencias de Castilla, de la época colonial. Allí les han recibido con fogatas, hasta altas horas de la noche. Regresan acompañados por ‘el canto ardido de deseo del ruiseñor, medio confundido por el aroma penetrante del jacarandá’.
Recuerda, en Cartagena de Indias, que desembarcó ‘con frailes y bribones, tunantes y bellacos’; y encontraron, ‘lo mismo que hoy se nos ofrece’, mujeres hechas para el amor y la guerra y ‘calamaris bravos, turbacos salobres de bronceados muslos que aún utilizan, como sus antepasados estuches fálicos’.
En Madrid, sus bajos fondos, donde viven su intimidad donceles perseguidos de doctrinas nefandas.
Se le viene a la memoria un pintor, de irreverentes cuadros, amigo suyo; pintura que era una mezcla de ‘mística canción y amor pagano’; se nos ocurre que como todo el libro de Jesús Fonseca. Más adelante el poeta, en su libro y en su vida real, se cansa del trasiego y regresa, como todo patriota, a la tierra a Castilla y ‘al poeta más amado’, el de Ávila, Juan de la Cruz.
Habría que decir para situarnos, que Jesús Fonseca Escartín es periodista, Delegado de la Agencia EFE para Castilla y León.
En el epílogo Cobo Borda se refiere a la actitud vital de Jesús Fonseca: ‘el peso carnal no está disociado del vuelo, la oración y por ello no es de extrañar, entonces, que San Juan de la Cruz vuelva a enseñarle el susurro del silencio y la fortaleza almenada de la espera’
Argumento que corrobora, en ‘Canción de la vida profunda’, Porfirio Barba Jacob, gran poeta colombiano al que cita el autor (prácticamente desconocido en España) el cual nos dice que la vida ‘es clara, undívaga y abierta como el mar’, citando, si mal no recordamos, a Montaigne; y un día somos mórbidos, otro móviles, o lúgubres, etc. Sin dejar, por eso, de ser hombres. Así nuestro escritor, un día puede ser pagano, y más adelante recluirse en templo místico. En fin, un libro que hay que leer, sencillo y complejo al mismo tiempo. Como el mismo ser humano.
Fdo: José Mª Amigo Zamorano
ESTE COMENTARIO, HECHO SOBRE EL LIBRO DE JESÚS FONSECA ESCARTIN, PUEDE LEERSE EN EL SUPLEMENTO ‘FONTANA SONORA’ DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’ Nº 4, ENTRE LAS PÁGINAS XIV Y XV. REVISTA DE FECHA MAYO DE 1995
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